Oviedo, Pablo GALLEGO

Pasan tantas horas en clase que tener una vida laboral o social les parece imposible. Son alumnos universitarios, miembros de la «generación Bolonia», la que vive o convive con las carreras diseñadas para encajar en un Espacio Europeo supuestamente ideal. Tanto que, después de casi un curso en el sistema, se sienten defraudados. En la jerga de su edad, les ha dado «el bajón». Sin querer, o con absoluta intencionalidad, subrayan lo peor de sus experiencias en el nuevo modelo de enseñanza superior, «porque la mejor parte es mucho más pequeña de lo que nos habían dicho que sería». Cuentan su parte de la historia.

«En Psicología el mayor problema son las infraestructuras, la proporción espacio-alumnos no encaja y los horarios son un croquis», por imprecisos y sin detalles, explica Joel Juarros, de 19 años. De 120 alumnos en primer curso, este año han pasado «a 153, y todos tenemos clase todos los días». La matrícula del primer curso del grado en Psicología costó, este año, 1.300 euros, frente a los 700 del primer curso de la licenciatura, asegura. Casi el doble. «Y si suspendes dos veces, la tercera matrícula puede ser de casi 600 euros sólo por esa asignatura».

El panorama empeora ante la posibilidad de que las actuales becas se conviertan en préstamos, según el modelo estadounidense de financiación para enseñanzas superiores. El dinero que muchos estudiantes con menos recursos que la media y con resultados académicos brillantes recibían del Gobierno para cursar la carrera parece destinado a terminar siendo «una hipoteca», señalan. «Se vendieron como préstamos en los que no se iban a cobrar intereses. Después, que sería muy bajo y pagado por el Gobierno, y ahora? irán con el euribor», enumera Daniel Pérez, estudiante de licenciatura de Medicina.

Pérez afirma que «Bolonia» ha cambiado «poco» sus estudios. «La carrera sigue en seis años, pero sí nos ha afectado el nuevo calendario de exámenes -con el modelo europeo las pruebas de septiembre pasan a julio- y la subida de tasas» impuesta por el Principado, un 5,5 por ciento el último año, la más alta permitida por el Ministerio de Educación. «Hace dos años ya dijimos que este sistema no iba a poder implantarse a coste cero, pero no se nos escuchó», rememora, «porque las facultades toman decisiones unilaterales aunque les pongamos datos encima de la mesa».

En el caso de las Ciencias de la Salud -no sólo de Medicina, sino de Enfermería y Fisioterapia, y si el plan del Rectorado prospera, también de Psicología y Logopedia-, el problema es la ubicación de la Facultad. «Ayer -por el jueves- se inauguró el área docente del nuevo Hospital, y no se invitó a los alumnos», asegura. Quizá por las protestas que jalonaron las dos inauguraciones anteriores, «aunque fueron muy educadas, sin oponer resistencia, sin alzar la voz». «El resultado de esta supuesta facultad», afirma, «es un apaño insuficiente. Ni con sillas de tijera cabremos todos».

En la Facultad de Biología, uno de los centros que este año vive su segundo curso según «Bolonia», África Raposo, de 20 años, apunta a la «pérdida de optativas por la prejubilación de sus profesores responsables» como el principal problema de la licenciatura. «La rama de Organismos y Sistemas -que profundiza en los estudios de botánica y zoología- ha desaparecido, y la Ambiental aguanta sólo por una asignatura de diferencia», denuncia.

Las posibilidades de que otros docentes se hagan cargo de estas materias son escasas. «Están muy saturados, ya han cubierto sus horas al máximo y no pueden hacerse cargo de más; en el grado no se van a poder especializar en nada». Tampoco sería obligatorio, ya que el Espacio Europeo prevé un quinto año de máster para favorecer la especialización en áreas concretas. «Además, en las prácticas llega a haber hasta cuatro personas por cada puesto de trabajo en el laboratorio», apostilla. La situación parece distinta en el grado de Biotecnología: «Son poca gente, así que hay menos problemas».

África Raposo forma, además, parte de una promoción que vive en el filo de la navaja. Con más presión en sus exámenes. Son aquellos que comenzaron su carrera justo antes de que arrancase el nuevo modelo universitario. Cursan planes que la Universidad denomina como «a extinguir», aunque tienen muchos alumnos. «Si al acabar tercero no tenemos aprobados 140 créditos, 95 de ellos troncales, tendremos que pasar al plan nuevo, así que si este año es insostenible, el que viene la masificación será peor, porque mucha gente va a caer». A falta de los exámenes finales, las predicciones son meras cábalas.

En la manifestación del pasado miércoles los estudiantes no cargaron las tintas contra sus docentes. Tampoco contra el Rectorado, al que pidieron que encabezase su lucha. Sí contra, como explica Alejandro Sánchez, de Pedagogía, «quienes tienen en la mano parte de la solución de nuestros problemas». «Se pasan la pelota de unos a otros, y eso es lo que más nos preocupa». Aroa Gutiérrez, otra futura psicóloga, asegura que «los profesores están actuando al máximo, si no fuese por su esfuerzo, la situación sería peor. Tanto que, a veces, se les solapan clases del plan nuevo con las de la licenciatura». Su compañero Joel rememora cómo, una vez, «un profesor entró en la clase para impartir su asignatura cuando ya había otro dentro». Les habían dado la misma aula a la misma hora.

Su experiencia en el «plan Bolonia» llega al punto de pensar que, «de haber sabido que iba a ser así, posiblemente habría elegido otra salida. Hay alumnos muy brillantes que quieren dejarlo», apunta Ingrid Rodríguez, de 18 años, que cursa primero de Lengua Española. «La formación es básica, y muchos profesores son becarios», afirma.

A la vista de sus reflexiones, todos reconocen la posibilidad de que quienes en septiembre podrían llegar a la Universidad «se planteen buscar otra salida, o cursar su carrera en otro país, en otra parte». Mientras tanto, los desencantados de «Bolonia» parecen conformarse con que «el año que viene todo esto no se repita». «Pero esto no es como otras veces», añaden, «vamos a ir hacia adelante porque hemos creado una red. Quizá no tenga mucha repercusión en resultados -modificar el reglamento de permanencia, que endurece seguir en la carrera si no se alcanzan ciertos resultados académicos, parece muy complicado-, pero sí a la hora de concienciarnos. Ya no nos manifestamos como facultad, con sus problemas concretos, sino como universitarios. No pueden seguir aprobando medidas a nuestras espaldas».

«Hace dos años dimos la alerta sobre estos problemas, pero no se nos escuchó»

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«Si este año es insostenible, el próximo la masificación será peor»

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Biología

«Algunos alumnos brillantes quieren dejarlo, la formación es básica»

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Lengua Española

«La proporción espacio-alumnos no encaja, los horarios son un croquis»

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Psicología

«Si no fuese por el esfuerzo de los profesores, la situación sería peor»

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Psicología

«Los responsables se pasan la pelota unos a otros, eso es lo que nos preocupa»

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Pedagogía