El artista plástico Alejandro Mieres (Astudillo, Palencia, 1927), culmina sus «Memorias» para LA NUEVA ESPAÑA con una evocación de su militancia en el PSOE.

Réplica y satisfacción.

«Cuando Cossío me calificó de "maestro de pueblo que pervierte a los alumnos" escribí al director de "Abc" y le digo que ese señor se ha pasado porque no pervierto a nadie por enseñar a dibujar, y le envío dibujos de los alumnos, del natural, de inventiva, en color, sin color? El director me dijo que no tenían la costumbre de que replicaran a sus colaboradores. Unos meses después, otro colaborador de ese periódico también me pone a parir y vuelvo a escribir al director. "Me están ustedes hundiendo y no hay derecho". Esa vez sí publicaron una réplica mía, dos páginas, con dibujos de los chavales. De todas aquellas polémicas me ha quedado la satisfacción del cariño y el respecto con el que me saludan mis ex alumnos, algunos con 50 años. Fueron 38 años de docencia, de ellos, 33 en Gijón, la edad de Cristo completa».

Candidatura municipal.

«Y en el PSOE milité cerca de 30 años. La cosa empezó un día que un ex alumno mío, Arturo Pérez Collera, y Carlos Zapico, que era secretario del partido, vinieron a verme y me dicen: "Sabemos que tú andas cerca del Partido Comunista". No sé de dónde habían sacado aquello porque nunca quise nada con el PC y para mí la libertad ha sido siempre el punto clave. Querían un retrato del patriarca, de Pablo Iglesias, del "abuelo", como se le llamaba. A partir del retrato de Iglesias acabé en el PSOE y en UGT. En el partido, menos la presidencia del Principado, me han ofrecido de todo. Primero, quería la UGT que yo fuera candidato a la Alcaldía de Gijón. Luego lo fue José Manuel Palacio, pero el que entonces era secretario del Ayuntamiento, Alfredo Villa, quiso saber de qué pie cojeábamos los posibles alcaldes. Charlamos y nada, vio que no iba a pasar nada fuera Palacio o fuera yo. Nadie se iba a comer a nadie. Y yo ya le di a entender a Villa que mi propósito no era más que ser pintor y que estaba en un partido porque pensaba que este país necesita partidos. Mi posible candidatura había salido en una asamblea conjunta de UGT y PSOE (cuando eran un cuerpo único). El sindicato le dice al partido que voy yo o que no votan al propuesto por ellos. Yo empecé entonces a ver si me orillaba y les dije: "Mirad, si logro formar un equipo para ir al Ayuntamiento, yo voy, sea de alcalde, sea de concejal". Reuní a personas de la enseñanza, uno de ellos Pérez Collera, o Justo Vilabrille, que ha sido concejal de Educación y Cultura hasta hace poco. Pero tuve la excusa perfecta para decirle a UGT que no había podido formar el equipo y me libré de eso.

Complejo proletario. «Luego, cuando Luis Gómez Llorente fue número uno por Asturias en las primeras elecciones de 1977 (querían traer a Felipe González, pero tenía otros compromisos), me pidieron que se lo presentase a Carantoña, que me decía: "No vais a ganar porque no tenéis caciques y en España los partidos se han movido siempre con caciques". Carantoña era muy conservador y buen amigo mío, así que le presenté a Llorente. Y me dice Pérez Collera que en esa misma lista iba Rafael Fernández de número dos y yo de tres. "De eso, nada, ¿a qué voy a ir yo al Congreso? Además, se debe de aburrir allí uno mucho, escuchado discurso y cogiendo carpetas". Y él repuso: "Pero hombre, es que tienes complejo de proletario". "De complejo, nada. Si ser proletario es tener prole, tengo bastante, y si vivir de tu trabajo, siempre lo he hecho, pero yo no voy a dejar la pintura por ir al Congreso". Tiempo después me propuso Jorge Fernández León como consejero de Cultura, y otra vez para ir en la lista del Senado. "Hombre, si el Congreso es aburrido, el Senado debe de ser ya de puñetas, aunque eso de llevar una tarjeta que diga Alejandro Mieres, pintor y senador, igual me ayuda a vender algún cuadro". Me negué y le dije que fuera Herrero Merediz, que era abogado.

Tintas tras la anestesia. «Fui bastante amigo de Juan Luis Rodríguez-Vigil, un tío muy honrado, además de ser de los pocos que han dimitido en este país. Vigil era muy aficionado a la pintura y al arte y quería dotar a los hospitales de un ambiente. Ese fue uno de los bochinches que me montó el PP, o Alianza Popular, o lo que fueran entonces. Vigil me había comprado unas tintas, unos dibujos, para regalar a sus amigos en Navidad, y los vio el gerente del Hospital Central de Oviedo; y me dice: "Cuando en el hospital la gente se despierta de la anestesia, en la habitación tienen una reproducción de un paisano con barba, de un fragmento de "La última cena" de Leonardo, y, claro, no saben si están vivos o muertos, o si están despertando, o si están en presencia del Señor; pero estos dibujos tuyos, con flores, mariposas, nos vendrían muy bien". Me compró varios originales y me preguntó cuánto le cobraba por el derecho de reproducción. "Para eso, nada; encantado de que los que despiertan y están en la vida vean un dibujo mío". Pero en la Junta, un diputado del PP armó un zafarrancho: los simpatizantes del PSOE son preferidos para los encargos. Lo defendió Manolo de la Cera, diciendo que era justificable porque éramos los mejores pintores de Asturias. ¡Vaya una defensa de puñetas! La defensa era que, según el PP me habían metido millones en los bolsillos porque había cuatro reproducciones en cada sala, pero eran cinco originales y por las reproducciones no había cobrado».

Amputado. «La rentabilidad mía política ha sido fatal. Me queman el estudio de Gijón, en 1995. Aquello parecía la antesala del infierno. Para mí estaba clarísimo que fue intencionado, pero era difícil de probar. Cuando a las doce y media los bomberos me dejaron subir a echar un vistazo vi un cuartín que había servido de chimenea, con un trozo del techo y del suelo rotos. Dos miembros de la Policía Criminal, que habían sido alumnos míos en el Instituto, me dijeron en ese momento que estaban esperando a dos compañero investigadores de Oviedo, luego no estaba nada claro que hubiera sido un accidente. Luego no hubo manera de demostrar nada, pero yo aquello lo atribuyo a la reforma de la plaza del Humedal de Gijón, cuando se retiró el monumento a los mártires de la cruzada. Nos reunimos Sanjurjo, Alba y yo con tres arquitectos del Ayuntamiento y yo presenté después una maqueta. El concejal Jesús Morales recibió unos anónimos manuscritos (yo vi uno de ellos), que decían que el que tocara el monumento de los mártires se jugaba la vida. Perdí mucha obra en el incendio, pero sobre todo fue el efecto psicológico. Me acuerdo que mientras estaban los bomberos arriba, Jorge Fernández León me preguntó qué necesitaba. Le respondí: "Chico, estoy como si me hubieran cortado los brazos y las piernas"».

Cerca de Lavapiés

. «La política me ha dado satisfacciones cuando la gente me ha pedido que tuviera alguna responsabilidad, pero mi postura fue siempre la de ser un militante más. Y siempre he dicho lo que creía en un partido que empezó siendo muy democrático, porque el sistema al principio era una pizarra, los nombres que se proponían para una lista y los votos. Más democrático, imposible, pero hoy quien decide son las ejecutivas. Y el hecho final fue que un día en una asamblea del partido con Jesús Morales alguien me llamó iluminado. Chus Morales entró en el partido porque yo le avalé. Yo veía en UGT que Jesús estaba siempre en su mesa, atendiendo a quien fuera. Me viene un día Carlos Zapico y me dice que Jesús quiere afiliarse al partido pero no tenía avales porque venía de la Liga. "Pues yo te digo una cosa: es un hombre que trabaja en serio". Y dijo Carlos: "Si tú lo avalas, yo también". Y así ingresó. Un día daba Chus una charla sobre urbanismo e intervine diciendo que había dos problemas pendientes en Gijón: la estación y el paseo del Muro. En segundo lugar intervino un chaval que acaba de entrar hace poco en el partido, y empieza el discurso diciendo: "Si yo también fuera un iluminado?". Le repliqué que "puedes echar mis argumentos al suelo y puedes decir lo que te dé la gana, pero no me insultes; me he criado cerca de Lavapiés y te aseguro que tengo un repertorio de insultos que te puedes sentar". Total, que al día siguiente me fui a la Caja de Ahorros y dije: "Cuota del PSOE y cuota de UGT, no paguen ni una más".

Valverde y Leonardo.

«Dentro de dos meses tendré 84 años y hace poco lo comentaba con otro amigo pintor: "Mira, estoy contento porque no sé lo que va a pasar con mi pintura". Si quiero vivir cuatro o cinco años más es para ver por dónde demonios me lleva la pintura. El primer dibujo original que yo vi en mi vida, siendo crío, fue el del tío de un compañero. Tenía un fondo color ocre y con el lápiz había hecho un paisaje, una casa, unos árboles, una cerca?, y con blanco había hecho la nieve. ¡Coño!, aquello a mí me parecía un milagro, cómo en un papel se podía convocar la naturaleza con tan poco. Hoy trabajo en el campo: planto árboles, corto la hierba?, y luego voy al cuadro y llevo parte de los que he hecho en el campo, y al revés, lo que hago en los cuadros lo llevo al campo. Va por ahí. Yo creo que he sido siempre un pintor con un fondo ecológico y me acuerdo mucho estos días de lo que me dijo mi profesor Valverde cuando le enseñé mis primeras pinturas de inventiva (algo que Leonardo ya había dicho mucho antes): "No te olvides de la naturaleza"».