La acadesina es, según el catedrático de Bioquímica Carlos López- Otín, «una molécula no muy complicada»; pero, en su aparente sencillez química, es capaz de acabar de forma selectiva con las células tumorales responsables de las leucemias de tipo B. Su descubrimiento para la terapia del cáncer, y el posterior desarrollo hasta convertirla en un fármaco capaz de curar, recibieron ayer el primer premio de biomedicina aplicada «Valdés-Salas». El galardón, concedido por la Fundación que lleva el nombre del fundador de la Universidad de Oviedo, lo recogieron ex aequo el «padre de la criatura», el investigador Joan Gil Santano, y la vicepresidenta ejecutiva de Advancell, Clara Campás, en representación de la empresa que se atrevió a soñar con su desarrollo.

«Si hace un año a Joan y a mí nos hubiesen dicho que hoy estaríamos aquí, no nos lo hubiésemos creído», reconoció Campás al inicio de su discurso. La vicepresidenta de Advancell conoce muy bien el proyecto de la acadesina, porque para elaborar su tesis doctoral formó parte del equipo de Gil Santano. Primero puso su granito de arena en el trabajo de laboratorio, y ahora lo hace para lograr que alguna de las grandes farmacéuticas globales dedique su personal -y su dinero- a la aventura de convertir esta «no muy complicada» molécula en un gran medicamento. Los resultados de los primeros ensayos con pacientes los avalan.

Tras encontrar en Japón un proveedor que suministre el principio activo -la acadesina- con la calidad farmacéutica suficiente, y cerrar con éxito la experimentación con animales, comenzaron los ensayos con más de 25 pacientes en ocho hospitales europeos. Con la colaboración de médicos especialistas en leucemia linfática de Bélgica, Francia, el Reino Unido, Estados Unidos y España, la acadesina -bajo el nombre comercial de Acadra- ha demostrado ser capaz, según Campás, «de hacer las tres cosas que le pedíamos: es segura, se puede administrar a pacientes, alcanza los niveles necesarios sin ser tóxica y disminuye de forma importante la masa tumoral». Para lanzarla, Advancell lleva invertidos, sólo en el último año, 4 millones de euros, sin contar los sueldos ni el medio millón necesario para las patentes. «La idea es ofrecer un producto útil a la sociedad; si no, nada de lo que estamos haciendo habrá tenido sentido», sentencia.

Los discursos de Campás y Gil Santano, que agradeció el trabajo de su equipo durante los últimos diez años, fueron un alegato de la belleza del trabajo científico y de la necesidad de convertir la investigación en un motor capaz de sacar al país de la crisis a través de la transferencia de conocimiento. También un llamamiento a las empresas, para que crean en la «investigación de calidad y orientada a resultados» que surge de las universidades -la acadesina es el primer fármaco surgido de una Universidad pública española, en este caso, la Universidad de Barcelona-, y a los científicos, para que sean conscientes de la «necesidad» de lograr la transferencia tecnológica. «Debemos retornar a la sociedad lo que ella misma ha invertido en nosotros», afirmó Campás. Ellos han elegido hacerlo a través de cajas de medicamentos que lleguen a los pacientes en los hospitales

Según el secretario de Estado de Investigación, Felipe Pétriz, la concesión del «Valdés-Salas» a los padres de la acadesina es un «excelente ejemplo» de cómo la ciencia puede contribuir a la salida de la crisis: implicándose en la creación de riqueza. Para lograrlo, Pétriz explicó cómo la nueva ley de ciencia impulsará la transferencia del conocimiento a través de la creación de vínculos entre la comunidad científica y las empresas. «Buscamos compañeros de viaje», añadieron los premiados.

El rector de la Universidad de Oviedo, Vicente Gotor, lamentó que la investigación siga siendo «un trabajo callado, y no suficientemente reconocido por la sociedad». «Si no nos entienden es difícil que nos valoren y que nos crean», advirtió. «Nuestra investigación tiene mucha calidad, pero necesitamos más medios para desarrollarla, y más transferencia, para que el círculo se cierre. Tenemos el conocimiento: es responsabilidad de la sociedad aprovecharlo», apostilló.