Oviedo, J. A. O.

Once y media de la noche del pasado domingo. El último Alvia del día entre Madrid y Asturias entra en la estación de Oviedo y se detiene. Decenas de viajeros se apean del tren. Sin embargo, una veintena de pasajeros que va en los vagones números nueve y diez, los más cercano a la locomotora, no pueden bajarse del convoy y, contra su voluntad, continúan viaje hacia Gijón, adonde llegan poco antes de la medianoche. «El tren paró donde no había andén, entre unas vallas, y no nos pudimos apear», explica una de las viajeras afectadas.

Previa consulta con el maquinista, uno de los empleados de Renfe que viajaba en el tren aseguró a los indignados viajeros que el convoy se había detenido correctamente en el andén de la estación ovetense y que todas las puertas funcionaban perfectamente. Por tanto, a su entender, toda la responsabilidad de lo sucedido recaía en los pasajeros, que habrían podido bajarse del convoy con toda normalidad.

Sin embargo, la versión de los viajeros, muy molestos tanto por lo sucedido como por las formas un tanto «chulescas» del responsable de la empresa, es radicalmente contraria. Los pasajeros de los vagones nueve y diez que iban para Oviedo se levantaron de sus asientos cuando una azafata alertó, a través de la megafonía, de la proximidad de la estación. Sin embargo, cuando el tren se detuvo ninguno de ellos apretó el botón verde para abrir la puerta. Así, de pie, pasaron unos minutos, hasta que el Alvia retomó la marcha hacia Gijón con todos esos pasajeros a bordo.

¿Qué había pasado? Los viajeros que estaban más próximos a la salida aseguran que la puerta no estaba frente al andén y que, por tanto, pensaron que no era la parada definitiva y que el convoy se iba a mover un poco para permitir que se apeasen con normalidad. No fue así y el tren retomó el camino a Gijón para sorpresa de unos pasajeros dispuestos a presentar la correspondiente reclamación ante la compañía. Algunos, nada más bajarse en la terminal gijonesa de Sanz Crespo, cogieron taxis para regresar a Oviedo, mientras que otros hicieron lo propio en vehículos particulares.

Por otro lado, varios usuarios del Alvia de Renfe que parte de Madrid hacia Gijón a las tres menos veinte de la tarde se han quejado del mal estado de los servicios higiénicos. Este tren llega a la capital de España procedente de Alicante y, según los viajeros, Renfe debería de limpiar los váteres en la capital antes de que el convoy retome la ruta en dirección al Principado.