Oviedo, M. J. I.

Fructuoso Pontigo, portavoz de la Coordinadora Ecologista de Asturias, aseguró ayer que las organizaciones conservacionistas no se oponen a un control de la población de lobos, «pero sólo cuando haga falta y sobre cifras reales».

Pontigo se mostró extremadamente crítico con las formas de pastoreo que proliferan en la montaña asturiana «hemos pasado de un modelo de práctica ganadera en el que el pastor estaba pendiente a otro de pastoreo por prismáticos, a cargo de un colectivo de prejubilados que tiene un montón de reses en el monte». Añadió que donde hay perros mastines y se guardan las vacas por la noche, apenas se registran daños por ataques. Tanto Pontigo como Alberto Fernández, representante ecologista en el Consejo del Lobo, que no se reúne desde el año 2010, se oponen a que la especie se cinegética. «En Castilla-León lo es y hay más lobos que en Asturias», comentó Pontigo.

También recalcaron que para un cazador matar un lobo es un lujo. «No lo hacen para comer, es por tener un trofeo», indicaron.

Luis Arias, presidente de la Sociedad de Caza de Tineo consideró que un cambio en la gestión del lobo las zonas limítrofes con las reservas naturales será «un problema, porque lo gestionará la administración para que paguemos nosotros, como siempre», indicó.

En el «limbo»

El lobo disfruta en Asturias de un status indefinido. Ni es especie protegida ni se puede cazar. La cifra exacta de ejemplares tampoco está clara. El año pasado el recuento arrojó veintisiete grupos, con indicios de otros cuatro más.

Plan de gestión

El Plan de gestión del lobo en Asturias se aprobó en 2002, pero tenía que haberse revisado en 2007, lo que nunca se llegó a hacer.

Batidas inciertas

Tanto los cazadores como los ecologistas y organizaciones ganaderas aseguran no conocer cuántos de los 47 ejemplares que estaba previsto abatir este año, según los planes de la Administración, han sido eliminados realmente.