San Martín del Valledor (Allande), Pepe RODRÍGUEZ

La devastación que sufrió el Valledor en la noche del 23 de octubre originó un enorme daño en el medio natural, en la moral de la sociedad de la zona, en los recursos de los ganaderos y en no pocos edificios y pueblos de la comarca allandesa. Pero, junto a todo ello, una de las pérdidas más sensibles ha sido la de parte de la colección etnográfica que Antonio García Linares tenía en su casa, conocida como la Torre del Valledor.

Este conjunto arquitectónico perdió dos tercios de sus edificios: la panera y la casa, mientras que la propia torre con la capilla pudieron sobrevivir al fuego. Antonio García Linares, cronista oficial del concejo de Allande, guardaba en esos edificios buena parte de los objetos y documentos que había conseguido obtener tras toda una vida de investigación y amor por el mantenimiento de la cultura de su tierra, de todo el Valledor, de todo Allande.

Conscientes de la enormidad de la pérdida etnográfica, patrimonial y cultural, un grupo de intelectuales asturianos decidió acudir ayer a San Martín del Valledor a ver y a escuchar Antonio García, observar su drama de primera mano, mostrar su apoyo y, finalmente, cerrar la jornada con una comida de confraternización en Pola de Allande.

La iniciativa partió de Ignacio Arias Díaz, letrado de la Junta General del Principado, que tenía relación con la zona pues en su día estuvo en el Valledor -en San Martín concretamente- con ocasión del desarrollo del II Módulo de Campo del Derecho Consuetudinario Asturiano. La organización de la visita, que contó con un autobús que les trasladó por la comarca, corrió a cargo del abogado Ramón Fernández-Mijares Sánchez.

La lista de asistentes se completó con José Ignacio Álvarez Sánchez, presidente de la Audiencia Provincial; Julio Carbajo, profesor de Derecho Civil de la Universidad de Oviedo; Marta de Nicolás, abogada; Pelayo Mijares, abogado; Carmen Mestre, viuda del letrado Gerardo Turiel; Andrea García Robés, abogada; Enrique Valdés Juglar, decano del Colegio de Abogados de Oviedo; Begoña Escalona, abogada; Elena González, investigadora; Manuel García Linares, artista; Ángel Villa Valdés, arqueólogo; Víctor Vázquez, biólogo miembro del RIDEA; Fernando Fueyo, pintor; Salvador Rodríguez Ambres, guarda forestal, y José Antonio Fernández Prieto, profesor de Botánica.

La visita a San Martín se inició en los restos que quedan de la casa y la panera de la Torre del Valledor. García Linares explicó al grupo cómo en ambas edificaciones tenía almacenados, en cajas rotuladas, documentos relativos a la familias que habitaron el valle y sus linajes. También les mostró los restos de las viejas barricas que tenía en la parte baja de la casa y el estado, calcinado, en que quedaron las maderas de la desaparecida panera. En ambos edificios García Linares guardaba antiguos aperos de labranza, maquinaria artesanal, un carro del país...

El grupo visitó, a continuación, el resto del pueblo de San Martín, deteniéndose en varias de las casas quemadas y, especialmente, frente a la escuela pública que se había remodelado para convertirse en la sede de la parroquia rural. Allí también ardieron documentos y equipos imprescindibles para el funcionamiento de la parroquia, documentos sobre los habitantes, ordenadores, etcétera.

Otra de las paradas del grupo fue ante el abeirigo, construcción típica de las parroquias rurales donde los habitantes podían guarecerse, con el ganado y la caballería, para llevar a cabo las reuniones sobre pastos, caminos y demás asuntos propios de la vida en estas zonas. Ignacio Arias explicó: «La destrucción del retrete público y el abeirigo se suma a la enorme pérdida patrimonial ocasionada, con la de la casa del cirujano y la panera, de Antonio. Esta tragedia cultural también debe ser conocida porque constituye un acontecimiento irreversible que daba fe de una parte importante de Asturias. La hierba vuelve a crecer, la repoblación forestal remedia la destrucción, pero la pérdida cultural es irrecuperable».

A la entrada de la capilla de la Torre del Valledor hay una cita, en asturiano, que dice: «Cuando un huésped viene, Dios viene». En la visita de ayer a San Martín la frase se completó de la siguiente forma: «Y cuando viene el fuego, ¿dónde está Dios?».

San Martín del Valledor (Allande), P. R.

José Naveiras, más conocido como Pepe el Ferreiro, figuraba en la lista de personalidades que iban a acudir a San Martín del Valledor para comprobar el destrozo que el fuego había realizado en los documentos y propiedades de Antonio García Linares. Pero no pudo hacerlo por un motivo que pocas veces se esgrime: por falta de valor. «No nací para esta sociedad decadente, porque no lo paso bien. Yo no me atrevo a ir donde la desgracia es tan palpable, porque me desarmo y me hundo». El Ferreiro se siente muy unido al Valledor, y eso ha hecho que no quiera revivir la tragedia que el fuego causó: «Desde pequeño he estado unido a esta comarca y sé que no podría soportarlo. Eso es para gente de carácter fuerte, y yo no lo soy. Sólo tengo carácter fuerte cuando me cabreo y no me sirve más que para dejarme mal».

José Naveiras sabe bien todo lo que ha perdido Antonio García Linares. Y también sabe que no se puede cuantificar económicamente: «Antonio lo perdió todo. Nunca se pueden cuantificar matemáticamente 40, 50 años de estudio, de investigación, toda una vida de amor a algo. Es una ruina absoluta». A sus amigos los vio más tarde, tras la visita, para comer en Pola de Allande.