Llevo varios días que no vivo en mí. Igual que el garciamarquiano coronel que no tiene quien le escriba espera en balde la carta del ministerio comunicándole la pensión, este humilde gacetillero aguarda en ascuas la llegada de un nuevo documento de Álvarez-Cascos, hombre ya conocido como «Rectificator», el desaforado ángel rectificador astur. Témome, Dulcinea, que nuestro «Sancho» de la enmienda necesite aclarar una información de este plumilla sobre el modesto «pisito» que tuvo a bien comprarse en Santander cuando se supone que no pensaba venir a vivir a Asturias. Ay, qué tiempos aquellos. Entonces Cascos disfrutaba de la pasión por el arte que adquirió cuando era ministro de Fomento y luego desarrolló durante los ocho años posteriores en los que abandonó la política para dedicarse intensamente a colaborar en la decoración de las diputaciones, las cajas de ahorros y los aeropuertos de toda España. Mismamente en la plaza de la Escandalera de Oviedo o en Santiago del Monte, Castrillón, con los caballos de Manolo Valdés que lucen ante la sede Cajastur o los cuadros que miles de asturianos contemplan cuando viajan en avión desde el aeropuerto.

A lo que iba, y sin iva: en esta misma sección escribí que el presidente del Principado había declarado una hipoteca de un millón de euros por la chocita cántabra de su propiedad. Error. El crédito sobre el piso, valorado en 1,3 millones de euros, es de 948.000 euros. Ante la insólita falta de reacción de Cascos, que no rectifica, acabo de entregar en persona en el periódico un escrito de autorrectificación contra mí mismo. En el texto aclaro que cuando decía un millón de euros Arturo Román, o sea yo, no se refería al millón de un uno y seis ceros sino a lo que se entiende ahora en Europa por un millón, que son 948.000 euros con redondeo al alza. También en el escrito de rectificación, que sigue la escuela casquiana del género rectificatorio, se decía que si uno invierte ese millón (lo que viene siendo un millón a la europea, o sea 948.000 euros) y aplica sobre él los criterios de «gobernanza» entendidos también a la europea, bien puede lograr unos intereses de 0,30 euros. Pero si por el contrario lo que aplica para gestionar el millón de euros es el criterio de la «gobernabilidad» entonces se obtienen unos intereses de treinta céntimos de euro, que en realidad no son lo mismo, aunque... Bueno, ese asunto igual me lo autorrectifico mañana.

El caso es que estamos ante un caso de eficacia paradigmática en la gestión de los recursos escasos. Nadie se explica cómo con el sueldo de 64.000 euros anuales que cobra el presidente del Principado se puede hacer frente a la hipoteca del casi millón de euros de la casita de Santander, por muy generosos que sean el plazo y los intereses de dicha hipoteca. Si fuera a doscientos años, a un interés de amigo, y teniendo en cuenta el revulsivo que va a suponer para Asturias su amado liderazgo, es posible que con los bonus que reciba por tan impagable gestión salga del atolladero. Si todos los que tienen una hipoteca pudieran gestionarla tan bien como el Presidente, miel sobre hojuelas.

Cascos es reiterativo a más no poder. Uno de sus subordinados llegó a comentar de él: «Es cierto que me volvió loco, pero también es verdad que me pagó el psiquiatra para curarme». Pero en este asunto del piso, nada de nada. La carta para ejercer el mal llamado derecho de rectificación no llega y el menda se consume, se siente frustrado. Dice el amado Presidente, y Presidente amado, que no lee LA NUEVA ESPAÑA, lo cual, visto su elevado grado de control sobre todos los textos y su prolífica actividad rectificatoria, es un milagro. ¿Cómo se puede enmendar lo que no se sabe que existe? Ahí tienen los filósofos un problema ontológico para entrar en la posteridad, porque ciertamente, tal parece que «Rectificator» no hojea LA NUEVA ESPAÑA sino que la ausculta durante horas de cabo a rabo, lo mismo las esquelas que la página de contactos, en busca de una errata incriminatoria.

«Si hoy es martes, esto es Bélgica». Así se titula una antigua película que retrata a un grupo de turistas perdidos por Europa. «Si hoy es viernes, esto en Madrid», podría reinterpretarla Cascos. No hay fin de semana sin un acto del Presidente de todos los asturianos en la capital de España. Ayer, mismamente, andaba por la Feria Internacional de Turismo. ¿Será para recuperar terreno electoral frente al Partido Animalista y al Partido Anticapitalista que le rebasaron en votos en las últimas elecciones en el condado de Aguirre? Y también tendrá que pasar algunos días en el pisito de Santander para rentabilizarlo algo, no todo va a ser estar metido en la sede presidencial, y, claro, así quién saca adelante unos Presupuestos o resuelve problema alguno en la comunidad a la que vino como salvador.