Oviedo, L. Á. VEGA

Los montañeros se muestran poco favorables a instalar una pasarela en el punto en el que la Senda del Cares se ha venido abajo, debido al mal estado de la pared, que podría provocar nuevos derrumbes. Los conocedores de la senda son más partidarios de que se horade la pared en el punto en el que se ha venido abajo, de forma que el camino salve la curva que hace ahora. Esta solución, sin embargo, sería un duro golpe para la ruta, puesto que es ahora en primavera cuando comienzan las excursiones por esta «garganta divina», uno de los iconos de la naturaleza asturiana.

Juan Rionda, presidente de la Federación de Montañismo de Asturias, quiere dejar claro que la restauración de la senda no tiene una gran relevancia para los montañeros, sino para los turistas y quienes viven del turismo, para quienes supone «un palo». Conviene Rionda en que se hace necesario repararla lo antes posible, dado que la estación veraniega se acerca.

«No me arriesgaría a poner un puente colgante, porque no me fío de la roca caliza. La parte superior de la senda, en el punto que se vino abajo, está llena de piedras sueltas que pueden caer en cualquier momento y pueden aplastar el puente y a las personas que puedan estar pasando por él», opina Rionda. «Horadaría la peña al interior, unos 15 o 20 metros, como se hizo hace más de sesenta años cuando Viesgo abrió la ruta. Sería más seguro que un puente», añade el presidente de la Federación.

El desplome de la senda ha puesto en primer plano la seguridad de la Ruta del Cares, por la que pasan casi medio millón de senderistas al año. «Antes que poner barandillas, que desharían el paisaje, haría hincapié en recomendar que no se haga el tonto. Cuando hacemos la Ruta del Cares, tenemos que ser conscientes de que tenemos que andar 11 kilómetros con una concentración total, con los cinco sentidos. Hay que hacer las máximas recomendaciones, más si se va con niños pequeños. Yo voy y no disfruto. Hay que ser consciente de lo que se está haciendo», añade Rionda.

El experto montañero Francisco Ballesteros ha propuesto, a raíz del desprendimiento, la recuperación de la senda tradicional, que salvaba la zona del derrumbe por la margen derecha del Cares, a través de El Pando, Impividre, el Sedo de Inabio, la Canal de la Raíz, El Barrenao, Los Papos, la riega de Cerezales y La Sota, donde podría ganarse de nuevo la senda. «No es una ruta para turistas, aunque sí puede ser llevada a cabo por montañeros y senderistas», indicó Ballesteros. Ese camino alternativo añadiría un cierto aliciente a la ruta, aunque sólo fuese por el esfuerzo. Ballesteros indica que sólo supone una hora y media más de trayecto. En lo que no está de acuerdo es en hacer una pasarela, debido al riesgo de nuevos derrumbes.

Carlos González, secretario del Grupo de Montaña Ensidesa de Gijón, se muestra partidario de recuperar esa ruta que usaron durante décadas los lugareños. «Todo lo que sea genuino merece la pena», resume el montañero. González indica que su grupo apuesta por «la solución más inmediata» para la senda. En mayo, el Grupo Ensidesa tenía programada su salida al Cares, de dos días. González se muestra partidario de una pasarela siempre que «reúna las máximas condiciones de seguridad». La recomendación de caminar sólo hasta la zona del argayo y dar la vuelta no les vale. «Hay que encontrar una solución rápida por el bien del turismo y de los grupos de montaña», añade.

Simón Blanco, del Grupo Torrecerredo de Gijón, indica que «calar la peña puede ser difícil, pero quizá sea una inversión necesaria para algo tan importante como la Senda del Cares». La solución del puente estaría bien si fuese absolutamente segura. Y es que, según indica, hay que tener en cuenta que por la senda pasa mucha gente.