Bueño (Ribera de Arriba),

María José IGLESIAS

Y llegó el día después. Bueño amaneció ayer con resaca perezosa tras la intensa jornada de la entrega del galardón al «Pueblo ejemplar» de Asturias. Si el sábado la lluvia se coló en la celebración, el sol recibió ayer, domingo, a los visitantes. Muchas personas pasaron por esta localidad de Ribera de Arriba porque no quisieron esperar más para conocer la capilla de San Juan de Mata, el Museo del Hórreo, La Caleyina, la plaza, la casa Corrines y todos los recovecos de un pueblo con corazón de madera de castaño que los Príncipes visitaron anteayer. El tirón de la visita de Felipe y Letizia se notó desde primeras horas de la mañana.

La localidad despertó engalanada aún con las banderolas de España y Asturias que adornaron el recorrido de la comitiva oficial, encabezada el sábado por el heredero de la Corona y su esposa. Los 120 habitantes de Bueño retomaron la actividad normal de un domingo y aprovecharon para realizar tareas atrasadas. Fue el caso de David Villa, padre de Olga Villa, la niña de 3 años que se ganó la simpatía del Príncipe Felipe, al hacerse de rogar para que le diese un beso.

Mientras David y su amigo el ovetense Alberto Montes escogían fabas debajo del hórreo, Olga jugaba con un muñeco de Minnie Mouse y su perrita «Loa», ajena al eco local que tuvo el beso que le dio el Príncipe, que recogió LA NUEVA ESPAÑA en una completa secuencia de imágenes. La pequeña reconoció ayer que los Príncipes son «muy guapos y simpáticos» y aseguró que hoy algún compañero le dirá algo en el Colegio de Soto de Ribera. «El sábado me lo pasé muy bien», añadió. Al lado, su padre, que cultiva fabas en los ratos libres, confía en que la repercusión de la visita reporte beneficios al pueblo. Las calles de la localidad destilaban limpieza y orden, con las macetas aún perfectamente colocadas, los jardines impecables y la pintura de las fachadas sin un solo rasguño. Este estado de perfección rural era más notable en las calles que conformaron el recorrido oficial de los Príncipes. Bajo los hórreos aún se encontraban panoyas de maíz, el llagar de sidra y las vallas que se emplearon para acotar los espacios a lo largo del paseo. Sin lluvia, Bueño lucía diferente. Si algo resaltaban los vecinos era la alta participación de público en el acto, a pesar de que el tiempo no acompañó.

Juan Ramón Barreñada y Elena Jiménez fueron dos de las personas que quisieron recorrer ayer Bueño, adonde van a menudo. «Hoy lo miramos con otros ojos, está todo mucha más cuidado», señalaron. Viven en La Manjoya y son habituales de esta localidad, ubicada a escasos minutos de Oviedo.

Los matrimonios formados por Senén Campo y Veli Fernández y Telvi García y Francisco Pérez decidieron desplazarse desde Luarca para rendir su particular homenaje a Bueño. Los cuatro cumplen escrupulosamente el ritual anual de acudir al pueblo premiado como ejemplar. «El año pasado estuvimos en San Tirso y ahora nos tocaba venir a Bueño, nos parece mucho más bonito que en la tele», señaló Senén Campo.

A los cuatro les llamaron especialmente la atención los hórreos. «Nunca habíamos visto tantos y tan bien conservados», indicaron. Para llegar, el GPS les jugó una mala pasada y llegaron a través de Las Caldas. «Una experiencia más», comentaron.

En la terraza del bar del pueblo -el único de la localidad- las bandejas con consumiciones volaron mañana y tarde. En una mesa de la terraza, Isabel González e Isidoro Asenjo, propietarios de una casa en Bueño desde hace 16 años, reconocían habérselo pasado muy bien en la recepción con los Príncipes. «A mi hija se le cayó el anillo cuando saludaba a la Princesa y un escolta lo recogió, ella se preocupó de que se lo devolviesen», explicó González, quien acudió a la Fundación al ver que su hija no había sido invitada a la comida. «Y allí no nos pusieron ningún problema», apunta.

Isidoro Asenjo considera muy importante que el nombre de Bueño haya sonado en Asturias y en toda España gracias a la concesión del galardón de la Fundación Príncipe. El pueblo les encanta. «Nosotros veníamos hace años invitados por amigos que tenían casa aquí y acabamos comprando una», indica.

Unos metros más allá, el grupo formado por las ovetenses Rosa del Rosal, Susana Arias, Josefa García, María del Carmen Inés y Carmen Diego mantenían una animada tertulia y destacaban todos los méritos de Bueño para ser acreedor de un premio para ellas más que justificado. Más allá de la limpieza, el orden, la muestra de arquitectura popular que esconde este enclave o las bellezas naturales del entorno, Rosa del Rosal resaltaba la excelente convivencia que existe entre los vecinos, pocos pero muy bien avenidos. «El pueblo es el mismo antes y después del premio», añadió.

A la ovetense Ana González nada de Bueño le resulta ajeno porque el pueblo es una de las paradas habituales del grupo de bicicleta BTT al que pertenece y con el que sale habitualmente a recorrer Asturias. Ayer, con otros compañeros, mientras esperaban la llegada del resto del grupo para comer en el bar, González también se asombraba ante la cantidad de gente que pasaba por las calles de la localidad cámara en ristre.

A los hórreos se les suma ahora como reclamo el monumento conmemorativo que inauguraron oficialmente los Príncipes, obra en acero corten del gijonés Juan Zaratiegi. En las proximidades de este pegollo metálico algún vecino se afanaba en quitar las banderolas, echar un ojo a la huerta y repasar los setos de los jardines. Otros respondían a las preguntas curiosas de los forasteros. La vida no se detiene. Ahora hay que dar ejemplo.