Oviedo, Marián MARTÍNEZ

«Haciendo cambios simplemente cosméticos no vamos a poder salir de la crisis, porque no es coyuntural, sino que se trata de algo mucho más profundo: es una crisis estructural de nuestra nación y de nuestro ordenamiento institucional». La frase es del asturiano Jesús Fernández-Villaverde, catedrático de Economía en la Universidad de Pensilvania y miembro de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), que impartió hace unos días una conferencia en Madrid para la Fundación Wellington en la que advirtió de la necesidad de afrontar ya profundos cambios económicos, laborales y educacionales en España. Tras destacar las fortalezas del país, el profesor se centró en las deficiencias, que abarcan desde el «abismal problema de falta de liderazgo», que debería resolverse cambiando el sistema de elección de la élite política y social, hasta la estructura institucional, fiscal y financiera.

Fernández-Villaverde no se mordió la lengua. Arrancó explicando que desde 2008 la economía española entró «en una recesión muy profunda que tocó fondo hacia abril de 2009», para vivir una cierta recuperación que se prolongó durante un año debido fundamentalmente al incremento del gasto público. Luego vino «una caída más lenta, pero que parece que no ha tocado fondo todavía. Llevamos cuatro años y no hay ninguna evidencia de que esto empiece a mejorar», advirtió. El origen de los males del país, según el economista, se remonta a los años 90. «En vez de sentarnos a intentar establecer las bases del crecimiento económico para las siguientes décadas, tuvimos la burbuja. El problema no fue que nos dedicásemos a construir casas en la mitad de Teruel, sino que nos olvidáramos de que España había llegado al límite de sus instituciones y de su modelo de crecimiento económico y de que era necesario cambiarla de manera muy profunda».

Lo que sigue es un extracto de las principales líneas argumentales expuestas ante un nutrido grupo de empresarios, altos ejecutivos y funcionarios.

l La estructura institucional. «El proceso de selección de las élite políticas y sociales es horrendo; hay que cambiarlo», afirmó. Según el profesor, los partidos políticos son «muy cerrados» y lo que importa en ellos «es la lealtad a los jefes». Fue más allá y señaló que la alta administración del Estado «tiene un sistema de selección de personas que no es el que España necesita».

Fernández-Villaverde ofreció ejemplos prácticos en los que comparó el sistema español y el norteamericano. Y concluyó que en España «se favorece más que nada la capacidad de preparar unos temas y exponerlos, pero no se mide la flexibilidad de una persona, sus dotes de dirección, su capacidad de ser un funcionario que realmente va a cumplir con sus deberes». De ahí que nadie del sector privado se sienta atraído por trabajar en el público.

l Los ayuntamientos. En la conferencia, y a preguntas de uno de los asistentes, Fernández-Villaverde, abogó por «reducir el número de ayuntamientos en un 80%», fusionando todos los pequeños y convirtiendo los de las ciudades con menos de 200.000 habitantes en corporaciones similares a las empresariales, a la manera de una especie de meros consejos de administración. Un modelo similar al estadounidense.

l La Universidad. El problema de la falta de liderazgo alcanza también a la Universidad, donde «los rectores no están preocupados porque la institución académica tenga el máximo nivel, sino porque el personal administrativo le apoye en las siguientes elecciones o porque los estudiantes estén contentos». Lo más doloroso, afirma, es que ninguna de las universidades españolas está entre las 200 del ranking de Shanghai.

l El sistema educativo. «Es un fracaso». Así de rotundo se expresó el economista, quien advirtió de que Portugal y Grecia tienen mejores resultados académicos que España y que sólo Turquía y Malta tienen mayor tasa de abandono escolar. «No se puede tener un país en la frontera tecnológica y económica mundial sin producir grandes estudiantes». ¿Y cuál es el problema? Pues que «si queremos vivir en una economía del conocimiento de alta tecnología, harán falta niños muy buenos en matemáticas, gente que sabe programar y que es buena en métodos cuantitativos». Pero la primera medida del Gobierno cuando llega al poder es: «como nuestros chavales no saben matemáticas, vamos a cambiar el nombre de una asignatura chorra por otro nombre todavía más chorra», una crítica referencia al cambio de «Educación para la ciudadanía» por «Educación cívica». Es decir, «cambios cosméticos».

l El sistema financiero. El país necesita un Banco de España independiente, «donde el gobernador sea independiente del Gobierno y la entidad cumpla con su misión».

l Las empresas. El economista afincado en Estados Unidos resaltó las empresas punteras a nivel internacional, como los bancos Santander y BBVA y otras como Zara. El problema es que como estas «tenemos muy pocas», mientras que «tenemos muchas empresas pequeñas» y que son «un poco menos productivas». En opinión de Fernández-Villaverde, la clave es cambiar la «estructura regulatoria y de mercado» que permita que haya mayor acceso a la financiación, más compañías de capital riesgo, y menos barreras al mercado interno, lo que favorecería el crecimiento de las empresas.

l La demografía. Un asunto que considera importantísimo y al que hay que buscar soluciones y apoyo a la fertilidad porque si no se hace ahora, «¿quién va a pagar la sanidad y las pensiones en 2049?». Deben tomarse decisiones ya respecto a este asunto, porque esta cuestión «no es la crisis. En España estamos siempre obsesionados con el regateo a corto plazo» y no se piensa en los problemas que se van a tener dentro de 30 años.

l El endeudamiento. El gran problema ha sido el endeudamiento privado, y «apenas se ha reducido», aseguró Fernández-Villaverde, quien señaló que lo más grave es que «en 2007 las cosas estaban claras y no se hizo nada para solucionarlas» y ahora la solución es muy dolorosa.

l Los presupuestos. Este año vamos a cerrar probablemente con un déficit de alrededor del 8%, según los cálculos de Fernández-Villaverde. En estas condiciones, «alguien le tiene que prestar dinero y la gente desconfía de nuestra voluntad de poner nuestra casa fiscal, nuestra hacienda, en orden». Así que la creación de un Consejo de Política Económica y Fiscal independiente, «como en Suecia e Inglaterra» es fundamental para que evalúe la situación fiscal de manera independiente. El problema es que a los gobiernos «les da miedo perder el control de la política fiscal y tener que dar explicaciones de verdad», sentenció.

l El mercado laboral. No funciona. Y la razón es que España tienen un sistema dual, donde un tercio de los trabajadores tienen un contrato temporal y dos tercios lo tienen permanente, «y donde los sindicatos responden exclusivamente a los intereses de sus votantes: un trabajador fijo, de unos 55 años, varón y de baja cualificación. El empleo les trae al fresco». Jesús Fernández-Villaverde sustenta esta afirmación con un ejemplo: Reino Unido, donde cae la economía, el empleo se reduce «un poquito pero, lo que es más importante, el salario real baja porque funciona el mercado de trabajo. Porque hay mucha gente que quiere trabajar, no hay suficiente trabajo para todos, baja el empleo y se ajusta».

Al margen de todos estos aspectos, el profesor apuntó otras reformas que tiene que abordar España con carácter inmediato. Entre ellas se refirió a la necesidad de impulsar la investigación y el desarrollo (I+D), cambiar la estructura administrativa para hacerla más sencilla y defender la competencia en todos los ámbitos.

«España necesita básicamente tres cosas: la fortaleza de entender lo que nos ocurre y de aceptar la realidad; la determinación para efectuar todos los cambios que se precisan, y el sacrificio de saber que esto va a ser doloroso», sentenció Fernández-Villaverde. Y puso tres ejemplos de que, con estos requisitos, el país puede salir adelante: Inglaterra, con Margaret Thatcher, Suecia, al principio de los noventa, y Holanda al principio de los años ochenta.