Oviedo, Marcos PALICIO

Con más de cuatrocientos pájaros en la cabeza, Víctor Vázquez y Luis Mario Arce han rematado la colección completa. Los han reunido en «Aves de la España atlántica», un cuaderno de campo ilustrado concebido como un compendio integral de las 286 especies que se pueden observar habitualmente en la España Verde, de las 157 que la visitan de forma ocasional y de doce variedades desaparecidas. Recién editada por la Fundación HC Energía, ha querido ser, en el resumen de Arce, «la primera guía de identificación» en este ámbito geográfico y la primera que cataloga con afán de globalidad la avifauna del hábitat que va del Miño al Bidasoa y conecta Asturias, «biogeográficamente», con Galicia, Cantabria, el País Vasco, el norte de León y el noroeste de Navarra. Arce, periodista de LA NUEVA ESPAÑA especializado en información ambiental, y Vázquez, biólogo y ex director general de Recursos Naturales del Principado, firman juntos, pero reconocen a dúo que no habrían podido solos. No sin la compañía de los dibujos del ovetense Gonzalo Gil, biólogo e ilustrador especializado en la vida silvestre. Juntos, describiendo la estructura y el hábitat de cada clase, pintándolas pájaro a pájaro en fichas individuales, han producido una publicación que asume una vocación práctica manifestada en el fondo -«las descripciones están pensadas para identificar las aves en el campo»- y rubricada por la forma, con un volumen manejable, apto «para llevar en el coche o en el bolsillo del pantalón», afirma Vázquez.

De las especies de alta mar a las de alta montaña, de las aves de paso a las residentes reproductoras y del gran quebrantahuesos al pequeño reyezuelo, el compendio sirve para sostener con palabras e imágenes un retrato de Asturias como «paraíso aviario». Que «eso es, sin duda», la región y su entorno, apunta Arce, por la colección de «especies que no se ven en ningún otro lugar de España o de Europa», por el cóctel que preparan la profundidad del patrimonio y su diversidad y por la bendición de la geografía: «Estamos en plena vía migratoria del Atlántico oriental, la más occidental para las aves terrestres en Europa», utilizada cada año por unos noventa millones de individuos de casi trescientas especies.

Por eso cabe un vuelo rasante a través de una minúscula parte de las clases de aves más representativas, la vuelta a Asturias en un decálogo de especies elegidas a medias entre los autores de la guía. Con libertad, combinando inclinaciones personales con criterios medioambientales y estéticos, Arce se irá más veces a la costa y Vázquez escorará con frecuencia hacia las variedades de bosque y montaña.

VÍCTOR VÁZQUEZ. ¿Empezamos? Yo soy de bosques y ahí hay que hablar del urogallo, que no está bien, que no sabemos lo que le pasa, que es uno de los símbolos y un tesoro nacional de Asturias.

LUIS MARIO ARCE. La población ha disminuido muchísimo, va en picado. De seguir como hasta ahora, y no hay ningún indicio de que pueda cambiar en poco tiempo, es probable que desaparezca.

V. V. Resulta difícil saber lo que le pasa. Es una especie a la que no se ha prestado mucha atención durante años y ahora se quiere llegar a conclusiones en poco tiempo. Es tan huidizo, tan difícil de ver... Tendríamos que tener más conocimientos. El caso es que el urogallo cantábrico ya queda sólo en Asturias y en León. En Galicia y en Cantabria, que fueron áreas de distribución a mediados del siglo pasado, está prácticamente extinguido.

L. M. A. En la costa, el cormorán moñudo tiene colonias importantes en Asturias y un gran significado desde el punto de vista de la conservación. Se percibe una mortalidad elevada en cotos de pesca, pero la especie también se ha visto afectada por la presencia de visones americanos en granjas peleteras gallegas, que se escapan, acaban en el occidente de Asturias y actúan como depredadores. Por contrarrestar, podemos citar también alguna de las nuevas colonizadoras, como la pardela cenicienta, declarada «ave del año 2013» por la Sociedad Española de Ornitología. Las aves marinas son uno de los grandes atractivos de la avifauna asturiana. La migración de aves pelágicas en dirección suroeste confluye en esta zona y la Punta de La Vaca, en Gozón, o cualquier promontorio similar son lugares ideales para observarlas.

V. V. Pero lo más bonito es salir en barco a verlas.

L. M. A. Hay salidas al menos desde Gijón y Avilés y suele venir bastante gente de fuera.

V. V. ¿Subimos al monte? El treparriscos es un pájaro de alta montaña que aquí está en el límite suroccidental de su área de distribución en el mundo. Fue uno de los primeros que conocí, en las Ubiñas, con mi primer guía de campo, metiendo el pico entre las rocas, buscando arañas. Con el plumaje de las alas negro y rojo, cuando vuela es como una mariposa.

L. M. A. Vamos a una ría, a buscar al zarapito real.

V. V. Y al zarapito trinador, su primo pequeño.

L. M. A. Es el símbolo de la ría de Villaviciosa, un ave limícola, grande, especialista en explotar moluscos, crustáceos o gusanos en el limo, con distintas longitudes de patas según los sustratos y el tipo de comida que busca. Crió aquí hasta los setenta y ahora sólo en A Terra Chá, en la provincia de Lugo, pero en Villaviciosa hay poblaciones migratorias importantes en invierno.

V. V. El pico mediano, un ave hermosísima. Un pájaro carpintero muy peculiar, muy ligado a bosques muy maduros de robles del entorno de los Picos de Europa, y sólo de los Picos de Europa. Es como un fantasma, muy difícil de ver, muy esquivo, porque hace nidos bajos en el tronco, pero se pasa el día en la parte alta de las copas de robles de treinta metros. Si hablas, eso sí, a veces viene a verte, sobre todo si está en celo. Vive sólo en robles muy grandes, quiere árboles con la corteza muy quebrada y busca la comida entre las grietas.

L. M. A. El ruiseñor pechiazul. Aparte de por bonito y buscado por los ornitólogos, porque en Asturias coinciden tres poblaciones distintas con orígenes diferentes: unas reproductoras, que vienen en primavera-verano, otras de paso y una tercera subespecie que se queda en la costa a pasar el invierno.

Una vez catalogada muy básicamente la antología ornitológica de Asturias, quedaría buscar una buena atalaya para observar. Arce se dice «casi obligado a elegir la ría de Villaviciosa, el espacio que más he trabajado», pero a la pregunta por un pájaro favorito escoge el quebrantahuesos, «lo que me lleva a los Picos». La explicación es que «no hay ningún ave que no me guste o no me interese. Me quedo ensimismado con los gorriones». «A mí, búscame en Muniellos», le replicará Vázquez. «Si hay un bosque en este mundo, ése es Muniellos, aunque no esté el pico mediano y los que sí están sean difíciles de ver, porque los árboles también impiden ver los pájaros». El pico mediano podría pasar por su especie preferida si no fuese tan difícil elegir. Está el herrerillo capuchino, el mito... «No se sabe quién diseñó los pájaros, pero los diseñó muy bien».

Por eso duelen las amenazas. Es cierto, apunta Víctor Vázquez, «que ahora abundan más las aves» que «cuando yo empecé, con trece añinos. Ver un pájaro raro, como una garza real, era una fiesta, porque se mataba todo lo que se movía». Pero también se hacen evidentes los riesgos, «sobre todo los relacionados con alteraciones del hábitat», abunda Arce. La lista negra que encabeza el urogallo tiene más ejemplos significativos, entre otros el gorrión alpino en su papel de «principal víctima potencial del cambio climático, porque vive de 1.600 metros hacia arriba, con el hábitat muy ligado a los neveros. O el arao común, virtualmente extinguido a partir de la catástrofe del "Prestige"...».