Ya ha pasado un año desde que los socialistas ganaron las últimas elecciones autonómicas y, a diferencia de lo sucedido tras el triunfo de Foro en los comicios de 2011, hay una mayoría parlamentaria -fruto de la negociación entre PSOE, IU y UPyD- que ha consolidado un Gobierno regional estable, con un Presupuesto aprobado por la Junta General del Principado. Es decir, que hay un Gobierno que gobierna, lo que tiene gran relevancia dados los precedentes del Ejecutivo casquista, que se pasó prácticamente un año sin hacer nada debido a su arrogancia e incapacidad manifiesta para dialogar y llegar a acuerdos con alguien, en cualquier ámbito, no sólo el político.

Hay un Gobierno que gobierna. Pero eso sólo no basta. La situación económica y social de Asturias es cada día más crítica, con un número de parados que no deja de crecer y con un tejido empresarial que se debilita por momentos. Por supuesto que todo ello viene dado por una crisis global y nacional de enorme calado. Y que por lo tanto no se puede responsabilizar de lo sucedido a unos gobiernos autonómicos cada vez más asfixiados por el déficit público y por los recortes exigidos desde Bruselas y Madrid. Pero que la crisis esté por encima de regiones y hasta de estados no quiere decir que desde las comunidades autónomas no se pueda hacer nada para intentar frenar sus consecuencias. Y desde el Gobierno del Principado da la sensación de que no se está haciendo lo suficiente. Es como si al Ejecutivo que preside Javier Fernández le faltara fuerza, garra, en determinadas situaciones; como si se viera superado por los acontecimientos.

Por supuesto que no es fácil gobernar en momentos tan críticos como los actuales. Pero eso ya lo sabían el presidente del Principado y sus consejeros cuando llegaron al poder. Como también sabían que los recursos económicos iban a ser cada vez menos. Eso no puede ser disculpa para ningún gobernante. Lo que se espera de ellos es que afronten con el mejor ánimo posible las adversidades. Y, sobre todo, con imaginación. Puede faltar el dinero, nunca el ingenio, la creatividad, la fantasía incluso.