Soledad Murillo de la Vega coordinó, como secretaria de Políticas de Igualdad en el primer Gobierno de Zapatero, la elaboración de las leyes de Violencia de Género e Igualdad. Concejala en Salamanca y profesora de Sociología, participó ayer en la apertura de las jornadas sobre violencia en el Colegio de Abogados. Esta comprometida mujer está alarmada ante la posibilidad de que las amenazas y coacciones de los maltratadores dejen de ser delito en el nuevo Código penal, y por la falta de campañas institucionales contra la violencia de género.

-¿Hasta qué punto está influyendo la crisis en el descenso de las denuncias de maltrato?

-Hay mucha inseguridad económica, que hace que aplaces decisiones y trates de rehabilitar la relación. El problema es que, al no haber campañas, no sabes hasta qué punto la violencia puede ser algo perjudicial para tí o es algo que crees que puedes controlar. La escalada de la violencia va a más. Las denuncias bajan por las incertidumbres: ¿qué va ser de mí, qué va ser de mis padres, si los tengo que sacar de la residencia? Es un cambio tan grande que necesitas aplazarlo a un momento en que existan mejores condiciones. No es posible que haya campañas para que se use el casco en la moto y no sobre el maltrato. Perdonar y esperar a que las cosas cambien es muy femenino, pero no podemos esperar.

-¿Como se está aplicando la ley de Violencia?

-Me alarma mucho la nueva reforma penal, que plantea que las coacciones y las amenazas de los maltratadores dejen de ser delito. Nosotros no nos inventamos nada, fueron los médicos forenses los que nos dijeron: "Cuando alguien dice en una relación de violencia: "Te voy a matar", a continuación yo estoy con ella en la sala de autopsias. Hagan el favor de introducirlo como delito". Me preocupa que haya mediación en violencia de género, como propone el Gobierno, porque no puede haber mediación con alguien que tiene miedo. Estamos en un momento en que tenemos que resistirnos a una degradación de los derechos. El secreto es parte fundamental de la violencia, es la impunidad del agresor, que se especializa en aquella mujer que le va a guardar el secreto.

-Se ha dicho que esta norma rompe la igualdad ante la ley entre hombres y mujeres.

-Cuando un hombre amenaza a una mujer, ésta tiene miedo, te lo dicen los terapeutas. El miedo es un medio de control eficaz. Cuando hicimos la ley se nos planteaba el dilema entre la presunción de inocencia y el derecho a la vida, y optamos por salvar vidas.

-En Asturias hay quejas sobre el bajo número de órdenes de protección. ¿Son sensibles los jueces?

-La orden de protección se concede cuando el juez tiene pruebas de que esa persona está en peligro, pero el juez necesita cada vez más. Me parece que esas quejas están indicando un fallo de percepción con respecto a la especificidad que tiene la violencia de género. La obtención de pruebas debería adaptarse al tipo de delito. Es como los abusos a menores. Ningún pedófilo lo hace en público, y aún así son detenidos. En ese tipo de delitos sí hay otra forma de recoger las pruebas.

-Recientes informes hablan de un incremento de la violencia que sufren las adolescentes. ¿Qué se ha hecho mal?

-La nueva ley de Educación elimina del tercer ciclo la enseñanza de contenidos relacionados con los derechos humanos, que no cuentan para el curriculum, como sí cuenta la religión. Se han cargado la Educación para la Ciudadanía porque incluía la homosexualidad, pero también hablaba del respeto, de que no haya empujones. Hay que pedir que no se coarte la capacidad de un profesor para hablar a sus alumnos de derechos humanos.

-La crisis, ¿devastadora para la igualdad?

-La crisis, pero sobre todo el Gobierno. Tienes la posibilidad de decidir en qué vas a presupuestar. La ley de Dependencia se está derogando y eso implica que las mujeres van a tener que dedicarse a las labores de cuidado. Pero es que hay más. Tengo una diabetes y en diez años me quedo ciega. Pues yo no podría entrar en ningún servicio de atención, porque no soy una enferma severa. La cobertura social genera empleo. El último estudio que se hizo en Trabajo indica que generaría 600.000 puestos. No hay una sola política de estímulo de empleo, lo que hay es una reforma laboral que no da resultados, que lo dicen incluso los empresarios.

-La reforma del aborto, ¿otro ataque a la mujer?

-Con la reforma del gobierno de Zapatero quizá hubo un problema de explicación. Si se incluyó que las chicas de 16 años pudiesen decidir por sí mismas es porque se daba el caso de que los padres de clase social media-alta las obligaban a abortar. Me parece bien que se quite lo de los 16 años, vamos a generar menos tensión. Pero es que el país con menor tasa de abortos es Holanda, donde es casi libre. La diferencia es que aplica una política de anticonceptivos desde los colegios. Educación para la Ciudadanía hablaba de la sexualidad, pero eso se quitó, porque están muy sensibles con lo de la homofobia. Tienes que tener una política de anticonceptivos, porque nadie quiere abortar. En mi comunidad, Castilla y León, mujeres con abortos espontáneos son enviadas a Madrid para que aborten. Estas reacciones son muy conservadoras. Considerar a las mujeres como úteros me parece indignante.

-Formó parte del Gobierno de Zapatero, al que se ataca de forma inmisericorde, incluso desde el propio PSOE. ¿Injusto?

-La primera legislatura fue muy valiente, y lo que hay que ser es muy valiente reconociendo los errores, que los hubo tremendos, como cambiar la Constitución para incluir la estabilidad financiera, que debería haber tenido la salvedad de no tocar el cuarto pilar del Estado de Bienestar. Tampoco se debió indultar a un banquero. La segunda legislatura había que pasar el calvario de la crisis. Se actuó menos coordinadamente, de forma más presidencialista. La rehabilitación de un partido ya no pasa por las ideas, sino porque se cambie la estructura de decisión.