El fiscal de Medio Ambiente de Asturias, Alejandro Cabaleiro, pedirá la máxima pena para los dos acusados por la muerte, en agosto de 2012, de un oso en Porley (Cangas del Narcea) víctima de una trampa. La fiscalía solicitará así dos años de cárcel para los acusados M. A. A. -que trabaja como guarda en el coto de Cangas del Narcea- y N. R. F. -un vecino de Gijón que acude cada fin de semana a la casa familiar de Porley- por dos delitos: uno contra la fauna y la flora y otro por matar a una especie protegida. El juicio se celebrará en 2014, pero todavía está pendiente de fecha. Es la primera vez desde el año 1997 que la fiscalía solicita en Asturias la pena máxima recogida en el código penal para un delito contra la fauna y la flora.

"Se dan las dos acciones: la de colocar el lazo y la de haber cazado al oso pardo. Se puede decir que la persona que coloca el lazo no quiere matar al oso pardo, que quiere matar a otra especie, pero si pones un lazo en una zona restringida y de protección del oso pardo tienes que aceptar que puede caer un oso pardo. Eso es lo que se llama el 'dolo eventual' y es lo que nos permite entender que se ha cometido con plena voluntariedad y por lo tanto castigar de la forma máxima, aseguró Cabaleiro, en unas declaraciones realizadas el sábado en Avilés en el marco del XI Congreso sobre mamíferos y que fueron recogidas ayer por la TPA.

El oso, de entre cuatro y cinco años de edad y 108 kilos de peso, fue encontrado en agosto de 2012 en Porley con la pata delantera izquierda enganchada a un cordón de acero que pendía de un piornal. El ejemplar falleció durante las labores de rescate, coordinadas por un técnico de la Consejería de Agroganadería y en las que intervinieron veterinarios, guardas y técnicos del Principado, de la Fundación Oso Pardo y miembros del Seprona de la Guardia Civil. Todos ellos estuvieron durante más de media hora tratando de reanimar al animal, una vez que fue anestesiado, pero sus esfuerzos fueron inútiles. La necropsia realizada al oso concluyó que la muerte obedeció a una infección derivada del lazo y descartó cualquier relación del fallecimiento con la sedación que se le administró al animal durante las labores de rescate. En el informe remitido poco después se explica que, en concreto, el plantígrado falleció por una miositis gangrenosa de origen clostridial. La infección se agravó por el violento esfuerzo muscular que realizó el plantígrado para zafarse de la trampa durante el tiempo que estuvo atrapado, dado que la bacteria produce gérmenes que proliferan en las lesiones.

Los dos imputados negaron en marzo ante el juez haber colocado la trampa y aseguraron que no habían tenido nada que ver con el fallecimiento del primer oso pardo que muere en Asturias por la acción de los furtivos en las últimas dos décadas. "Había que buscar algún culpable y les ha tocado a ellos, pero no han hecho nada. Son cabezas de turco", sostuvo el abogado de uno de ellos.