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"La Verdad" más grande

El pasado temporal marítimo permitió a varios surfistas cabalgar olas de más de ocho metros en la conocida zona de acantilados situada entre Lastres y Luces

Tony Butt lleva más de cuarenta años surfeando y la mitad de ellos persiguiendo olas gigantes por todo el mundo, pero asegura que jamás ha estado en el agua con paredes como las que cayeron el día de Reyes en el concejo de Colunga, concretamente en una zona de acantilados situada entre Lastres y Luces en la que se forma una ola a la que los surfistas han bautizado como "La Verdad". Butt mantiene que esa tarde las olas superaron con creces los ocho metros y él no es de los que exageran. No en vano, este inglés afincado en La Caridad (El Franco) es doctor en Oceanografía Física y su pasión por el deporte de la tabla le ha llevado a jugarse el pellejo cabalgando moles de agua en rompientes míticas de Hawai, Sudáfrica o Perú. Según asegura, el día de Reyes "La Verdad" sí que fue de verdad. "El mar estaba muy grande, yo nunca había visto nada así", recalca.

El veterano deportista no fue el único que estuvo en el agua. Aunque las condiciones de la mar no eran las mejores -estaba muy "desfasado", como se dice en el argot-, las olas grandes siempre son un caramelo para el surfista y hubo otros que se lanzaron a disfrutar de "La Verdad" en pleno apogeo. En total entraron cinco personas con tablas convencionales -para coger olas de ese tamaño son necesarias las que miden alrededor de 11 pies, unos 3,3 metros- y otras tres con unas especiales para ser remolcadas con motos de agua y atacar la pared con impulso (pesan más, miden poco más de metro y medio y se asemejan a un snowboard). Uno de estos últimos fue Manuel Peraita, un madrileño muy ligado Asturias que desde hace unos meses vive en Gijón. "Estuvimos más de una hora observando la mar, mirando cómo rompía y estudiando muy bien los peligros. Hay que tener mucho cuidado en esas situaciones, pero la verdad es que cuando te subes a una ola como ésa la adrenalina es máxima", explica.

El "pico" en el que se metieron los surfistas -así se llama al punto en el que rompen las olas- es una zona con un acceso muy dificultoso. "Hay muchas rocas y con esas olas hay que entrar remando desde la playa de Lastres o con las propias motos. La remada es de tres kilómetros y con la corriente en contra, por eso es muy peligroso. Si te rompe el invento -el cable que une la tabla al deportista para que no se escape-, la espuma te lleva directamente contra las rocas", asegura Tony Butt. Y añade: "Yo el otro día estuve muy vigilante y casi no cogí olas porque en el agua había gente con poca experiencia y tenía miedo de que pasase algo. Me he roto muchos huesos y he tenido muchos percances y sé de sobra que si no tienes a alguien cerca con una moto de agua que esté entrenado para el rescate puede ocurrir cualquier cosa".

Roberto Tolín no estuvo en el agua, pero acudió a la cita para grabarla en vídeo. Es fotógrafo profesional y lleva tomando instantáneas de olas con cámaras acuáticas desde el año 1978. También hace fotos de surf y ese día se apostó a unos 700 metros del "pico", en el acantilado, para inmortalizar la sesión. "En esta zona ya he visto olas de 20 metros, pero eso no se puede surfear", explica. Tolín recuerda que hace unos años, en un punto cercano, también vio cómo el vasco Asier Muniain -uno de los mejores surfistas de olas grandes del mundo- "cogía paredes de hasta 14 metros de altura".

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