El periodista Carlos Rodríguez puso voz al texto que había enviado Faustino F. Álvarez, y a Manolo Linares se le hizo un nudo en la garganta. Como pudo, el pintor se acercó al micrófono, se secó a mano las lágrimas que amenazaban con desparramarse y tomó la palabra. "Recuerdo a mis hijos en la playa, cómo cogían el agua y se les iba entre los dedos. Así se va el tiempo, se va la vida, pero queda el sentimiento". Tratando de sobreponerse a la emoción, Linares viajó e hizo viajar 33 años atrás a la muchedumbre que se apiñaba en el salón Narcea-Cares del hotel Principado, en Oviedo. Presentar "En la raya de Galicia", el libro que reedita las crónicas viajeras del periodista Faustino F. Álvarez sobre las que Linares trazó las ilustraciones en 1980, cuando se publicaron en LA NUEVA ESPAÑA, llevó al pintor a la raya de la turbación. Los dos, junto al psiquiatra José Luis Suárez, "Pimpe", pasaron en aquel tiempo una intensa semana en el Suroccidente asturiano y plasmaron su día a día en este periódico, adonde el material llegaba en autobús desde el lugar donde Asturias y Galicia se funden.

Aunque Manolo Linares asumió en persona el protagonismo, ausente Faustino F. Álvarez por motivos de salud, explicó con claridad cómo la idea del proyecto que ahora ve la luz salió de la cabeza de quien entonces, como apuntó en su escrito, "tocaba el tambor en unas hojas volanderas que, por ironías del destino, se han empeñado en burlar el olvido". Linares conservaba los originales de sus dibujos y los textos publicados en este periódico, así que, casi por orden de su amigo, que una y otra vez en sus numerosas conversaciones le sacaba a colación aquella aventura de los primeros ochenta, se afanó en la recopilación "como los escritos del Mar Muerto" y terminaron en el libro que ayer vio la luz, no sin antes crecer desde la intención inicial de publicar nada más que unos folletos.

La historia queda redonda con el destino benéfico del libro. Para la Fundación Mensajeros de la Paz irán todos los beneficios, igual que el dinero que consigan de la venta de los dibujos originales de Manolo Linares, a 400 euros en color y a 300 los de blanco y negro. En el hotel ovetense estaba agradecido el padre Ángel, presidente de la fundación, orgulloso de que hace tiempo Faustino F. Álvarez lo bautizase como un "payaso de Dios" cuando alguien quiso descalificarlo. Entre referencias a Francisco I, "el Papa de los pobres", y saludos al "ejemplo de solidaridad" que significaba el acto de ayer, el padre Ángel puso fin a una presentación que condujo Carmen Casal, editora del libro, y que había abierto el escritor y periodista Evaristo Arce, autor del prólogo. "Es un libro joya, un cuadro sencillo y conmovedor, un homenaje al periodismo que, treinta y tres años después, pone de relieve la terca realidad social de la zona", había dicho en los primeros instantes del acto.

Los protagonistas rebosaban en el escenario una emoción que transmitieron al público. La asistencia rebasó las previsiones, el personal del hotel amplió el salón con esas puertas correderas que convierten salas pequeñas en enormes estancias, pero ni con esas liberaron de la incomodidad de estar de pie y algo apretados a una parte importantes de los cientos de personas que allí había. Representación política, social, empresarial y periodística, los amigos de los autores, la gente que arrastra siempre el padre Ángel... De azul destacaba en las primeras filas la locutora y abuela de la Princesa Letizia Menchu Álvarez del Valle; la periodista María Teresa Álvarez; su colega de profesión Orlando Sanz; el presidente de la Junta General, Pedro Sanjurjo; los ex presidentes del Principado Antonio Trevín y Francisco Álvarez-Cascos; Alfredo Canteli, presidente del Centro Asturiano; el psicoesteta Ramiro Fernández..., una lista difícil de cerrar sin fallo por tal cantidad de notables reunidos en torno a un libro, al hilo del que Manolo Linares aprovechó para pedir por Asturias: "Debemos estar vigilantes para sacar esto adelante".