De vuelta a los Oscos mirando hacia delante, Miguel Trevín retrocede hacia el pasado lóbrego previo a las primeras ayudas europeas y formula una vez más aquella hipótesis de que su comarca estaría "absolutamente muerta" sin políticas de desarrollo rural. Empresario de turismo en Santalla, subido a la ola del retorno al campo desde los primeros planes "Leader" de finales de los ochenta, Trevín opta por "la vieja filosofía con nuevos planteamientos" como divisa del nuevo periodo financiero. Todavía sirve la apuesta por la innovación, dice, y aún tiene sentido "la defensa del medio natural autóctono y rural" que presidió las condiciones de distribución de ayudas, así como la tarea de "consolidar los sectores ya implantados". Pero con medida. Renunciando a los excesos burocráticos, "al coste descontrolado de las infraestructuras que surgieron" alrededor de los planes de ayudas y, en el terreno de los sectores productivos, también a "esa locura que les entró por convertirnos en una fábrica de hacer empresas de turismo rural" y que ha desembocado en un panorama nada alentador, con muchos alojamientos, pocos empresarios y un porcentaje de población exclusivamente dependiente del turismo que "nunca pasó del veinte por ciento y hoy no pasa del dos".

De acuerdo con su teoría sobre el futuro inmediato, "con las nuevas ayudas tendríamos que buscar otros sectores que puedan servir como complementos o como cabezas tractoras económicas principales. Como la agroalimentación, que casi no la tocamos y tenemos unas condiciones tremendas". Y Trevín, que a su pequeña escala elabora tres tipos de mermeladas -de castaña, de mora y manzana y de higos- "sin gastar un duro en materia prima, simplemente recogiendo", comparte con Severino García la sensación de que aquí está todo inventado, de que la transformación agroalimentaria está dentro de la cultura agraria asturiana tradicional. Que no hay más secreto que imitar innovando.

En el turismo, también. Luis Baldó, titular de una empresa de consultoría turística y profesor invitado del máster de turismo de la Universidad de Oviedo, se desmarca de las tesis acerca de la "sobreoferta" del sector en el campo asturiano. "Lo que sí hay en Asturias", matiza, "es una oferta descompensada territorialmente. Hay zonas y tipologías turísticas que sí tienen posibilidad de desarrollo", apunta. En el territorio cita el suroccidente; en la modificación del sistema de explotación, "habría que ir a alojamientos de mayor calidad y con más valor añadido para ser más competitivos en el mercado. En el Principado fuimos pioneros en este sector y ahora debemos intentar competir por la calidad" y perfeccionar la receta con la institución de "una oferta complementaria, que no sea solamente el turismo activo", además de abordar el problema de la comercialización, incidiendo en la puesta en marcha de herramientas en ese ámbito incluso desde la iniciativa privada, que no sé si desde los programas "Leader" también se podrían apoyar".