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ANTONIO LECUONA | Catedrático de Máquinas y Motores de la Universidad Carlos III

"Para un tercio de la humanidad la leña es la única fuente de energía a su alcance"

"En países del Tercer Mundo ya se emplea una combinación de paneles fotovoltaicos con luminarias led, que reducen un 85% los consumos"

Antonio Lecuona durante su conferencia, ayer, en la Escuela Politécnica de Gijón. JUAN PLAZA

Antonio Lecuona Neumann es catedrático de Máquinas y Motores Térmicos de la Universidad Carlos III de Madrid. Estos días se encuentra en Gijón para impartir docencia en un posgrado del área de Energía de la Universidad de Oviedo. Ayer ofreció una charla en la Escuela Politécnica de Ingeniería sobre "Las energías renovables como eje de lucha contra la pobreza en el mundo". Lecuona es un reconocido experto en cocinas solares, con una patente sobre esta tecnología.

-¿Dónde arranca su interés por vincular la cuestión social a la tecnología?

-De siempre habíamos tenido cierta sensibilidad por el uso cotidiano de las energías renovables pero esto de la cocina solar surgió en un congreso de ingeniería térmica, en la que un colega de Portugal, Celestino Rodríguez Ruivo, trajo unas cocinas solares y nos contó la problemática. Fue toda una sorpresa descubrir que eran operativas, además de la enorme necesidad de este recurso que hay en el mundo. Un tercio de la humanidad cocina, hoy en día, con leña y esa es la única fuente de energía a su alcance, lo que les provoca también graves problemas de salud.

-¿Qué limitaciones presenta el uso de la cocina solar?

-Disponer de sol y que se puede cocinar durante las horas centrales del día pero en el desayuno y la cena difícilmente. La tercera es que tienes que cocinar fuera de casa y eso puede ser un placer en determinados momentos pero en un día de invierno no es algo a lo que estamos acostumbrados, porque tenemos una vida muy confortable frente a otros. Por eso hemos encaminado nuestra investigación para intentar mejorar las condiciones de uso de la energía solar y reducir las dificultades y limitaciones para almacenarla.

-Y tienen una patente.

-Hemos patentado que la cocina solar sea un mueble urbano, es decir, que podamos ir a un parque o una senda y que podamos comer o calentar la comida haciendo un uso exclusivo del sol. Eso tiene un aspecto educativo y de difusión de la tecnología muy importante y concienciador. Y después tiene otro interés: en España ha habido graves incendios forestales por el uso de barbacoas en la naturaleza mientras que la cocina solar no tiene riesgo porque no usa ninguna llama ni consume combustible alguno.

-¿Hay interés comercial en desarrollarlo?

-No hay empresas que se dediquen a ello. Sin embargo, en España se fabrican algunas cocinas solares por parte de pequeños industriales y fundaciones que son fundamentalmente para que las ONG dispongan de material para misiones en el Tercer Mundo.

-Ante la situación que están pasando muchas familias, ¿podría tener salida en España?

-La pobreza energética del Tercer Mundo tiene una naturaleza distinta a la que pueda haber en nuestro país como consecuencia de la crisis. Para ellos es una cuestión sistémica, están en un pozo del cual resulta imposible de salir. La pobreza energética de nuestro país es circunstancial y en ocasiones parcial porque las cosas mejorarán. En España preocupa por la calefacción que es mayor que el coste energético de cocinar porque una familia española no gasta más de 10 euros al mes en cocinar, y muchas familias con desempleo y dificultades económicas sí que tienen ese dinero, al menos. Por eso no es lo mismo que la pobreza energética del Tercer Mundo.

-¿Las ONG demandan esas cocinas solares?

-En regiones subsaharianas donde hay mucho sol y poblaciones amplias o en zonas desérticas donde la leña es muy escasa y tienen que recorrer largas distancias para traerla, las cocinas solares son especialmente útiles y hay buenos ejemplos de implantación. En otros casos se ha fracasado y eso también es objeto de investigación para ver cómo hay que intervenir por parte de las ONG para conseguir un éxito prolongado y que cuando se vayan los cooperantes aquello continúe.

-¿Qué aceptación tienen en poblaciones locales?

-Depende mucho del sitio. No es lo mismo una intervención en los andes chilenos que en la profunda África o en Asia. Su cultura y sus costumbre culinarias son diferentes. En el mundo árabe impera la cocina de asar, y en Asia, más la de hervir. Entonces hay que adaptarse a sus costumbres y religiones y a su dependencia del medio ambiente. Pero no solo hay que tener buenas cocinas solares sino también buenos cooperantes y buenos programas de implementación. Obviamente la ayuda la suelen recibir bien, lo difícil es lograr una continuidad.

-¿Qué otras alternativas renovables existen más allá de las cocinas solares?

-Un tema importante para la productividad del ser humano es la electricidad. Para lograrla ha habido enormes avances con dos tecnologías: la fotovoltaica que ya existía hace tiempo y los "led" que reducen en un 85% el consumo de energía para tener luz, con lo cual la fotovoltaica que antes se consideraba una energía solar demasiado cara hoy es más accesible y ya en el Tercer Mundo se está usando la combinación de paneles fotovoltaicos con luces "led" para dar luz durante la noche con un consumo minúsculo. Ya hay pueblos que disponen de paneles solares donde van todos los días sus habitantes a cargar los móviles y las baterías de las luminarias que tienen en sus casas. Otro de los requisitos para salir de la pobreza energética es disponer de un refrigerador para conservar los alimentos pero consumen diez vez más que una luminaria "led".

-¿Qué se puede hacer desde la ingeniería para luchar contra la pobreza?

-Todo lo que contribuya al desarrollo de unas energías abordables y apropiadas a su uso y nivel económico será bueno. Una central nuclear no es lo apropiado para un país en desarrollo pero las renovables sí. Por ejemplo, trabajar en biodigestores que permitan convertir en biogás los desechos humanos y animales para poder quemarlo y cocinar.

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