José Manuel Martínez Morala, líder de la CSI, estaba al otro lado de la verja entre los manifestantes, siempre en el lugar incómodo, sujeto a la mirada de los policías. No se quedó a la toma porque al salir ya no estaba. Ni él, ni los demás.

Por los pasillos estaba la Estética -Lluis Xabel Álvarez- sin la Ética -Amelia Valcárcel, que fue consejera de Cultura socialista-. La bioética, es decir, Marcelo Palacios, antiguo diputado socialista, sí fue. Jacobo Cosmen Menéndez-Castañedo, presidente de Alsa, mantiene la política presencial de estar presente en los actos políticos, de la que su padre, José Cosmen Adelaida, hizo tanta gala y obtuvo tantos beneficios. Serafín Abilio Martínez, que fue pilar de UCD y CDS y es presidente de los constructores, estaba flaco como un favor y como su sector. No muy lejos Pedro Luis Fernández, en representación de todos los empresarios federados.

La pertiguista francesa que busca el sonido para el documental sobre Podemos señalaba donde se encontraba Lucía Montejo, que le metió la lengua asturiana a Pedro Sánchez en un documento que le hizo llegar. De exconsejeros multicargos estaban Juan Ramón García Secades y Jesús Arango. Antonio Trevín, embajador de Alfredo Pérez Rubalcaba en el oriente de Asturias, hacía fotos del antiguo secretario general con fans que ya tenían algo que enseñar esta noche en la cena de verano.

Como desde un pasado remoto, Víctor Rivera Antuña servía para recordar, mejor que nadie, que hubo un faro de URAS iluminando una clara demanda social. El Padre Ángel estaba en los corrillos, sonriente, como el perejil de todas las salsas, y la ministra Ana Pastor, delgada, sonriente y rosa fucsia, era uno de los imanes sociales de la recepción posterior, donde no hubo pinchos, y sí agua, refrescos y vino, en la línea de austeridad que imponen los tiempos.

El calor reconcentrado en el patio central del palacio, en los pasillos alfombrados y en los amplios salones hizo pronto emerger los abanicos, quizá de veteranas de estas lides, que sabían que el ventilador personal y manual iba a ser útil, no sólo un complemento. Y poco más allá de las dos de la tarde, los pasillos se fueron quedando vacíos.