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Los expertos sugieren que las vías de Pajares sean Patrimonio de la Humanidad

El actual trazado ferroviario con la Meseta tiene un gran potencial turístico que no se puede abandonar, según los técnicos

Un tren de montaña indio.

La cada vez más cercana apertura de la variante de Pajares siembra de incertidumbre el futuro de la histórica rampa ferroviaria del puerto, sobre cuyo uso una vez que entre en servicio el gran túnel bajo la Cordillera todavía no se han definido oficialmente ni Renfe ni el Adif. Mike Bent, periodista y escritor inglés especializado en ferrocarriles, que conoce perfectamente este trazado y otros similares en Europa y en el resto del mundo, tiene claro que dejar este centenario trayecto abandonado y sin uso supondría "un crimen". Por ello, para asegurar el futuro de la que considera una de las rutas ferroviarias "más espectaculares de Europa" aboga por iniciar los trámites para que sea declarado Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco, en su categoría industrial, algo que ya han logrado el ferrocarril austriaco de Semmering, el Rético de Suiza o la red de trenes de montaña de la India.

Bent está convencido de que la rampa de Pajares, inaugurada en 1884 como un alarde de la ingeniería ferroviaria española de fin de siglo, y con la participación de figuras como Gustave Eiffel, reúne los méritos suficientes como para ser reconocida a nivel internacional. El especialista inglés, que ha publicado innumerables artículos en algunas de las publicaciones especializadas en trenes más prestigiosas del continente, coincide con Javier Fernández, director del Museo del Ferrocarril, que también aboga por una figura de protección como patrimonio histórico para el tendido del puerto.

"Estamos ante una subida de casi mil metros, dentro de un espacio compacto, con rampas que no superan un 2%, curvas con un radio mínimo de 300 metros y una cantidad increíble de obras de ingeniería civil, sobre todo túneles", apunta Bent, que hizo su primer viaje por Pajares en marzo de 1989, como guía de un grupo de turistas ingleses que realizó el trayecto en el tren Correo que salía por la tarde de León en dirección a Asturias. Tras haber estudiado con detalle el itinerario y su historia, el experto británico destaca, además de la relevancia técnica e histórica de la rampa, sus "impresionantes paisajes", con "vistas crecientes a medida que el tren va subiendo" y el "cambio de paisaje y de clima que se produce al cruzar el túnel de La Perruca". Todo ello, unido al reconocimiento por parte de la Unesco, tiene un enorme potencial turístico, capaz de crear un polo de atracción en la comarca centro-sur de la región, afirma.

La rampa de Pajares, entre la estación lenense de Puente los Fierros y el límite provincial con León, es un proyecto que se remonta a 1844 y que acumuló una tortuosa peripecia administrativa antes de que se iniciaran las obras en 1880. La construcción del tendido, de 42 kilómetros de longitud, fue contratada hace 131 años en 47 millones de pesetas de la época, frente a los 3.500 millones de euros que cuesta ahora la Variante. Ejecutado con los medios propios del siglo XIX, el trazado que inauguró Alfonso XII el 15 de agosto de 1884 era el más audaz de toda la red nacional de ferrocarriles. Un prodigio con 70 túneles, incluido el de La Perruca (3.072 metros), y numerosos viaductos que nada tenía que envidiar a otros grandes pasos montañosos construidos en aquella época en Europa, como el túnel de Mont Cenis (1871) o el de San Gotardo (1882).

El trazado que aquel día de agosto de hace 131 años recorrieron por primera vez las locomotoras "Don Pelayo" y "Jovellanos" apenas ha cambiado de entonces acá, con sus más de 20 kilómetros de túnel excavados, casi tantos como el paso central de la Variante, en cuya construcción han participado cinco potentes tuneladoras. En la ejecución de la rampa, que ocupó en los momentos de máxima actividad a entre 8.000 y 10.000 obreros, solo se utilizaron primitivas máquinas perforadoras en La Perruca. Los constructores, para hacer frente a los condicionantes orográficos, ejecutaron novedosas y espectaculares soluciones, entre ellas un puente colgante a 40 metros de altura para trasladar materiales.

Aunque también podría ser utilizado para otros fines, Mike Bent sostiene que una vez en servicio la Variante -a finales de este año si se cumple un plazo de Fomento que los propios técnicos de la obra considera inasumible en estos momentos- el gran uso de la rampa y del valle de Pajares debería de ser turístico. El espejo, afirma el experto británico, está en Suiza, donde se desarrollan numerosas iniciativas en este sentido. "La operadora BLS es muy activa en la promoción turística de las rampas de Lötschberg", alerta Bent sobre un paraje alpino en el que se ha puesto en servicio un gran complejo de rutas de senderismo ligadas al tren. "En Pajares ya existe una red de sendas, pero sin apenas información aparte de una placa que hay en la estación de Campomanes", lamenta este especialista.

El Ayuntamiento de Lena ya ha mostrado interés en un aprovechamiento turístico del histórico trazado ferroviario por el puerto con un tren de época, ligándolo, entre otros atractivos, al enclave astur-romano de la Carisa.

"El mercado de visitantes en crucero que hacen escala en Gijón resulta muy interesante para estos planes", asegura Mike Bent, quien, en lugar del autocar, aboga por ofrecer a estos turistas un viaje en tren hasta león.

No habría problema ni para dar con el material rodante adecuado para las expediciones. La Asociación Leonesa de Amigos del Tren dispone de coches de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo. Y también tiene una locomotora eléctrica 7766. Para el periodista británico son ideales para transitar por el puerto. "Se pueden apreciar los paisajes mucho mejor viajando en este tipo de material, con ventanas que se pueden abrir para sacar fotografías, que en un Alvia, donde es imposible ver algo a no ser desde la cafetería", subraya.

Los trazados que ya han recibido el reconocimiento de la Unesco también son de montaña y, al igual que Pajares, su construcción es decimonónica. La catalogación de Patrimonio de la Humanidad ha supuesto un impulso decisivo para el desarrollo turístico de las zonas por las que discurren, fundamentalmente en Suiza y Austria, ya que en la India su uso sigue siendo cotidiano.

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