Adela Cortina Orts, catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia y de reconocido prestigio nacional e internacional, afirmó ayer en Oviedo que es incierto que la sociedad sea xenófoba, sino que sufre el mal de la "aporofobia", palabra acuñada por ella misma, y que significa que "los que molestan son los pobres, sean extranjeros, nacionales o de la misma familia". Añadió también que la sociedad sufre de "baja moralidad" y se sitúa por debajo de los umbrales de la justicia, y que la falta de ética ha provocado la fuga de capitales y la pobreza. Advirtió de que "no se puede hacer democracia con mediocres. Necesitamos personas excelentes" para lograr una sociedad justa.

La profesora Cortina fue la primera mujer que entró a forma parte de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (en 2008) y es miembro del jurado de los premios "Princesa de Asturias" de la Comunicación y Humanidades. Ayer pronunció la conferencia inaugural de la VI Jornada de ética y servicios sociales, que se celebró con el título "La toma de decisiones por representación", organizada por la Consejería de Servicios y Derechos Sociales y a la que asistieron cientos de profesionales de distintas disciplinas.

Adela Cortina inició su ponencia indicando que la ética "es como el oxígeno: cuando falta es cuando uno se da cuenta de que es fundamental". Permite, explicó, "abaratar costes en dinero y sufrimiento y crear riqueza". Y puso como ejemplo el Tribunal de las Aguas valenciano, donde no hay burocracia ni papeleo, pero sus decisiones se acatan y cumplen cual sentencias judiciales porque "todo descansa en la palabra dada y en la confianza del cumplimiento, valor fundamental para una sociedad".

Añadió la filósofa que "a cuenta de la crisis nos hemos dado cuenta de que por la falta de ética el dinero se ha ido por muchos sitios y ha traído sufrimiento, sobre todo para los más vulnerables".

Es fundamental, afirmó, "conseguir sociedades altas de moral, que son las que pueden resolver el problema de los refugiados, de los inmigrantes, y acabar con las injusticias". Y remarcó que "la intervención social es fundamental para que haya sociedades mínimamente justas".

En este sentido remarcó que "se habla de la xenofobia, pero no es cierto que padezcamos de ella. Miren la cantidad de turistas extranjeros que vienen todos los años, y queremos que vengan más. No nos molestan los extranjeros, ni las personas de otras razas. Los que molestan son los pobres, el asilado político que lo ha perdido todo en su país, los inmigrantes pobres. Es lo que yo denomino 'aporofobia', y el trabajo social es su antídoto".