Las grandes cuevas son "cofres de información geológica secreta". Protegen "tesoros ocultos", datos que a la intemperie el agua o el viento echarían a perder, valiosos testimonios "no sólo de lo que pasa dentro de ellas, también de lo que ocurre fuera". Por todo esto, que dice así Montserrat Jiménez, profesora de Geología de la Universidad de Oviedo, importa haber caracterizado y datado en los Picos de Europa una de las simas más antiguas de la Cordillera Cantábrica. La Torca la Texa, su boca a un kilómetro al Sur de los lagos de Covadonga, en su interior 2.600 metros de pasillos subterráneos a una profundidad máxima de 216, ya estaba aquí cuando sobrevino la última glaciación que modeló el relieve de los Picos. Ya estaba aquí hace al menos 350.000 años, en el Pleistoceno Medio, quizá incluso antes a la luz de las conclusiones del estudio elaborado por Daniel Ballesteros, investigador del departamento de Geología de la Universidad, como parte de una tesis doctoral que dirigen los profesores Montserrat Jiménez y Joaquín García Sansegundo.

Ballesteros ha configurado un mapa geomorfológico tridimensional de la "arquitectura" de la cavidad y un estudio sobre el origen de ésta y otras cuevas de la zona cuyas deducciones se han colado en la revista internacional "Geomorphology", una de las publicaciones de mayor impacto en su área de conocimiento.

El trabajo, cofinanciado por el Organismo Autónomo Parques Naturales, se inserta en un proyecto de análisis de las simas de los Picos iniciado en 2012 y prorrogado para que siga diez meses más. Persigue ubicar en el espacio y en el tiempo las grutas del paraíso subterráneo del parque natural y cartografiar y datar al detalle lo que no se ve de los Picos, este espacio valioso por dentro además de por fuera que contiene el 14 por ciento de las simas más profundas del mundo. Además de La Torca la Texa, la tesis estudia en el Pozo Llucia, Torca Teyera y El Frailín de Camplengu una porción del extenso conjunto de galerías que pasa por ser, al decir de Jiménez, el de "las grandes desconocidas" del parque "desde el punto de vista geológico".

Los Picos, sostiene ella, son este edén oculto y tienen estos tesoros profundos a causa de la combinación de la altitud con la configuración geológica del terreno. Tal y como lo explica Montserrat Jiménez, "no es extraño" que estén aquí algunas de las grutas más profundas si se tiene en cuenta que la larguísima historia de estas cuevas "empieza con un río subterráneo que empieza a excavar", que en los Picos la lenta perforación parte de un relieve con una altitud máxima de 2.648 metros y que aquí el suelo es propicio, tiene "una gran proporción de calizas, una composición muy favorable para que esos ríos que van profundizando lleguen a modelar conductos muy extensos".

Ballesteros quiso llenar el vacío de rigor científico de un área estudiada por la espeleología y abandonada por la geología y así ha revelado al mundo que La Torca la Texa se originó con la excavación de dos niveles de galerías horizontales cuando la superficie de la masa de agua subterránea se encontraba a una altura de entre 1.170 y 1.270 metros sobre el nivel del mar actual. El agua está hoy, calcula el geólogo, a 835, lo que hace imaginar un descenso de 400 metros, una caída de aguas subterráneas en trayectorias descendentes y cascadas en pozos de hasta cien metros para configurar una compleja red de pozos verticales, galerías horizontales y rampas inclinadas que se comunican entre sí.