"Lo importante en la vida es hacer lo que te guste y te apasione", sostiene la ovetense Patricia García Redondo, premio al mejor expediente académico de la Universidad de Oviedo del curso 2014-15. Con ella se ha roto una doble barrera: por un lado, que la Facultad de Formación del Profesorado lograse colocar a uno de sus titulados en lo más alto de la tabla de los estudiantes distinguidos por su excelente rendimiento académico pero también por haber sido una de esas profesionales de la rama sanitaria que, recién finalizados sus estudios de Odontología, decidió dar un giro radical desde el punto donde había orientado su futuro profesional para matricularse en los estudios de Educación Infantil.

Patricia habla con entusiasmo de la labor del maestro y descarta por completo retomar su relación con el mundo sanitario, un ámbito donde no le acababan de convencer las relaciones humanas que se establecían. "Cuando acabé en junio de 2011 tenía muy claro que eso no era lo que quería hacer. Supe que me había equivocado pero estoy muy contenta de la decisión que tomé", reflexiona sin un ápice de arrepentimiento por los cinco años consumidos en los estudios de Odontología. En junio pasado se graduaba como maestra de Educación Infantil con una nota media de 9,71 y con el orgullo, como ella misma apunta, de que las titulaciones vinculadas al mundo de la educación se hayan visto reconocidas, por vez primera, dentro de los premios al mejor expediente académico de la Universidad de Oviedo. Pese a la satisfacción por el cambio,

Patricia es capaz de realizar autocrítica sobre la profesión educativa. "Se habla mucho de su importancia pero al final no tiene ningún prestigio. La gente deja en manos de los maestros la educación de sus hijos, que son quienes van a orientarles en su desarrollo profesional. Por eso resulta fundamental ayudarles a hacer algo que les guste y les apasione", continúa la joven, antes de apuntar otra de las deficiencias del sistema. En Odontología, por ejemplo, se hace impensable que un profesor que enseña cómo realizar una endodoncia no lo haya hecho en su vida "pero lo que resulta inaudito es que quien te enseña a enseñar no esté en contacto con niños", opina Patricia García Redondo.

Si bien se reconoce ansiosa por iniciar el contacto con los alumnos, ahora prefiere continuar profundizando en su formación para poder volcar después en el aula todo ese aprendizaje. A su licenciatura en Odontología y el grado en Educación Infantil suma un máster en Intervención Social que está cursando en la actualidad y que compagina con diversas actividades de voluntariado en Cáritas y el programa Espacio Solidario de la Universidad. Además, trabaja como administrativa en el vivero de empresas de la Cámara de Comercio de Gijón. Su deseo antes de presentarse a las oposiciones y desembarcar en la escuela era hacer investigación y preparar el doctorado. Patricia no quería desvincularse de la Universidad de Oviedo, donde encontró un grupo donde le interesaba preparar la tesis. "Quiero trabajar en inteligencias múltiples. Es un tema que está de actualidad y me apetecía explorarlo", indica.

-¿Se arrepiente de haber abandonado Odontología?

-En el momento en que tomé la decisión de matricularme en Educación Infantil, respiré. Me encanta lo que estoy haciendo porque era lo que realmente quería.

La estudiante premiada, de 27 años, que recogerá el galardón durante la festividad de Santa Catalina, el próximo miércoles, todavía está en una nube. "Cuando me llamaron me temblaban las piernas. Fue una sorpresa enorme", reconoce, "no me lo acabo de creer".

"Profesores excelentes"

Analizando en profundidad las razones por las que decidió aparcar la formación sanitaria, Patricia explica que el desempeño profesional representaba para ella "complicado" y "antes de perder toda la vida haciendo algo que no me gustaba, decidí cambiar". Su inquietud por aplicar una nueva visión de la labor formativa la llevaron a dividir sus prácticas educativas entre el colegio La Andolina de Gijón, que funciona como una cooperativa; el Horacio Fernández Inguanzo, en La Foz de Morcín, y el Veneranda Manzano, en Oviedo: tres puntos de vista distintos de la educación pero que coinciden en cual debe ser la orientación del docente. "Tuve la suerte de coincidir con unos profesores excelentes. Tenía mucho interés en esta primera experiencia educativa porque es de las que te marca y también la que te enseña que todos los niños merecen ser tratados de una forma correcta", resume la joven.

Ahora, mientras apura las clases del máster, prepara su tesis y continúa con las labores de voluntariado en la guardería de Cáritas de Oviedo, solo piensa en el momento de entrar en el aula y convertirse en la orientadora del futuro de un grupo de asturianos que pudieran llegar a convertirse, como hoy ella, en alumnos brillantes. "No veo el momento de estar en contacto con los niños", concluye.