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XAVIER QUEROL CARCELLER | Investigador del CSIC especialista en contaminación

"Las ciudades necesitan de un cambio de estrategia en la movilidad"

"El problema no está tanto en las chimeneas como en el polvo de los camiones; ahí faltan planes de mejora"

Xavier Querol, en el campus gijonés. MARCOS LEÓN

Oviedo, Marcos PALICIO

Para orientarse a través la atmósfera densa y compleja de la contaminación, Xavier Querol empezará diciendo que la calidad del aire ha mejorado, pero que Asturias tiene al menos un problema por densidad de concentración industrial y urbana, pero no sólo por el humo que sale de las chimeneas ni sólo por el tráfico rodado. Geólogo, investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), alerta sobre la dificultad de atajar las emisiones "fugitivas", desbocadas, que vienen de la suspensión de material pulverulento transportado en camiones o acopiado en las fábricas y sobre su regulación y control complicados. Querol, abogado defensor de una estrategia de nueva movilidad urbana en las grandes ciudades, reputado especialista en análisis de la polución, visitó el viernes la Escuela Politécnica de Gijón.

-¿A qué altura está el problema en este momento?

-Podemos decir que la calidad del aire ha mejorado mucho. Todos los esfuerzos que se han hecho en tecnología, las medidas que se han tomado, la legislación, ha favorecido muchísimo. En 2005, en España teníamos 49 zonas que superaban el valor límite anual, ahora sólo una, en Asturias, en Avilés. En cuanto al valor límite diario, teníamos entonces el mismo número de zonas y actualmente quedan cinco: las llamadas nuevas zonas rurales de Andalucía, el área industrial de Asturias y al menos tres de Cataluña. En dióxido de azufre, metales y monóxido de carbono apenas hay ya superaciones del valor límite en ningún sitio de España.

-¿Los mayores riesgos?

-El dióxido de nitrógeno, el que origina el tráfico rodado y dentro de él los motores diesel, se incumple en cinco zonas de España, básicamente en las grandes aglomeraciones urbanas, pero no en todas. Sus niveles se han reducido en un 25% en los últimos 16 años mientras otros contaminantes bajaban hasta el 70. También hay un componente, el ozono contaminante, que no emiten los vehículos ni las chimeneas, que se origina cuando el óxido de nitrógeno reacciona en la atmósfera con otros contaminantes y da lugar a ozono, que no es alto en las zonas urbanas, sino en las periféricas que rodean a los focos industriales y a las grandes urbes, y este componente se ha mantenido constante en los últimos años. No ha pasado lo mismo con el benzopireno, el único que ha incrementado sus emisiones en Europa y que se suele relacionar con el uso de la biomasa como combustible. No quiere esto decir que haya que oponerse a la biomasa, al revés, nos quita dependencia del combustible fósil, nos limpia los bosques y da empleo en las zonas rurales, pero sí hay que instaurar una normativa a nivel europeo y español para regular cómo han de ser las calderas y el origen de los pellets, que a veces vienen de madera reciclada y generan contaminantes.

-¿A qué altura está la conciencia de la ciudadanía?

-Yo diría que la población está tomando cada vez más conciencia, pero en cuestiones de salud pública como la contaminación los gobernantes tienen una responsabilidad que les ha de llevar a actuar y a tomar medidas. Lo mismo pasó con el tabaco, no había que esperar a que hubiese manifestaciones para prohibirlo. Era un problema de salud pública, se actuó y ahora se ve normal.

-¿Sirven las restricciones al tráfico de Madrid?

-El tráfico rodado es la mayor fuente de emisión de óxido de nitrógeno y las superaciones de registran en zonas próximas a vías con mucha circulación, eso está clarísimo. Hay dos maneras posibles de actuar sobre el tráfico, las medidas estructurales, que se aplican en el día a día, y no sólo en jornadas con repuntes de la contaminación, y las episódicas, que se utilizan cuando ha fallado todo y ya no queda más remedio. Madrid ha puesto en práctica la herramienta episódica, pero está desarrollando un plan de mejora de la calidad del aire. Esa es la actuación estructural, la necesaria. En 220 ciudades de Europa hay "zonas de bajas emisiones" en las que se han etiquetado previamente todos los vehículos con indicación de su grado de contaminación y sólo se permite a los limpios acceder al centro de las ciudades que superan los valores de contaminación.

-¿Por ejemplo?

-En Berlín, en 71 ciudades alemanas, en todas las de Lombardía que superan los 50.000 habitantes, en Londres, Praga, Palermo, Roma, Pavía? Eso ayuda a resolver los problemas con las partículas. Los del óxido de nitrógeno resultan más complicados, porque todos los vehículos comprados hasta 2014 contaminan con este agente. Aquí, la única medida es disminuir el número de vehículos que circulan y eso sólo se puede suplir con un transporte público barato, confortable y rápido, o con aparcamientos disuasorios para que la gente deje el coche fuera y se desplace al centro en transporte público. Para resolver este problema con medidas estructurales, lo que se requiere es un cambio en la estrategia de movilidad de las ciudades.

-¿Asturias tiene peculiaridades especialmente conflictivas?

-Tiene una aglomeración industrial importante, que es buena porque aporta muchos puestos de trabajo, pero que tiene problemas de emisión de partículas. Hay una serie muy variada de circunstancias que concurren en esta zona donde hay generación eléctrica, industria metalúrgica y coquera, un gran puerto, mucha circulación de tráfico pesado y turismos y todo ello conlleva que se superen los niveles.

-¿Cuáles serían los puntos negros en Asturias?

-Avilés en algunas mediciones, otros años Gijón.

-¿Qué cabría hacer y no se está haciendo?

-En el caso de la industria, ayudar a implementar medidas tecnológicas de reducción de emisiones, pero muchas veces la cuestión no está tanto en las chimeneas como en la suspensión del material pulverulento que transportan los camiones o se acumula en los acopios de las fábricas. Hacen falta planes de mejora en los que se plantee obligar a que los camiones circulen con toldos y no tengan pérdidas de carga, o limpiar con frecuencia las vías de circulación. También actuar sobre las emisiones en chimenea para reducirlas al máximo, pero si cumplen legislación no se les puede pedir más.

-¿Hay alternativa a las estrategias para la reducción de emisiones?

-Hay diversas, pero son los técnicos del Principado quienes tienen la zona estudiada y saben cuáles son los focos principales. Una vez identificado ese foco, y después de determinar si es canalizado, si emite a través de chimenea, o fugitivo, si lo hace por suspensión, hay medidas que se pueden aplicar en cada caso.

-¿Son más difíciles de atajar las emanaciones pulverulentas?

-Todos los focos industriales tienen ya sus medidas, deben cumplir una ley que sobre todo es clara para las chimeneas. Los otros focos que producen contaminación por manipulación de materiales en polvo tienen una regulación más difícil, igual que la manera de medir si se cumplen las regulaciones. Habría que hacer pruebas para establecer la estrategia de reducción de la contaminación en esos focos.

-¿Están menos reguladas?

-La polución por chimenea tiene una regulación clara. Las emisiones fugitivas, cuando hay polvo porque los camiones lo desparraman al lado de una carretera surge la pregunta. ¿Quién debe limpiar ese polvo, o responsabilizarse de que no se propague, la empresa de transportes, la que recibe el polvo, la que lo emite, la administración propietaria de la carretera??

-¿Los equipos de medición son fiables?

-Hay una legislación europea que determina cómo realizar las mediciones y el Principado la cumple a rajatabla. Yo no me fijaría tanto en la calidad de las mediciones como en si se incumplen los valores establecidos.

-¿Ocupan las cuestiones ambientales el lugar que corresponde en la agenda pública?

-No podemos separar a los gobernantes de la sociedad y hay que considerar que nosotros no estamos en el pelotón de cabeza del desarrollo, que hay sociedades, como la sueca, donde el desarrollo cultural o económico tiene un gran efecto sobre las prioridades sociales. Allí tienen cubierto el desempleo y la salud pública, la educación es una de las mejores del mundo y allí se actúa muy decididamente para reducir los efectos colaterales del desarrollo económico, como puede ser la contaminación. Se lo toman muy en serio. Otras sociedades, como la china, están más pendientes del crecimiento y de que no haya crisis y se generen puestos de trabajo y riqueza. La salud pública no es tal vez todo lo buena que debería y la reducción del impacto de ese efecto colateral de la contaminación no tiene un nivel tan alto en las prioridades sociales. Nosotros estamos entre medias.

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