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De la braña vaqueira al cocido de palacio

La familia asturiana Verdasco regenta desde hace 146 años La Bola, un clásico fundado por la luarquesa Cándida Santos

Mara Verdasco, ante la fachada de La Bola. REUTERS

Un buen día Cándida y Antonio se armaron de valor y se marcharon a Madrid. El valor era doble. Por una parte, el año: 1870, convulso como pocos en la Historia de España. Por otra, la procedencia. Eran un matrimonio vaqueiro y habían bajado de las brañas del concejo de Valdés. Sin estudios apenas, pero con ganas de vivir, de trabajar, de sacar adelante una familia.

De la montaña asturiana a la capital del Reino. Cándida Santos debía de ser una mujer con iniciativa y carácter. Echó el ojo a una botellería que se llamaba La Bola y vio en aquel negocio el lugar de sus sueños.

Hace 146 años de todo ello y La Bola sigue ahí, en la calle que le da nombre, en uno de corazones del Madrid castizo. Se mantienen el nombre, la ubicación, la familia propietaria y hasta la esencia de los primeros menús, comenzando por el tradicional cocido madrileño.

Cándida y Antonio tuvieron entre sus hijos a Teresa, que con el paso de los años se hizo cargo del negocio. Teresa es la abuela de Mara Verdasco García-Arévalo, integrante de la cuarta generación al frente de La Bola. Mara es prima del tenista Fernando Verdasco y comparte con él sangre asturiana.

"Era muy frecuente que hasta La Bola llegaran los carruajes de palacio con personal de la Corte para recoger el cocido de garbanzos y llevárselo a la infanta Isabel, 'La Chata'", explica Mara Verdasco, así que "de alguna manera pusimos en práctica el primer 'take away' de Madrid".

Cándida, la reina de la cocina en aquellos años finales del siglo XIX, preparaba sus cocidos en pucheros individuales, sobre fuego alimentado con carbón. "Aún seguimos cocinándolo así, al más puro estilo tradicional. Se cuenta que La Bola tenía tres cocidos madrileños distintos, también en el precio. El primero, a las doce del mediodía, para los estudiantes y clases más modestas. El segundo, a la una: se puede decir que para las clases medias. El tercero, con más aparataje en la materia prima, a eso de las dos. Para quienes lo pudieran pagar. En el menú de Cándida Santos tampoco faltaban los callos.

La calle de La Bola está muy cerca de Ópera y de la plaza de Oriente, en una zona colonizada por los asturianos en el siglo XIX. Cuando a principios del XX Cándida falleció y Teresa, su hija, tomó las riendas, la joven ya había echado el ojo a Antonio, el hijo del dueño -también asturiano- de una carbonería en la misma calle, prácticamente enfrente del mesón.

Teresa y Antonio Verdasco se casaron, tuvieron seis hijos y con ellos garantizaron la supervivencia de aquella vieja botellería, taberna de barrio popular, convertida en casa de comidas.

Hace tiempo que la carbonería pasó a mejor vida, pero los olores del cocido se mantienen en la calle. La familia, numerosa, fue ramificando negocios hosteleros por la capital. El Café de Chinitas, el tablao más famoso de Madrid, es de los Verdasco. Flamenco con origen en las brañas occidentales asturianas.

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