Una declaración extraña. Conchita García Montes, la integrante de Nuevas Generaciones que acompañó a Agustín Iglesias Caunedo, Joaquín Fernández -el conseguidor de Aquagest- y Manuel Pecharromán en su periplo por Nueva York -el ya conocido como "viaje de los putiferios"-, compareció como testigo el pasado viernes ante la juez Pilar de Lara, que la sometió a un auténtico tercer grado, preguntándole al menos en dos ocasiones si había mantenido una relación sentimental con el exalcalde de Oviedo. La mujer negó, asegurando que Caunedo estaba con su novia de toda la vida. García Montes aseguró que se había pagado de su bolsillo el viaje, que le había costado 2.500 euros, que le facilitaron sus padres y que pagó religiosamente a Joaquín Fernández.

La declaración ya adoptó un giro surrealista desde el principio. Preguntada sobre de qué sociedades había sido administradora o socia, aseguró que tenía participaciones en empresas y que podría haber sido administradora de alguna de ellas, aunque no le constaba. "A lo mejor lo fui, pero no lo sé", dijo. El motivo: las gestionaba su padre.

Al referirse a su actividad profesional, García Montes no se acordó -aunque la juez le refrescó la memoria- de que había trabajado en 2012 para Tribugest, la empresa de recaudación de Oviedo, filial de Aquagest, en calidad de auxiliar. Aunque Caunedo era concejal en aquella época, indicó, no influyó en su contratación, que además duró tan solo un mes.

A Caunedo y Pecharromán, les conoció en Nuevas Generaciones. El primero, estaba siempre "por allí". Después del viaje a Nueva York, indicó, dejó de tener relación con el PP, sin explicar más razones. Añadió que veía a Caunedo y Pecharromán esporádicamente, cuando se cruzaban por la calle o coincidían "en los toros".

Los detalles del famoso viaje de los "putiferios" también resultaron chocantes. Por ejemplo, aseguró por ejemplo que no había estado todo el tiempo juntos, que Caunedo, Fernández y Pecharromán durmieron en la misma habitación, mientras que ella lo hizo sola en otra, que habían puesto un bote de unos 150 euros para los gastos menores, como comer "perritos", aunque Caunedo pagó de su bolsillo una cena especial, la de cumpleaños.