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Arquitectura personal Vicente Santarúa Pintor y escultor

"Como el arte no daba un duro, mi madre quería que me colocara en Frigoríficos Moncho"

"Conocí a mi mujer invitándola a toffees en el cine Prendes de Candás; lleva doce operaciones, es el cien por cien de mi vida y le estoy muy agradecido"

Vicente Santarúa, en su estudio en Avilés Irma Collín

Vicente Menéndez-Santarúa Prendes (Candás, Carreño, 1936), "Santarúa", es un artista plástico que ha combinado la escultura y la pintura. Para situarlo basta decir que ha hecho las estatuas de Woody Allen en Oviedo y de Manolo Preciado en Gijón.

Nació en una familia de gente del mar y de emprendedores y creció con una voluntad artística que encontró la complicidad de su padre y el rechazo de su madre. Empezó Comercio en Gijón, hizo Artes y Oficios en Oviedo, acabó el Bachiller en León y completó Bellas Artes en Valencia. Su soporte profesional fue la enseñanza pública en Avilés, La Calzada (Gijón) y Salinas (Castrillón). Casado desde 1962 con Maqui, que tiene una frágil salud, tienen tres hijos y un nieto.

-A los 17 años había expuesto en Candás, estudiaba Artes y Oficios en Oviedo y admiraba al pintor Ramón Casas.

-Conocí a Melcón, que tenía una empresa de rotulación con la exclusiva de las furgonetas de Coca-Cola. Participé con él en el diseño de la puerta de la joyería Pedro Álvarez en la calle Uría. Entonces conocí a artistas como Santamarina o Legazpi y Alicia, su mujer. Por Melcón llegué a Castrillo, secretario de la Caja de Ahorros de Asturias, al que expuse que Antón era un artista de primer orden y casi desconocido. Hicimos su primera gran exposición en la Caja, un éxito rotundo.

-¿Cómo llevaban en casa que fuera artista?

-Mi padre abrió el restaurante Santarúa, donde yo hacía algunos recados, y empecé a salir a escena y dibujar personajes para reconocimiento de los clientes.

-Hizo la mili en Madrid.

-Sí. El comandante de la caja de reclutas de Pravia tenía una representación de coñac y comprando muchas cajas me habría dejado en casa. Pero quería aprender en el Museo del Prado.

-¿Cómo le fue?

-Para servirse de mis capacidades artísticas dos tenientes disputaron tenerme en su batería. Uno me tenía siempre castigado y en el calabozo, hasta que avisé en casa. Un tío mío conocía al teniente coronel Herrero...

Me echaron del trabajo por no tener permiso escrito para ausentarme para hacer una exposición en Candás; a continuación, nació nuestro primer hijo

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-¿...Y le salvó?

-Me sacó de Fuencarral y me llevó a La Cibeles. Le hice un retrato a él y otro a su mujer y me facilitó vestir de civil y entrar en el Prado, avalado por una primera medalla. Me buscó alojamiento en el Hogar del Empleado, que era una residencia para botones que pagaban los bancos.

-Lo licenciaron y regresó.

-A Candás, donde tenía un piso vacío de mi madre y lo convertí en estudio.

-Ya es artista.

-Y conozco a Mary Carmen Ramos Fernández, "Maqui".

-¿Cuándo la conoció?

-En el estreno de la película "Papá, ya tenemos coche", en el teatro Prendes. Yo tenía 20 años y ella, 17. Ella y su amiga estaban en la fila de delante y un amigo y yo las invitamos a unos toffees. Al salir, ella me preguntó la hora y ahí fue el flechazo.

Vicente Santarúa, en su estudio en Avilés Irma Collín

-¿Cómo siguió?

-Tuve la cara de ir a hablar con su abuela. Le pedí permiso para que posara para mí, que estaba haciendo "La batalla de Solferino" que hice en la Cruz Roja de Avilés. Desde el ventanal de la escuela, donde unos maestros me habían dejado una habitación, la espiaba y luego le decía todo lo que había hecho. La tenía alucinada.

-Primer trabajo artístico...

-Vino a buscarme Paulino Sandonis, que tenía una fábrica de reproducciones artísticas. Era socio de Kirber, ingeniero alemán que hizo los Altos Hornos de Ensidesa, tenía avioneta particular y era hijo de un químico que tenía la patente del plástico imitando marfil.

-¿Qué hacían?

-Arte chino, quijotes, sanchopanzas, monumentos asturianos que compraba Almacenes Botas. Era principios de los sesenta y conocí a Mauro y alterné con Fernando Alba, Carlos Sierra, Miguel Ángel Lombardía, el arquitecto Paco Pol y "el Pilu", gran artista, minero, ciclista y compañero de El Tarangu hasta que lo empotró un coche que se saltó un stop.

-Vivía en Oviedo.

-Sí. Me casé en 1964 y nos establecimos en la Silla del Rey. Cuando murió mi padre, mi madre me dijo: "Tienes que colocarte en Frigoríficos Moncho porque no tienes un duro". Era la empresa de un primo en el muelle pesquero de Avilés. Le contesté que no, que era escultor.

-¿Vivía de su trabajo?

-Verás. Me invitaron a exponer en Candás y pedí permiso al encargado para ausentarme tres días. Llegó el alemán, preguntó por mí y como no tenía permiso por escrito me echó a la calle. Entonces nació mi hijo, Samuel Orlando, el 18 de julio de 1965. Dejé Oviedo, volví a Avilés, al segundo piso de la casa donde estaba el restaurante, calle Industria, y empecé a dar clase en la Escuela de Artes y Oficios.

-Resuelto, ¿no?

-Pagaban poco, pero conseguí trabajar unas horas más en los Agustinos. Un día me encontré con doña Esther Carreño, directora del Instituto Carreño Miranda, diputada, concejala, peso pesado en Avilés, y me dijo que tenía que dar clases en el instituto.

-¿Sin título de Bachiller?

-Ella me explicó cómo conseguirlo. En 1972 me conmutaron los estudios de Comercio y acabé el Bachiller en el Colegio Padre Isla de León. Luego hice Bellas Artes en la Escuela de San Carlos de Valencia, examinándome de dos en dos cursos. Si llego a suspender, me habrían quitado el puesto del instituto.

-Logró el título y...

-Oposité a agregado. Lo más cerca que me tocó fue La Calzada de Gijón, donde habían llegado 5.000 familias de las cuencas mineras. Yo era jefe de estudios cuando los estudiantes hicieron la primera sentada de Asturias, rodeados de policías con metralleta. El alumno más conocido era Jorge Martínez, de "Ilegales".

-¿Condiciones?

-Decir "una mierda" es usar la palabra más limpia. Todas las aulas eran de uralita y no se podía dar clase cuando llovía o granizaba. Enfrente había una fábrica de tripas que soltaba un olor putrefacto. Después de 6 años, el presidente de la Asociación de Padres y yo fuimos a la Feria de Muestras porque estaba de visita el ministro de Educación Aurelio Menéndez. Hablamos con el secretario, que era de Mieres, y nos dijo que al ministro no le habían llegado nuestras quejas. Le consultó y nos citó a las nueve de la mañana en el instituto.

-¿Arreglado?

-No, convocamos a los profesores que había en agosto y se remontaron con nosotros. El ministro nos citó para ir el jueves a Madrid con toda la documentación para hacer el nuevo instituto.

-Sacó cátedra.

-Vine al Carreño Miranda de Avilés y pasé a la filial de Salinas.

-Tiene tres hijos.

-Samuel Orlando, Alberto y Sonia Paz. Y un nieto, José Antonio, hijo de Alberto y Susana, recién nacido en Barcelona.

-Fue un padre presente.

-Echo en falta haber convivido más con mis hijos. Mi mujer tiene doce operaciones encima y ellos vivieron con los abuelos maternos hasta ser mayores de edad.

-¿Se lo reprocharon?

-Se lo callan.

-¿Qué tal siente que le trató la vida hasta ahora?

-Estoy conforme. Mi mujer, Mari Carmen Ramos Fernández, "Maqui", es el cien por cien de mi vida y le estoy muy agradecido como compañero. Ahora tiene problemas de hígado y páncreas y una depresión de caballo. En lo artístico merecía más.

-¿Por qué?

-En Avilés no soy capaz de terminar la escultura de Carreño Miranda, a la que falta hacer la figura de un alumno que tiene un simbolismo enorme. Me echo algo de culpa. Arrastro un lastre desde el busto de Philippe Cousteau.

-¿Qué pasó?

-Me la encargaron a tamaño natural y la hice de tres metros porque le cambiaron la ubicación, del paseo de la playa a La Peñona. No me pagaron los gastos de fundición y viajes. Es la única escultura asturiana que se presentó en la Unesco y el director de la parte artística me dijo "no todos los días entra por la puerta de París una obra como ésa". Cuando la vio el padre no pudo dar la conferencia a los 6.000 niños que le esperaban. Nadie habla de mi escultura de David Vázquez en La Felguera, que los entendidos dicen que es para Madrid.

-Con Woody Allen ha dado la vuelta al mundo.

-El políptico en madera de la parroquia de Santo Domingo de Miranda, que hice a encargo de Feito, no figura en las guías de arte locales y regionales, y nadie sabe que Oviedo tiene ante el Archivo Provincial la única escultura de Juan Pablo II en playeros.

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