Una combinación anormal de otoño oficial y verano atmosférico ha abierto una brecha entre el ambiente y el calendario que no es del todo insólita pero sí altamente infrecuente en un mes de diciembre en Asturias. La región alcanzó ayer, poco antes de las dos de la tarde, una temperatura máxima de 24 grados en Cabo Busto y Gijón que marca el segundo valor más alto de la Península, sólo por detrás de los 24,5 de Jerez de la Frontera, y que ronda el récord histórico de calor en el último mes del año (Gijón llegó a 25 el 2 de diciembre de 1985, Oviedo marcó ayer 21,4 con mínima de 15 y su plusmarca es 23).

Esta atípica despedida del otoño se concreta en una media de 11,1 grados en las dos primeras semanas de este mes, sensiblemente por encima de los 9,3 del valor que se considera normal tomando la referencia de las cuatro últimas décadas. Puede que sea este cierre caluroso, raro, la conclusión perfecta para una estación que ha sido toda ella particularmente cálida y seca y que experimenta estos días las repercusiones combinadas de un potente anticiclón desplazado hacia el mar Mediterráneo que bloquea un sistema de varias borrascas que se aproximan por el Atlántico y evita que penetren en la Península. Unidos desplazan masas de aire templado de procedencia subtropical y africana que han empujado los termómetros hasta valores pocas veces vistos al final del otoño en buena parte del país.

Así lo explica Manuel Mora, delegado en Asturias de la Agencia Estatal de Meterología (Aemet), que en la región cose esos dos fenómenos con las secuelas del "Efecto Foehn", un proceso propio de los Alpes pero que en este diciembre se ha desatado en el entorno de la Cordillera Cantábrica haciendo que el ascenso térmico sea particularmente intenso en Asturias. Se sustancia éste en que el aire que viene del Sur origina, al verse obligado a remontar las montañas, precipitaciones en la ladera meridional -aquí la de León- y se deseca al bajar por la vertiente Norte -la asturiana-, generando un singular contraste climático que ha hecho subir las temperaturas a este lado de la cadena montañosa. De hecho, el fuerte viento, con rachas de hasta 99 kilómetros por hora medidos ayer en Taramundi, llevó a la Dirección General de Tráfico a activar una alerta para que se circule por precaución por la Autopista del Huerna.

"La anomalía cálida va a ser notable" aún unos días -para hoy se adelantan máximas de hasta 22 grados en Asturias- y Mora prevé que los efectos del fenómeno se queden en la región al menos hasta el final de esta semana, aunque tal vez con algún paréntesis lluvioso probablemente programable para mañana, "porque aunque el anticiclón bloquea la entrada de borrascas, no es descartable que algunos frentes toquen el Cantábrico". El delegado territorial de la Aemet no descarta incluso que una situación similar pueda reproducirse en el entorno del cambio de año dando estabilidad atmosférica a las fiestas navideñas. Dice que "la segunda quincena de diciembre apunta también a valores por encima de lo normal", pero precisa que "las predicciones mensuales son menos fiables".

Según el criterio de Mora, este episodio anticiclónico de persistente bloqueo del paso de las borrascas "no resulta muy frecuente" en esta época del año, "pero tampoco es excepcional". Cita por ejemplo el diciembre de 1985, que se abrió paso en Oviedo con una serie de cuatro días, los primeros del mes, con temperaturas máximas de entre 18 y 23 grados. Llegó a suceder incluso más adelante, en los primeros días del invierno, con los calores inusuales de hasta 22 grados registrados en el entorno también en 1990 y 2006.