Ramón San Martín García, ingeniero de Caminos, testigo y actor preferente en el desarrollo de algunas de las grandes infraestructuras de la región, falleció ayer a los 83 años dejando tras de sí una trayectoria de cuatro décadas de trabajo en la Demarcación de Carreteras de Asturias, quince de ellos como jefe del servicio entre 1985 y 2000. San Martín, en cuya etapa crucial al frente del departamento recibieron impulso obras como la Autovía del Cantábrico, la Variante de Avilés o la autopista Oviedo-Campomanes, entre otras muchas actuaciones, será despedido esta tarde a las cinco con un funeral en la iglesia parroquial de Santa María de Trubia, de donde era natural, antes de ser incinerado en el tanatorio de Los Arenales, en Oviedo.

Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos con una gran reputación como especialista en estabilidad de suelos y materiales, aterrizó en el órgano de gestión de las carreteras asturianas el 3 de mayo de 1965 tras un corto pero fructífero trabajo de apenas dos años en el Servicio Regional de Materiales de Barcelona.

En el Principado, a partir de 1965 recibió primero la encomienda de dirigir el mismo departamento, en 1980 fue nombrado jefe provincial de Carreteras y en 1985 ascendió a jefe de la Demarcación, puesto en el que permaneció hasta su destitución en 2000. De ahí a julio de 2003 ejerció como responsable del Servicio de Planeamientos, Proyectos y Obras, donde se jubiló, no sin antes dirigir el proyecto del enlace entre Grado y Cornellana de la autovía Oviedo-La Espina, su último diseño en activo.

San Martín, que consideraba la "Y" como una obra "ejemplar" en Europa y recordaba la especial complejidad de su intervención en el tramo de la A-66 entre Las Segadas y Mieres, que incluyó los túneles bajo el Padrún, o la dificultad del desmonte de San Antolín, en el tramo Llanes-Llovio de la Autovía del Cantábrico, recibió a lo largo de su carrera numerosos reconocimientos a su labor, entre ellos la Encomienda a la Orden del Mérito Civil por la dirección de los estudios previos de los accesos a Galicia.

Ignacio García-Arango, que fue jefe de la Demarcación de Carreteras después de San Martín y antes trabajó a sus órdenes, lo glosaba ayer como "un jefe elegante y caballeroso, un buen paisano que mandaba sin dar voces" y que desde antes de su responsabilidad al frente del departamento ya había sido un referente nacional en su especialidad científica, "uno de los mejores jefes de materiales de España". Antes de acceder a la jefatura sobresalió ofreciendo "soluciones buenísimas", recuerda García-Arango, "a una enorme cantidad de problemas con taludes, con montes que se caían o con cimentaciones de túneles". Hombre de gran habilidad manual, fue un gran aficionado a la confección de aviones y barcos teledirigidos y un apasionado de la pintura. Su regalo en el homenaje que le tributaron sus compañeros tras su jubilación fue una caja de acuarelas.

Ya en aquel momento de 2003 consideraba que el volumen de tráfico no justificaba una autovía de dos calzadas entre Grado y La Espina -hoy la obra todavía renquea a partir de Cornellana después de cinco años paralizada y sólo ha abierto una de las dos calzadas proyectadas entre Salas y La Espina- y abogaba por la duplicación de calzada entre Soto del Barco y Cornellana.