El invierno demográfico asturiano, que se hace más crudo en cada actualización de la estadística, comprobó ayer que 2015 se cerró con el mayor número de defunciones desde los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil. La habitual coincidencia entre el descenso de los nacimientos y el aumento de las muertes alcanzó el año pasado cifras de las que apenas queda memoria en los registros. Especialmente severo es el cómputo de 13.603 decesos de 2015, que obliga a retroceder hasta 1941 para encontrar entre los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) un recuento anual más elevado. Detrás de inventario se dejan ver los efectos del acusado envejecimiento de la población de una región que lidera el índice de vejez en España y cuenta el doble de mayores de 65 años que de menores de quince.

A ese tope histórico de fallecimientos -a un promedio de más de 37 al día, 31 por debajo de 2014- se sumó en 2015, según la estadística de la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), el recuento anual de alumbramientos más escaso en lo que va de siglo, 6.569 que reducen en 71 los del ejercicio anterior y no llegan a dieciocho por jornada. Los dos datos juntos entristecen aun más el sombrío panorama de la incierta demografía asturiana. Con esas cifras, la pérdida de población por motivos estrictamente vegetativos -por la diferencia entre nacidos y muertos- volvió a rebasar el año pasado el nivel más alto de la historia estadística, con una merma en un año de 7.034 habitantes que no encuentra parangón en la serie divulgada ayer por Sadei, que arranca en 1990. En ese cuarto de siglo, de hecho, Asturias nunca había perdido en una sola anualidad más de 7.000 residentes por razones estrictamente demográficas.

No es aún esa, por si fuera poco, la pérdida total de residentes del Principado en 2015, toda vez que aún habría que añadir el efecto de los intercambios migratorios y éstos llevan dos años siendo también negativos en Asturias.

El único repunte registrado en el balance de Sadei es el del recuento de matrimonios, que superan la crisis y crecen por segundo año consecutivo hasta cerrar el año con 4.012.