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Sotres, mágico bajo la nieve

La quietud de la noche en la localidad cabraliega tras la tormenta de nieve del lunes proporciona imágenes mágicas

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Sotres tras la nevada

Existe un pájaro de las nieves. Los vecinos de Sotres conocen así, con nombre tan lírico, al acentor alpino, una pequeña ave que -dicen- revolotea entre tejados cuando se avecina una nevada. El pájaro de las nieves ejerce de "hombre del tiempo", su presencia es predicción meteorológica exacta y su vuelo nervioso rompe la quietud del paisaje tras la tormenta.

"El pájaro de las nieves nunca falla. Cuando aparece, toca abrigarse". Y sí. El acentor alpino bajó de las montañas la pasada semana. Dicho y hecho.

Nieva en los Picos de Europa, pero el ambiente no es gélido. Cuando nieva y hay ventisca, los copos son de ida y vuelta, se retuercen en el aire. Los vecinos tienen su particular explicación metafórica: "Es como si nevara para arriba".

Pero cuando el viento amaina, y eso suele suceder al caer de algunas noches, el entorno parece entrar en un mágico letargo. "No hay mayor silencio que en esos momentos", cuentan. Noche y nieve se vuelven entonces aliadas, con el paisanaje a cubierto y con horas por delante para delinear el paisaje.

Las fotografías que ilustran esta información están tomadas en Sotres y sus alrededores en la noche de anteayer, lunes, después de una jornada de tiempo inestable e incertidumbre por sus consecuencias. Pregonar la belleza de ese paisaje, y hacerlo desde la perspectiva del viajero ocasional, no siempre es bien entendido por quienes lo sufren con regularidad machacona en sus carnes y huesos, pero merece la pena correr el riesgo.

Sotres iluminado en la noche como una hoguera entre el hielo. El caminante solitario que retorna y deja huella profunda en las calles blancas. Los copos como luciérnagas prendidas en el visor de la cámara. Las nubes rotas, color de más hielo, esta vez azul, sobre los bosques desnudos de robles y hayas. Y el pueblo en soledad perfecta, durmiendo en paz tras la tormenta.

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