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MARTA HERNANDO ÁLVAREZ. | Catedrática del área de Tecnología Electrónica | MANUEL ARIAS PÉREZ DE AZPEITIA. | Profesor ayudante doctor en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón

Marta Hernando: "La docencia avala contratos pero los méritos los da la investigación"

Marta Hernando: "La docencia avala contratos pero los méritos los da la investigación"

Los amplificadores Marshall, uno de los iconos del rock tienen sello asturiano. Diseñados por Jim Marshall, un londinense que empezó su carrera como batería, profesor de música y dueño de una tienda de instrumentos de Londres y conocido de numerosos artistas del panorama rock de los 60 y 70, en las mejoras introducidas en sus sistemas electrónicos a lo largo de los últimos años han tenido mucho que ver los investigadores del área de Tecnología Electrónica de la Universidad de Oviedo. A Marta Hernando y Manuel Arias Pérez de Azpeitia, maestra y discípulo en esta entrega de la serie "Maestros y Discípulos" les acompaña, de fondo, en el laboratorio del grupo en el campus gijonés, uno de esos amplificadores Marshall.

Como en el mundo del rock la ingeniería tampoco es cosa de mujeres. Marta es un caso muy singular en el ámbito de la Universidad española, ya que en su área de conocimiento, Tecnología Electrónica, hay en España sólo cuatro catedráticas. Ella es, además, la única que de una universidad de fuera de Madrid, donde dos pertenecen a la Universidad Politécnica y una a la Carlos III. Por esta razón y por el peso que tiene en el grupo de Sistemas Electrónicos de Alimentación es una persona muy significativa dentro la Universidad.

Su discípulo, Manuel Arias Pérez de Azpeitia, que ella considera un igual, es un brillantísimo investigador, que en la actualidad es profesor ayudante doctor, pero que lleva ya varios años acreditado de profesor titular de Universidad, de hecho es el que tiene la acreditación más antigua dentro de su área en la Universidad de Oviedo. Ambos representan el modelo más realista una relación maestro-discípulo. A los 51 años la gijonesa marta Hernando ha desarrollado toda su trayectoria académica en la Universidad de Oviedo. Es ingeniera industrial desde 1988, obteniendo el grado de doctor en 1992. Desde los inicios se incorporóa al área de Tecnología Electrónica, donde ha desempeñado distintos puestos docentes y es catedrática de Universidad desde noviembre de 2010.

Patentes

Manuel, oventense de 36 años, entró a formar parte del grupo de Sistemas Electrónicos de Alimentación que encabeza el catedrático Javier Sebastián en enero de 2005, una vez terminó su proyecto fin de carrera y obtuvo la titulación de ingeniero industrial en la rama de Electrónica y Automática. Inicialmente se incorporó como becario adscrito a un proyecto de investigación y centró su actividad en el desarrollo de una mesa 3D robotizada para el escaneo en frecuencia de convertidores. Posteriormente, coincidiendo con sus estudios de doctorado, obtuvo una beca FICYT. Uno y otro reconocen que el foco del grupo no es patentar por patentar sino intentar que esas patentes, si las hay, "tengan un sentido industrial".

A Marta ya casi no le extraña la escasa presencia de mujeres catedráticas en ingeniería. "No hay muchas chicas que se dediquen a esto", aprecia, "aunque hemos tenido muy buenas alumnas en el grupo", continúa. Al final, "es una cuestión de imagen social" la escasa representación femenina en carreras técnicas. "Los expedientes más brillantes de Selectividad se inclinan hacia perfiles sociosanitarios", concluye la catedrática. En este punto interviene Manuel para explicar algunas de las ventajas de su profesión para ambos sexos. "Es un trabajo muy creativo", subraya, "donde te permiten resolver problemas reales y las soluciones las ves a corto plazo". Si bien en su ámbito resulta "bastante complicado patentar", Marta opina que las patentes tienen sentido si están vinculadas a proyectos con la empresa. Esas relaciones las han cultivado desde los inicios del grupo de investigación, con empresas como Alcatel, Chloride, AEG y, más recientemente, con Marshall, Thyssen u Orona, a través de proyectos del plan nacional de investigación, en consorcios europeos o en trabajos financiados a través del plan regional o por las propias empresas. 2015, por ejemplo, recuerdan que fue un año bueno en cuanto a los recursos captados. "El de Marshall es un ejemplo real de trasferencia con la empresa", apunta Manuel pero por impacto y retos citan el proyecto "Speed" (acrónimo de "Silicon Carbide Power Technology for Energy Efficiente Devices" y que resume el objetivo de una tecnología de alimentación de carburo de silicio para desarrollar dispositivos eficientes), liderado por Fernando Briz.

Talento exportado

En su laboratorio del campus gijonés también se ha formado una parte importante del talento que exporta la Universidad de Oviedo. Dos de los miembros del grupo, Miguel Rodríguez y Pablo Fernández Miaja están ahora en Colorado y Manchester. "Lo de regresar es cuestión de tiempo", cuenta Marta, "pero una vez que te estableces en otro entorno cada vez en más difícil". Manuel reconoce que no le disgutaría una experiencia internacional pero lleva volcado en la docencia desde 2006. Los endiablados horarios de los ayudantes doctores le impiden aglutinar toda la docencia en un semestre para irse fuera. "La crisis alcanzó a todos los sectores", reconoce el joven quien, sin embargo, no se da por vencido en la próxima convocatoria de plazas de la Universidad pese a que "ahora hay más gente" para idéntico número de puestos.

Marta insta a avanzar en la renovación de plantillas y recuerda, además, la contradicción de un sistema universitario donde "los contratos se justifican por la docencia pero los méritos para el profesor los da la investigación". Al final no queda otra que "diversificar y estar en las dos cosas". Manuel se aplica el cuento y reconoce que "es cuetión de tiempo y de dedicarle horas". Pero no genera insatisfacción, al contrario, aclara. A juicio de maestra y discípulo, el camino de los futuros ingenieros se ha entorpecido con Bolonia. "Aumentó la burocracia y lo que es una barbaridad en ingeniería es que la especialización la dé el grado y que el máster sea generalista", se queja. El discípulo asiente: "El sistema no era perfecto pero me gustaba como estaba antes. La ingeniería era mejor con un plan de seis años".

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