La habilidad de algunos políticos para dar la vuelta a la tortilla según que cara les convenga en cada situación es asombrosa.

Leo en LA NUEVA ESPAÑA del martes 1 de marzo unas declaraciones del expresidente del Principado, señor Rodríguez-Vigil, a propósito del conflicto y polémica surgidos entre Derechos y Servicios Sociales del Principado que reclama pagos a algunos herederos por deudas de ancianos fallecidos tras haber ocupado plazas en residencias de la red geriátrica del Principado y comprobarse ahora que disponían de patrimonio.

Este señor dice, entre otras cosas, que es una sinvergonzonería el que se coja a un abuelo, se le ingrese en una residencia pública y se pretenda que la Administración lo cuide y lo atienda hasta el fin de sus días sin que a la familia le cueste un duro y encima herede el piso tan ricamente. Y, añade, eso es una barbaridad.

Yo no voy a entrar a valorar hasta dónde este señor tiene o no razón. Supongo que habrá que recurrir como tantas veces a Campoamor; habrá quien lo mire con el cristal de un color y quien lo ve con otro. Lo que a mí me llamó la atención es cuando en otro párrafo dice: el problema es la demagogia y el populismo queriendo buscar culpables en otros, y también añade: aquello que no se cobra y supone un gasto hay que retraerlo de financiar otras cosas. ¡Totalmente de acuerdo! Pero eso mismo debe tenerse en cuenta en todos los casos, ya gobiernen los suyos o gobiernen otros. Este periódico publicaba el 30 de septiembre de 2014 unas declaraciones de una diputada socialista por Asturias cargando contra el PP por (según decía) ser tan insolidario y recaudador con los emigrantes retornados. Se refería al requerimiento que Hacienda hacía a quienes llevaban años sin declarar sus pensiones del extranjero para regularizar su situación fiscal. En mi opinión, esto es medir las cosas con distinta vara según nos convenga. La demagogia que este señor menciona demuestra que va por barrios. Tan necesario es para la Administración el dinero que él ahora defiende debe pagarse como el que Hacienda reclamaba entonces a quienes no habían cumplido con sus obligaciones fiscales.