Existe una alternativa a la ordenación coordinada del área central asturiana, pero el plan de desarrollo metropolitano que patrocina el Principado no la recomienda. Traería muchos problemas y entre ellos tres que remiten a recursos básicos, a los tres estados de la materia: el líquido del abastecimiento de agua, el gaseoso de la calidad del aire y el sólido del tratamiento de las basuras. Son los riesgos que se caracterizan como "sociales y ambientales" en el diagnóstico que efectúa el documento, recién presentado y abierto desde el pasado miércoles a la participación pública. Ahí, al otro lado del espejo de la Asturias idílica del centro ordenado, de la urbanización controlada, el desarrollo económico innovador y el tren a pleno rendimiento, el estudio opone el reverso oscuro de la prolongación del desconcierto actual y, entre otras amenazas, la advertencia de un problema ambiental de carácter triple, vinculado simultáneamente "con el ciclo del agua, la gestión de residuos y la calidad del aire".
La prolongación de la situación actual "de crecimiento desordenado y difusión del desarrollo urbano", advierte el trabajo, tendría efectos negativos "no sólo en términos de productividad, sino también de calidad ambiental y cohesión social". Propone salvar los que se refieren al medio ambiente mediante "decisiones estratégicas, de planificación, inversión y gestión que, de no tomarse, tornarán en debilidades estructurales" y mermarán la calidad de vida.
Cuando entra en los detalles de cada problema y se detiene en la "dispersión de contaminantes", el análisis acepta que en los últimos años ha mejorado, pero cuestiona que sea un problema focalizado en entornos de alta concentración industrial, como alguna vez ha sostenido el Principado. Advierte de que "no afecta sólo a las inmediaciones de las instalaciones, sino que viene a comprometer la calidad residencial a pesar de la apariencia favorable del conjunto". Se trata por eso de ordenar la gran industria y de urgir las estrategias que también propone el documento para reducir el actual uso intensivo del vehículo privado.
El estudio que suscriben la Consejería de Infraestructuras y el Laboratorio de Análisis Económico Regional de la Universidad de Oviedo (Regiolab) identifica un problema también en cuanto al abastecimiento de agua. Más bien en los síntomas de la "fragilidad del sistema" que da servicio a la connurbación de más de 800.000 habitantes que el Gobierno regional ha incluido en su plan de área metropolitana. Se refiere a la disminución de aportaciones del río Nalón al sistema de los embalses de Tanes y Rioseco, que ha disminuido un trece por ciento en quince años, que se ha calculado superior en las previsiones de pérdida de las próximas décadas y que induce la toma de decisiones como la que el Estado tiene programada en un plan de "Mejora del abastecimiento de agua a la zona central de Asturias".
La basura, tercera pata del riesgo ambiental de un centro urbano desordenado, tiene planteado, como fruto de la aglomeración creciente de población en el centro de Asturias, al menos un problema de espacio. El documento de directrices renuncia a tomar partido en la estrategia para afrontar el ya muy controvertido debate sobre el futuro del tratamiento de residuos en el Principado, presidido por la discusión en torno a la viabilidad y conveniencia de la planta incineradora de Serín. Se limita a advertir del riesgo, asumiendo que el Consorcio para la Gestión de los Residuos Sólidos en Asturias (Cogersa) tiene sobre la mesa está "el reto de sustituir las instalaciones que se agotan", sobre todo el depósito de residuos no peligrosos, "por otras que garanticen su futuro, cumpliendo en todo caso", precisa, "con las exigencias legales y medioambientales actuales".
