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Apuntes De Mecánica Política

Los partidos ya miran al 26-J

La probable repetición de las elecciones generales tras el fracaso para formar gobierno ya hace aflorar las estrategias de las diferentes siglas

Los partidos ya miran al 26-J

Imaginen una máquina del tiempo que les permita regresar al pasado. ¿Qué cambiarían? ¿Podrían hacerlo o al contrario acabarían condenados a repetir los errores para no trastocar el futuro? Los partidos políticos se acomodan ya ante esa máquina del tiempo que, en apariencia, será la probable repetición de las elecciones generales. Y aunque crean contar con la ventaja de conocer lo que pasó tras las del 20-D el problema es que los votantes también.

Con la boca pequeña los partidos en Asturias reconocen que ya miran al 26 de junio, fecha en la que previsiblemente se celebrarían los nuevos comicios tras el fracaso de las negociaciones para formar gobierno. Del 20-D al 26-J y vuelta a la casilla de salida.

Hasta ahora, la física ve imposible viajar al pasado. Cabe, sí, la hipótesis desde un punto de vista teórico, por ejemplo a través del entramado de multiuniversos de la Mecánica Cuántica, o quizás en una enorme sacudida de ondas gravitatorias por la colisión de superagujeros negros. Nada de eso se espera de aquí a junio.

Los socialistas asturianos llevan repitiendo desde el principio que Pedro Sánchez no podría lograr el respaldo suficiente para desbancar a Mariano Rajoy. Queda por dilucidar el resultado de la consulta de Podemos a los inscritos en sus círculos, pero casi nadie apuesta por una solución que facilite un gobierno con una mayoría suficiente y estable. La principal preocupación de los socialistas está en la rapidez con la que conseguirán despegarse de la amistad con Ciudadanos. Son conscientes de que Pablo Iglesias, líder de Podemos, convertirá el argumento de que "el PSOE se alía con la derecha de Albert Rivera" en un mantra durante toda la campaña electoral. No es que abjuren de él, pero tampoco conviene recordarlo mucho, no sea que la formación naranja termine por cambiar de pareja de danza después de las próximas elecciones y deje a Pedro Sánchez, que quería bailar con dos novios, solo en mitad de la pista.

Oficialmente, el PSOE aún no habla de listas. Lo más probable es que apenas se introduzcan cambios, aunque los socialistas abrirán el mismo proceso que antes de las elecciones de diciembre: consulta a las agrupaciones para que hagan sugerencias. Eso sí, se esquiva por ahora el debate de si será adecuado volver a incluir a Vicente Álvarez Areces en la candidatura al Senado. La duda es si mantenerlo es compatible con las varias veces que el gobierno de Javier Fernández ha echado balones fuera ante casos peliagudos con el argumento de "era de una etapa anterior".

También en las listas populares puede haber dilema ante el viaje atrás en el tiempo político. Parece lógico que se reedite la alianza con los foristas de Álvarez-Cascos. Esta vez, más que nunca, ambos partidos necesitan de simbiosis electoral. El PP lograría así sumar votos a su candidatura nacional (con la que está cayendo con la corrupción se pelea hasta la última papeleta) y Foro consigue un diputado y un senador de regalo. Los foristas tendrían muy difícil obtenerlos si concurriesen solos.

Hay una variable desconocida. La evidente buena sintonía entre la presidenta del PP, Mercedes Fernández, y la presidenta de Foro, Cristina Coto, ya ha despertado algún recelo interno en el entorno de Álvarez-Cascos. ¿Pondrá el exministro zancadillas a la alianza?

Sobre el papel, una ruptura no traería mayores beneficios: ambos partidos aprovechan el idilio para formar bloque en la Junta y el coste interno para el PP que supuso el acercamiento a los antaño beligerantes enemigos ya está amortizado. No obstante, foristas y populares son agua y aceite en algunos municipios.

Pese a los aires preelectorales que soplan, el discurso oficial en el PP asturiano es que aún cabe un acuerdo en estos quince días de cuenta atrás y que incluso Rajoy termine de presidente. Soñar es gratis. Difícil apaño de última hora cabe tras la estocada panameña a José Manuel Soria.

La opción de volver al pasado y pensar en enmendar errores puede dar sorpresas en la relación entre Podemos e Izquierda Unida. Ante la posibilidad de nuevas elecciones regresan las llamadas a la confluencia. Es una hipótesis que gana adeptos, aunque con matices. Primero, Alberto Garzón ha evolucionado en su espectro de apoyos internos en IU al lograr ganarse el respaldo de territorios como Asturias o Andalucía muy recelosos con Podemos. Segundo, ante un Pablo Iglesias que en los sondeos pierde puntos, Izquierda Unida tiene posibilidades de recuperar voto. Tercero, la desconfianza mutua es muy elevada. Podemos quiere que las negociaciones con IU se hagan a través del instrumento que fue Unidad Popular, la candidatura bajo la que concurrieron los de Garzón. Los dirigentes de Izquierda Unida creen que esa es una estratagema de Podemos para librarse de hablar cara a cara con la dirección federal. Y último, y no por ello menos importante: queda la duda de cómo funcionaría un grupo parlamentario híbrido y cómo se repartirían fondos y asesores, por ejemplo.

Podemos en Asturias sigue siendo verso suelto, con tres años ante sí para gestionar sus tiempos en la Junta y desmarcado ya de la suerte que corra Pablo Iglesias. En Ciudadanos, más allá de sus tensiones avilesinas pocas ganas de ajuste se adivinan.

Y aunque las encuestas no prevén sacudidas, algún actual diputado o diputada, senador o senadora, se quedará en tierra sin viaje a Madrid. Y otros habrá que darán las gracias a las segundas oportunidades.

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