El proyecto de cría en cautividad del urogallo cantábrico sigue dando números negativos. Una de las dos hembras liberadas el pasado 11 de mayo en el cantadero de Alto Sil (León) no tardó ni dos días en caer en las garras de los depredadores. El otro ejemplar se localiza a unos cinco kilómetros del lugar de la suelta, aunque las probabilidades de éxito son escasas. El centro de Sobrescobio intentó reintroducir ya en octubre de 2014 a otras tres hembras, que no sobrevivieron en el medio natural. Pese a ello, el responsable de las instalaciones del parque de Redes, Ramón Balsera, defiende que "es necesario apostar por la cría dado el riesgo de extinción que sufre la especie".

Actualmente se estima que la población cuenta con entre 200 y 300 machos en los bosques de la Cordillera Cantábrica. En apenas tres décadas su presencia se ha reducido un 70 por ciento debido, entre otros factores, a la destrucción del hábitat, la depredación, la caza y ahora también el cambio climático. En Asturias, el mayor grupo se concentra en el suroccidente, principalmente en Degaña y Cangas del Narcea. Con el objetivo de revertir esta situación, en octubre de 2010 la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente puso en marcha el proyecto "Life +", dotado de 5,9 millones de euros y financiado al 50% por la Unión Europea. El programa, que concluye en el mes de diciembre, ha conseguido mejoras importantes en el hábitat pero no tantas en la especie.

En seis años, el Gobierno central ha actuado en un total de 453 hectáreas, concentrando los mayores esfuerzos en la plantación de arandaneras, la principal fuente de alimentación del urogallo. El subdirector de la Fundación, Ignacio Torres, aseguró el jueves en Posada de Valdeón que estos arbustos crecen a buen ritmo en el 72% de las zonas intervenidas, donde han aparecido machos salvajes. "La repoblación sólo ha fracasado en un 4% de las áreas por la aparición de helechos, mientras que el 22% restante es dudoso", señaló Torres, acompañado por los integrantes más destacados del proyecto. Entre ellos, el coordinador del plan de cría de Sobrescobio, Ramón Balsera.

El veterinario explicó que el centro para la recuperación de la fauna salvaje de Redes alberga ahora mismo a 14 aves en cautividad (9 hembras y 5 machos) -y 6 huevos-, aunque hasta hace poco eran 16. El pasado día 11, la Fundación Biodiversidad liberó a dos urogallinas, de cuatro años, en un cantadero de la provincia de León. Se trata del primer caso de suelta directa que se lleva a cabo en España desde que entró en funcionamiento el programa. Aunque hace dos años ya se intentaron reintroducir otros tres hembras, en este caso se utilizó el parque de presuelta de los Picos de Europa, donde permanecieron ocho días. Además, el objetivo de esta última suelta es diferente, pues no se persigue tanto la reintroducción sino la posibilidad de que una hembra copule con un macho salvaje y recoger sus huevos.

Sin embargo, uno de los ejemplares falleció el pasado viernes y el otro tiene las horas contadas debido a su escasa adaptación al medio natural. "Durante el período de cría en cautividad, tenemos un cuidado extraordinario con el manejo de los ejemplares. Procuramos que no tengan interacción con el ser humano y darles de comer igual que lo harían en la naturaleza", detalló Ignacio Torres, quien señaló también que se hacen prácticas con perros para analizar cómo reaccionan las aves ante una amenaza. A pesar de los esfuerzos, la realidad no invita al optimismo: de cinco hembras liberadas, sólo una sobrevive diez días después de su suelta. A ello hay que unir otro problema: la alta mortalidad infantil de la especie. "El urogallo es hipersensible", reitera Ignacio Torres.

De hecho, de los 52 huevos que pusieron las urogallinas del centro de cría de Sobrescobio en 2015, sólo nacieron 16 pollos, algunos con taras, de los que al final quedaron 5. Lo mismo ocurre en la naturaleza: únicamente un 10% de los ejemplares alcanzan el año vida. Los polluelos son muy vulnerables al ataque de los depredadores y no resisten a las primaveras frías y lluviosas. Este último aspecto se ha visto acentuado con el cambio climático. "Se ha demostrado que sus efectos afectan al gallo de lira, así que también puede pasar lo mismo con el urogallo. El buen tiempo empieza primero y eso engaña a las gallinas, que adelantan la puesta de huevos, por lo que los pollos nacen cuando llega el frío y la lluvia, y terminan muriendo", manifiesta Torres.

Para hacer frente a estos obstáculos, sobre todo a las malformaciones en las patas con las que muchas aves nacen en Sobrescobio, la Fundación Biodiversidad ha iniciado mejoras en la incubación artificial. En concreto, se reducirá la temperatura dos décimas -de 37,6 grados a 37,4- para garantizar la supervivencia de los pollos. Los integrantes del proyecto, a favor de crear más centros de cría en España, descartan de forma tajante cruzar el urogallo cantábrico con el pirenaico -el más similar-, como planteaban algunos expertos, entre ellos el gijonés Rolando Rodríguez, de la Universidad de Exeter (Reino Unido). "Si lo hiciésemos perderíamos la esencia y no estaríamos conservando al urogallo cantábrico, sino a otro diferente. Supondría el fin de la subespecie", defiende Ramón Balsera.

El subdirector de la Fundación Biodiversidad hizo en Valdeón balance de los seis años de actividad: "El objetivo era parar la regresión de la especie, porque somos conscientes de que pasar de 200 a 800 machos, que sería lo ideal, es muy difícil. Sin embargo, hemos incrementado sus recursos alimenticios, que son una pieza clave para su supervivencia". Además, añadió que las actuaciones forestales hechas hasta la fecha sirven de "paraguas" para otras especies y frenar los incendios en la Asturias verde.