Asturias recibirá el próximo lunes a siete refugiados procedentes de Grecia. Se trata de una familia y de dos jóvenes que ACCEM alojará en Avilés y Oviedo, ocupando siete de las 16 plazas que la asociación tiene libres en este momento para atender a los desplazados, según confirmó ayer el responsable de la ONG en Asturias, Javier Mahía.

Los siete refugiados que llegarán al Principado a finales de mes formarán parte de un contingente de 45 solicitantes de asilo (22 hombres, 8 mujeres y 15 niños). "Todavía desconocemos el perfil de los que vendrán a Asturias. Se está trabajando en ello", indicó Mahía. ACCEM ya tiene acogido a un joven eritreo.

Un total de 20 refugiados (13 sirios y 7 iraquíes) llegaron ayer a España y se distribuyeron entre Barcelona, Zaragoza y Sevilla. Hoy está previsto que lleguen otros 27 procedentes de Italia. Los refugiados llegaron a España mientras Grecia desmonta los campamentos en los que de forma improvisada se fueron instalando los refugiados sirios y afganos. Hacia Idomeni, el campo que se levantó junto a las vías del tren entre las fronteras de Grecia y Macedonia, y ha sido desalojado por la Policía y el Ejército, viajaba ayer el avilesino Pedro Menéndez. El objetivo era colaborar durante la próxima semana en el "Baby Hamman", una iniciativa puesta en marcha por voluntarios de todo el mundo para proporcionar a los niños del campo de refugiados baño y aseo. La tarde del lunes, sus contactos le informaron de que los cooperantes ya habían sido desalojados -"algunos se habían escondido", comenta-. A pesar de todo, Pedro Menéndez sigue adelante, aunque ahora no sabe cuál será su destino final. "Nunca pensé en aplazarlo, porque hay más campos en los que ayudar", afirma. Su contacto, una voluntaria vasca, debería ir a recogerle a su llegada y trasladarle a un pueblo próximo a Idomeni. Ahora, con la nueva situación, "está todo en el aire".

En Idomeni sí estaba ayer la riojana Edith Pérez Alonso, que llegó al campo el pasado día 13. Es médica y trabaja con Bomberos en Acción. Ayer, mientras el Ejército y la Policía griega vaciaban el campamento, esperaba en un bar de Hara, a tres kilómetros, junto a otros cooperantes. Todo era incierto y la situación era de "una gran tristeza e incertidumbre", explicó telefónicamente a LA NUEVA ESPAÑA. Pérez describía una sensación de "mucha tristeza y un desgaste enorme: la presión sobre la población refugiada es enorme" y explicó que en los días previos "se ha aplicado una estrategia de intimidación, yendo tienda por tienda y amenazando: les dicen que si no se van nunca conseguirán asilo".

Tras el desalojo de voluntarios, llegó el de los refugiados, que fueron trasladados a campos militarizados. Siete de esas personas -cinco iraquíes y dos sirios- tendrán la oportunidad a partir del lunes de comenzar una nueva vida en Asturias.