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La guía secreta de Asturias

Molienda de recuerdos en el Camino

El molín de Quilo, en Picarín, se ubica en un rincón idílico de Las Regueras, recuperado y en pie gracias a sus dueños, Marilé Villar y Vicente Suárez

1 Vista general del molino de Quilo. 2 El molino, al fondo, con la riega en primer término. 3 Un tramo del río Andallón. 4 Vicente Suárez y Marilé Villar, en el interior del molino de Quilo, en Picarín. ANA PAZ PAREDES

Asturias tiene rincones llenos de encanto, de magia, de una belleza que nos atrapa y en ocasiones nos deja sin aliento. A veces ese descubrimiento y esa satisfacción son posibles porque alguien se ha preocupado de mantener la historia de sus antepasados y sus vecinos, como es el caso del protagonista de este viaje: el molín de Quilo, quien fue su propietario, también conocido como el molín de Picarín, por el lugar donde se ubica en la parroquia de Ania, en el concejo de Las Regueras.

Los molinos junto a los ríos tienen algo que engancha, algo que nos llama, tal vez la curiosidad de saber cómo funcionaban, cómo se vivía entonces, o las historias que se contaban mientras duraba la molienda, todo eso que conocen muy bien Marilé Villar Valdés y Vicente Suárez Álvarez, cuyo amor por este molino y el orgullo de mantenerlo en pie recordando a su fundador se perciben en cada piedra de sus paredes y hasta en la luz que ilumina la harina derramada en su interior.

Este molino se encuentra en uno de los tramos del Camino Primitivo a Santiago de Compostela, concretamente en el que sale de Oviedo para finalizar esta etapa en San Juan de Villapañada.

"Mi abuelo Quilo lo compró con 20 años, al poco de casarse, y trabajó casi hasta sus últimos días. Siempre tuvo fama de hombre honrado y generoso, además de muy buen molinero, venían de casi todos los puntos de Las Regueras. Cuando falleció, pasó a mi madre, Lidia, y aún le tocó moler algo a mi marido, Vicente", recuerda esta mujer, que es todo simpatía y cordialidad.

La rueda dejó de girar hace 18 años, pero el molino fue rehabilitado en tres ocasiones. Vicente y sus hijos, Marcelino y Chencho, trabajaron muy duro para conservarlo, lo que sin duda destaca aún más el gran esfuerzo de toda la familia para evitar que, como tantos otros en tantas partes de Asturias, acabe en ruinas y olvidado.

Allí, junto a las aguas del río Andallón en que se refrescan los peregrinos que van a Santiago, el molino de Quilo invita a detener el paso y agradecer, tanto a sus dueños como a la propia naturaleza, el regalo al espíritu de un rincón tan bonito y donde se rinde un sincero homenaje a los ancestros. Cuando tienen tiempo, que no es siempre, tanto Vicente como Marilé enseñan el molino a los interesados en conocer y "vivir" durante unos minutos la vida y la obra del abuelo Quilo. Su teléfono es el 985799094. "Lo mostramos con mucho gusto si estamos por aquí. Para nosotros es una gran satisfacción personal", dice Vicente, cuyo tono de voz denota el cariño que, como su mujer, siente por su histórico molino.

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