-Un fotógrafo en medio del Camino de Santiago.

-Comencé a trabajar en el Camino Primitivo. Es una experiencia singular que me está gustando. Lo hago por etapas, según me van marcando los encargos, pero fíjese, los días que me quedo en casa echo de menos la ruta.

Marcelo Suárez Villar (Villaviciosa, 1956) es el autor de las fotos de "Caminos del Norte", el coleccionable que LA NUEVA ESPAÑA distribuirá a sus lectores, junto al periódico del día a partir de mañana domingo y durante 24 semanas. Un recorrido por las tres rutas jacobeas que pasan por Asturias: la ruta costera, el Camino Primitivo y el Camino del Salvador.

Marcelo Suárez tiene larga experiencia profesional y una intensa actividad docente en Fucomi, el Centro Integrado de Formación Profesional de la Imagen, en Langreo; o en la Universidad Popular de Gijón. Estudió en la Escuela de Artes Aplicadas, en Oviedo, y se enamoró de la fotografías en la asignatura que impartía el profesor Ricardo Moreno.

-¿Cómo se plantea su trabajo?

-Voy detrás de Rubén García, que explica las etapas, y de Toño Huerta, que habla del patrimonio a lo largo del Camino. Me van señalando lugares, puntos de interés, monumentos, rincones. Voy solo, me adentro en la senda y procuro disfrutar y no estresarme, que es la forma de que salga bien el trabajo. Al final, de una jornada con la cámara al hombro salen muchas fotos más de las que me sugieren los autores.

-Por curiosidad: ¿en una jornada cuántas veces calcula que aprieta el botón?

-Yo tengo edad como para venir de lo analógico, así que no soy muy derrochador en este sentido. Y eso de tirar en modo ráfaga, pues casi nunca. Apretar el botón es el punto final de una foto, es un instante en el que confluye un encuadre, una luz, una idea y también un sentimiento. El "momento decisivo" del que hablaba Cartier-Bresson.

-¿Qué le está sugiriendo el Camino?

-Para empezar me estoy encontrando con un paisaje que a veces es sobrecogedor. Estos días, por ejemplo, me moví por la zona de Tineo y Allande, días de lluvia, con una luz impresionante. Y ahí estás tú, con tu cámara, frente a una variedad enorme de tierra y monte, entre pueblos prácticamente deshabitados. Es como un salto en el tiempo.

-¿Va a tiro hecho?

-Me sería muy difícil hacer el Camino y a la vez hacer las fotos. Rubén García lo tiene todo muy explorado y las indicaciones que me pasa son muy buenas. Me guío también de rutas en internet, algunas de ellas ciclistas, que van al detalle. El secreto de mi trabajo es desplazarse muy ágilmente, lo que implica desplazamientos a pie cortos, a veces de un puñado de kilómetros, en busca de algo concreto.

-Para los aficionados a la fotografía, que son muchos: ¿con qué cámara trabaja en este proyecto?

-Fundamentalmente con una Nikon 800, de 36 millones de pixeles. Con ella se consigue una nitidez impresionante. Las fotos que van a ser publicadas en "Caminos del Norte" tienen capacidad como para ser reproducidas en tamaño póster de tres metros. La colección de LA NUEVA ESPAÑA es muy visual, yo calculo que pasaré unas tres mil imágenes.

-Un lugar especial en las etapas que ya ha recorrido.

-Hay muchos. Recuerdo el espectáculo de las ruinas del monasterio de Obona. Es un poco dantesco. Ayer mismo [por el jueves] logré una foto de Tineo después de un gran chaparrón, con un cielo que impresiona, En general hay muchas etapas del Camino de Santiago que son como un pasillo hacia otra época.

-¿Qué papel juega en su trabajo el elemento humano?

-Procuro meter gente en mis imágenes. Creo que trabajo a medio camino entre lo periodístico y lo artístico, conceptos que muchas veces se unen. He borrado muchos hilos de luz eléctrica en mi vida por considerar que su presencia acababa con la estética, pero ya no lo hago. Los cables de la luz forman parte del paisaje, no hay que ser puristas. Asumo que mi trabajo está rodeado de subjetividad. Pones a cien fotógrafos en un sitio y al final te encuentras con cien fotos diferentes.

-Cuando acabe el Camino Primitivo comenzará con el de la costa.

-Rubén García ya está recorriendo las primeras etapas costeras y enviando referencias. En Asturias hablar de montaña por un lado y costa por otro, como mundos distintos, no es posible. Aquí hay etapas de costa llenas de desniveles, y a veces las montañas llegan literalmente al mar.