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Un nuevo talud inestable amenaza a la Autovía Minera cerca del enlace de Riaño

Los geólogos advierten del riesgo de argayos en la vía, por una deficiente contención y estabilización del terreno

El talud cercano al enlace de Riaño de la Autovía Minera. FERNANDO RODRÍGUEZ

El departamento de Geología de la Universidad de Oviedo ha advertido recientemente a la Consejería de Infraestructuras del riesgo que supone la inestabilidad de un gran talud que se encuentra en las inmediaciones del enlace de la Autovía Minera (AS-I) en Riaño (Langreo). Se trata de uno de los numerosos puntos de la vía autonómica entre Gijón y Mieres en los que los deslizamientos del terreno amenazan con provocar argayos que afecten a la calzada, si es que no lo han hecho ya. Otros son, por ejemplo, el emboquille del túnel de Picaplana o el viaducto de La Riega, ambos en el concejo de Siero.

"Los taludes de esta autovía tienen diseños cuestionables. Es decir, en varias zonas no cuentan con las medidas de estabilización y contención necesarias. Supongo que ha habido fallos en el proyecto o la ejecución. Y también los está habiendo en el mantenimiento", señala Carlos López Fernández, director del departamento de Geología de la Universidad de Oviedo. Además, para explicar la abundancia de deslizamientos en la AS-I, el profesor también apunta al "deficiente comportamiento geotécnico" del terreno por causas naturales.

Picaplana y La Riega

A la espera de la evolución del talud de Riaño, los últimos problemas de deslizamientos en la Autovía Minera se han concentrado en uno de los emboquilles del túnel de Picaplana, en la parroquia sierense de Anes. Los corrimientos de tierras que presenta este enclave, y que ya obligaron a cerrar carriles durante varios meses en años precedentes, se han agravado, obligando al departamento que dirige Belén Fernández a actuar de urgencia para evitar argayos y nuevas incidencias en la circulación. La actuación se ha extendido al viaducto de La Riega, en las cercanías de Bendición, que presenta deformaciones y desplazamientos en un tablero.

Un corrimiento de tierra de entidad en Picaplana ya mantuvo cerrado al tráfico un carril del tubo en sentido a Gijón durante nueve meses entre 2006 y 2007. La desestabilización de la boca Norte desembocó en otro cierre en 2010. En ese caso, se vio afectada la circulación hacia Gijón.

Picaplana no es, ni mucho menos, una excepción en la Autovía Minera. El trazado de Gijón a Mieres ha estado marcado desde su inauguración, hace trece años, por la presencia de argayos y desprendimientos, varios de ellos de notable entidad. El más grave se produjo en noviembre de 2008, cuando una espectacular avenida de tierra y rocas tapó una de las embocaduras del túnel de La Zoreda, entre Siero y Langreo, manteniendo parcialmente inutilizado el tubo en dirección a Gijón durante casi un año. Las obras de estabilización de la zona afectada costaron 1,6 millones de euros.

El otro gran argayu en la Minera se registró muy poco después de su inauguración. Un corrimiento del terreno en un tramo de unos 700 ubicado entre Langreo y Mieres también afectó a un carril de la calzada.

Los expertos consideran que para acabar con estos problemas es necesaria una actuación integral en los taludes, con el objetivo de reducir una verticalidad que consideran excesiva.

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