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ANA LÓPEZ MARTÍN | Escritora y ex alta ejecutiva de una multinacional de la música

"A los 33 sufrí una crisis e hice la lista de todas las oportunidades perdidas"

"La diferencia entre un mánager y un líder es que 'mánager' es sólo algo que pone en tu tarjeta, el liderazgo te lo ganas a pulso con la gente"

Ana López Martín, en Avilés. RICARDO SOLÍS

-¿Qué le sorprendió del mundo de los famosos?

-En general tienen muchísima personalidad y yo eso no lo capté a través de las cámaras. También un olfato felino fuera de lo normal. Las personas que triunfan tienen una gran determinación y muy claros los objetivos. Nada sucede por causalidad, como a veces pueda parecer. Aborrezco el mensaje que se lanza a veces a la juventud de "ah, mira, yo pasaba por aquí y de repente me aclaman diez mil personas. Me cambió la vida sin darme cuenta". No digo que eso no pueda suceder. Lo que digo es que yo nunca lo he visto. En mi experiencia siempre ha habido detrás mucho trabajo, esfuerzo, determinación y un gran equipo. Cuando todo se alinea y se empuja en la misma dirección, la bola se acaba moviendo en el buen camino.

-Pasa al campo de la alimentación.

-La alimentación en la cadena de suministro tiene mucha responsabilidad. Si no mantienes la cadena de frío, se contaminan los alimentos; si no tienes la llamada "trazabilidad", que es saber dónde está cada lote que se ha producido, también es un riesgo. Como anécdota, cada vez que el departamento de marketing testaba un producto de pastelería con nuevos chocolates o varios te lo daban a probar. Recuerdo los desayunos en la empresa?

-Y la mandan a Portugal.

-Otra aventura. Era la primera vez que reportaba directamente a un director general. CSM (empresa holandesa) había comprado varias compañías y las estaba integrando. Teníamos fábricas y almacenes por todos lados. Todo el día subida en un avión y de hotel en hotel. Agotador. Me llegaban las ojeras a las rodillas.

-EMI le reclama seis meses después para la dirección operativa de España y Portugal.

-Determiné volver a Madrid el día que abrí los ojos en uno de esos hoteles por donde viajaba en el trabajo con CSM y no sabía en qué ciudad estaba. La sensación de desconcierto es tan abrumadora que la situación te sobrepasa. EMI me ofrecía una vida más tranquila en viajes. Tan sólo a Holanda (central de fábricas) y a Londres (central de EMI). Luego las circunstancias me tuvieron cuatro meses trabajando en Colonia, pero, al menos, cuando despertaba sabía en qué ciudad me encontraba.

-El cine da una imagen de los altos ejecutivos como gente competitiva y ambiciosa...

-Algo sí es verdad. Gente muy competitiva, por ejemplo. Ambiciosa, también. Nunca he visto drogas, pero seguro que alguien cometerá ese error de vender su salud por lograr un éxito que a lo largo de su vida será una anécdota tan pequeña que no le importará ni a sus nietos. El problema con la competitividad y la ambición es que son palabras denostadas, precisamente por la imagen de las películas. La competitividad es buenísima si uno la ejerce con uno mismo. La palabra ambición también es buena. Lo que ocurre es que a menudo se confunde con avaricia. No es lo mismo.

-¿Tenía tiempo para una vida sentimental normal?

-No mucho. Mis novios han sido santos en ese aspecto. Pasé diez años con la misma persona, el abogado Javier Estrada, que fue un pilar importantísimo. No sólo hay una gran mujer detrás de un gran hombre, sino también un gran hombre detrás de una gran mujer. No digo que yo lo sea, lo que quiero decir es que la persona que te acompaña ha sumado a tus éxitos.

-¿Por ser mujer tenía más dificultades?

-En el ámbito discográfico rotundamente no. En el ámbito logístico era ciertamente extraño encontrarme dirigiendo camiones, almacenes y varios por el estilo, pero aparte de que trabajaba como una mula, lo cual te da el respeto de tu gente, pasaba poco tiempo en la oficina y sí en planta con ellos. Mi objetivo es que ningún operario tuviera un problema que yo no supiera y pudiera resolver. La gente acaba siguiéndote si estás cuando entran, sigues ahí cuando salen y les ayudas con lo que les esté causando problemas. La diferencia entre un mánager y un líder es que "mánager" es sólo algo que pone en tu tarjeta de empresa, el liderazgo te lo ganas a pulso con la gente.

-¿Qué estrellas vio nacer?

-Todas aquellas que se lanzaron en los ocho años que estuve en EMI. Nadie de la compañía puede decir que algo es sólo mérito suyo, y yo desde luego muchísimo menos. Es un trabajo de equipo, aunque suene tópico. "Amaral", Bebe, Conchita, Shaila Dúrcal, Alborán, Melendi?

-¿Ganaba mucho dinero?

-Estaba bien pagada. Compensó el tiempo que duró. Si me preguntas si me compensaría el resto de mi vida, no.

-¿Es posible hacer amigos?

-Es posible, pero diferente a lo habitual. Las amistades se hacen en el codo a codo, no en los cafés de tarde de domingo. La manera que encontré de relajarme fue con las clases de escritura. Éramos el profesor y yo, así que tenía que concentrarme en el texto y olvidarme de EMI y los problemas. Cuando terminábamos era como si la mente se hubiera tomado unas vacaciones. También con las clases de esgrima. Si no estabas atento, enseguida te alcanzaba el florete del profesor y te eliminaba. Me daba mucha rabia cuando me pasaba esto por falta de concentración.

-¿Cuándo le entra el gusanillo de escribir?

-Cuando cumplí 33 años me dio una especie de crisis en la que mi cabeza hizo un listado de todo aquello que había dejado atrás y había perdido la oportunidad. La gente dice que nunca es tarde, pero claro que lo es. Ése fue el primer punto que generó la pregunta ¿dónde quiero estar en diez años?

-EMI pasa a manos de Universal. ¿Qué pasó con usted?

-A nivel mundial, a excepción de varios países como España que pasa a manos de Warner. El equipo de dirección estábamos en la línea de vanguardia, a sabiendas de que pronto llegaría la orden de nuestro fusilamiento. Éramos los puestos duplicados con mayores salarios. Sabía lo que iba a ocurrir con dos años de antelación, así que me puse manos a la obra para afrontar los siguientes pasos. Ante el cambio siempre encuentras reticencias en las organizaciones. Eso es difícil de manejar. A veces implica despidos, lo cual es una situación muy desagradable.

-La pillaron los tiempos duros de la piratería?

-Las ventas caían a dos dígitos. Había nervios. Si no se mantienen los ingresos, todo el mundo sabe que hay recortes. Todo los directores reinventamos los departamentos. Eso dio lugar a muchísimas innovaciones. El modelo 360 es uno de ellos, que no hace más que imitar en parte al futbolístico. Es justo que si una compañía invierte un dinero sustancial como apuesta arriesgada en lanzarte y hacerte un artista famoso, luego cobre parte de todas las líneas de explotación. Por poner un ejemplo, no hay disco con repercusión en el mercado y no hay camisetas de "merchan" si no hay concierto. Todo es una cadena ligada al epicentro, que es la música grabada.

-Y lo deja.

-Es una fecha inolvidable por la campaña de la Once. El 11 del 11 del 11 coincidió que Universal compró EMI. Ese día supe que antes o después la empresa se fragmentaría en otras que la absorberían. Pasaron dos años hasta que cerramos porque Joaquín Almunia en Bruselas paró la operación de compra por la ley antimonopolio. Universal debía vender varios países a otra compañía para que su compra fuera adelante. Era cuestión de tiempo. No dije nada a nadie. La gente tenía que seguir trabajando con ilusión y con toda la motivación posible. En ese impás, por ejemplo, se trabajó el lanzamiento e inicios de la carrera de Pablo Alborán, imposible de hacer si el equipo hubiera "posado el bolígrafo". Unos cuatro años antes de dejar EMI empecé con la novela, solapé ambos trabajos. Le dedicaba todo el tiempo que podía, parte de las noches, fines de semanas y, desde luego, todas mis vacaciones. Un camino largo y duro. Siempre estaba cansada.

-¿Qué ha aprendido como escritora de éxito?

-A ser paciente. Cuando era ingeniera, yo marcaba los tiempos. Ahora no, son la editorial, los medios de comunicación y los lectores los que tienen en su poder ese bastón de mando, independientemente de lo que opine yo. El negocio editorial tiene la misma estructura que el discográfico, así que comprendo perfectamente a las personas que dirigen las riendas dentro de Planeta. Si fuera una gran ejecutiva de este sector, forzaría las sinergias entre las empresas de un mismo grupo en busca del beneficio global.

-Usted ha bromeado en Facebook sobre no haberse casado...

-¿Sigo a tiempo, no? Mi trabajo me cuesta en el gimnasio. Me falta convencer a alguien, eso sí.

-¿Enamoradiza?

-Muchísimo. Permanezco alejada de esas arenas movedizas? Una amiga escribió un poema definiéndome y me lo envió. "La enamorada del amor vive bajo el agua conteniendo la respiración. Con el miedo al filo de cortarle el talón, justo en el punto de Aquiles. La mezcla entre la mujer de grandeza y la niña en flor. Una felina que acecha con tiento calculado y que a la vez sale huyendo ante cualquier ruido inesperado. Una mente compleja, un temblor, un soplo de aire fresco con tono cálido. Directora del camino si no la arrastran los siete caballos de pasión". No le corrijo ni una coma.

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