La referencia a dos grandes del pensamiento era más que obligada. El acto de ayer sirvió de homenaje al filósofo Gustavo Bueno y al químico José Barluenga, fallecidos recientemente. "Ambos dejan un territorio, un camino intelectual, científico y académico", señaló Javier Fernández, quien también tuvo un recuerdo para Melquiades Álvarez, de quien acaban de cumplirse los 80 años de su asesinato. "Mucha gente no sabe que Melquiades era catedrático de esta Universidad", que explicaba materia paseando con sus alumnos por las calles Altamirano y Cimadevilla y por el campo San Francisco "sin que esa proximidad influyera en los niveles de exigencia y rigor". Recordaba Javier Fernández que Melquiades tenía fama de suspender más que Clarín, que ya es decir.

Santiago García Granda habló de la estabilidad universitaria y Javier Fernández se refirió a la necesidad de "devolver la estabilidad al sistema". Su teoría es que cuanto más tiempo pase, más esfuerzo exigirá. "Hace unos años el problema territorial pudo haber sido corregido, quizás hubiera bastado con abordar una reforma constitucional". No se hizo, "no sé si por prudencia, miedo, abulia o un alarmante aislamiento".

Ahora -añadió- "el artefacto independentista ha ganado en tamaño, cebado en una huida hacia adelante que no parece tener fin". "La incapacidad para superar el desafío soberanista y el bloqueo institucional puede llevarnos a pagar un altísimo precio en disgregación territorial, el desafección ciudadana y en hastío", teme el presidente del Principado.

Eva María Cordero, secretaria general de la Universidad, leyó como es preceptivo la memoria del pasado curso, con algunos datos a tener en cuenta: Más de 1.500 publicaciones, el registro de 11 patentes nacionales y la firma de casi 400 contratos de transferencia de conocimiento; 24 nuevos convenios con universidades iberoamericanas y una nueva normativa de permanencia de alumnos que quizá hubiera puesto los pelos de punta, por tibia, al "hueso" profesor don Melquiades Álvarez.

La lección inaugural -soberbia- corrió a cargo del catedrático de Fisiología Vegetal Ricardo Javier Ordás. Su tesis: las plantas sienten, se comunican y tienen memoria. ¿Seres inteligentes?