Raúl Barbón aprendió de su abuelo el oficio de madreñero. Su abuelo era un paisano del pueblo de Bezanes, en Caso, "que se mantuvo trabayando la madera hasta el día anterior a su muerte". En Bezanes, en la primera mitad del siglo XX había un centenar de madreñeros; hoy, este oficio artesano se queda en residual y quien lo mantiene en Asturias lo hace más para conservar la tradición que para ganar dinero.

Barbón trabaja estos días en un taller especial, por el que pasarán miles de visitantes. Hace madreñas en el estand que la Caja Rural tiene en Agropec, la feria del campo asturiano, en Gijón. Su producto estrella, las madreñas con suplemento.

-Mira, unes madreñes con tacones.

Hombre, no. No son tacones. Raúl Barbón matiza y explica a quienes se acercan a su trabajo: "En mi zona se llaman tarucos. En otros sitios de Asturias, tarugos". El tarucu es también en lengua asturiana la parte central de la panoya de maíz.

Los que modela el madreñero Barbón, que vive en la localidad de Villoria, en Laviana, son de unos siete centímetros de altura y sirven de apéndices a los tres tazos. "Llega gente y me dice que esto que hago son las clásicas albarcas cántabras, pero en realidad tarucos se usaron en Asturias toda la vida".

Se colocan a base de presión "y tienen el mejor pegamento del mundo, que es la humedad. Con ella la madera de la madreña hincha y no hay forma de que salgan". Quien quiera retirarlos tiene que dejar secar la madreña.

Pero, explica Raúl Barbón mientras le da a la azuela, es que si rompe uno de los tarucos, y no es difícil que eso ocurra, "nun yes a caminar". Por eso los que le precedieron en el oficio "solíen llevar un tarucu de repuesto en el bolsu".

En el estand de Agropec, Raúl tiene madreñas de todas las tallas posibles. Una mujer se acerca y lanza una pregunta que sirve para cualquier objetivo susceptible de ser expuesto en Asturias.

-¿A cómo son?

-Éses, a 25 euros.

-Más barates que unos zapatos, mira tú.

-Bué... Hay zapatos a esi preciu, pero cualquiera sabe de qué están hechos.

Otras madreñas están "calzadas" con goma o con ferraxe metálico. Depende de para qué y en dónde se quiera usar este calzado de caleya que fue un buen invento.

"Ahora hay que cuidar el detalle, porque la clientela se fija más por la vista que otra cosa. Antes poníes unes madreñes, te quedaben cómodas, les ibes a usar desde la mañana a la noche, y si no eren muy guapes, pues daba un poco igual", explica Raúl Barbón, que se dedica -así, en general- a la madera en el sector forestal.

Raúl se esmera en los dibujos y argumenta lo mismo que cualquier otro madreñero asturiano: "El que empiece a calcular por hores de trabayu lo que cuesta hacer un par de madreñes deja el oficiu ya".

Ayer explicó su trabajo a la consejera de Desarrollo Rural, María Jesús Álvarez. Y se probó para los fotógrafos sus madreñas con tarucos.

"Tenía que haber traído zapatilles", lamentó.