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Javier Fernández Castañón | Físico ovetense, acaba de publicar una investigación científica sobre los geles de ADN junto a su equipo de la Universidad la Sapienza de Roma

"Es una pena que para volver a Asturias haya que renegar de la investigación"

"Los fármacos de hoy recorren todo el cuerpo; nuestro objetivo es crear máquinas inteligentes de gel de ADN que lleguen directas a cada órgano"

Javier Fernández Castañón, en Oviedo.

El físico ovetense Javier Fernández Castañón ha conseguido desarrollar, junto a investigadores de la Universidad la Sapienza de Roma, un gel de secuencias de ADN que cambia de estado de forma gradual. El científico, de 26 años, asegura que el descubrimiento puede tener aplicación en el encapsulamiento de fármacos. "El objetivo es crear máquinas inteligentes que funcionen dentro del cuerpo y puedan ser programadas para encontrar células con cáncer o tratar otras enfermedades", explica. Tras estudiar en la Universidad de Oviedo, Castañón ha desarrollado toda su labor profesional en el extranjero. "Para volver a Asturias hay que renegar de la investigación", lamenta.

-¿Cómo descubrieron las nuevas propiedades de los geles de ADN?

-Durante tres años, el departamento de física de la Universidad la Sapienza de Roma hizo simulaciones con el ordenador y parecía posible hacerlo experimentalmente. Yo me incorporé al grupo el 1 de noviembre del año pasado y, junto a la investigadora Francesa Bomboi, me encargué de la parte experimental. En enero vimos que funcionaba y que coincidía con la teoría. Lo que más tiempo nos llevó fue escribir el artículo para Nature Communications, que rechaza un alto porcentaje de los estudios que recibe. Pero lo conseguimos y además es parte de mi doctorado. Ahora me quedan dos años y me pondré en contacto con los médicos y biólogos que colaboraron en la investigación para llegar a las aplicaciones finales. Creo que en este tiempo se podría conseguir.

-¿Cuáles son esas aplicaciones?

-Nosotros no descubrimos el gel de ADN, porque eso lleva existiendo años. Lo que conseguimos es extender sus capacidades. En la investigación comentamos que el gel se comporta como la miel, es decir, durante el enfriamiento la viscosidad del sistema aumenta gradualmente. Y no sólo eso, es capaz de invertir su comportamiento y de transformarse nuevamente en líquido a medida que la temperatura desciende. Además, el gel es biocompatible: está formado exclusivamente por ADN, agua y sal. Esto nos permitiría crear una especie de máquinas inteligentes que funcionasen dentro del cuerpo. Ahora mismo se utilizan en fármacos los nanocarbonos, pero con ellos solucionas un problema para crear otro, ya que tienen efectos tóxicos. Con el gel de ADN eso no pasa. Además, por sus propiedades, se puede encapsular dentro de él un fármaco y programarlo para que se libere en una determinada zona del cuerpo. Con el Ibuprofeno y las inyecciones en líquido las sustancias corren por todo el cuerpo. Consiguen eliminar el dolor de cabeza, pero también hay restos en el hígado. El gel, al estar solidificado, llega directo al órgano donde tiene que actuar y poco a poco libera su contenido.

-¿Cómo está la investigación en Italia comparado con España?

-Está un poco mejor ya sólo por el hecho de que tienen un Ministerio de Ciencia. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) italiano (se llama CNR) está mejor montado. Y a nivel de colaboraciones internacionales, también están mejor posicionados. No obstante, la situación para los investigadores sigue siendo mala. Yo ahora si quisiese conseguir un contrato fijo tendría que competir con profesionales de 40 años que me dan mil vueltas en experiencia. En Oviedo hay investigadores con contratos temporales. No negro, pero veo el futuro difícil. En España, hay laboratorios potentes en Cataluña, País Vasco y Madrid. Aun así, hacerme un hueco en ellos lo veo bastante complicado. Si vuelvo a Asturias será porque deje la investigación y quiera entrar en una empresa.

-El plan de retorno del talento emigrante que puso en marcha el Principado fracasó en septiembre al no recibir ni una sola solicitud. ¿Qué cree que falla?

-Pienso que no sólo se trata de facilitar que el investigador vuelva. Hay que darle garantías de que aquí va a poder desarrollar su trabajo en las mismas condiciones que en el extranjero. Si no tenemos dinero ni para montar un laboratorio, nos quedaremos fuera. Pero esa inversión la tiene que hacer el país. España no acaba de entender que los países más ricos no son los que más invierten en ciencia, sino al revés. Inglaterra gana millones de euros por las patentes que consiguen sus universidades. En la Universidad de Bristol hay once premios Nobel y en toda España tenemos sólo uno. Volviendo a la pregunta, insisto en que es necesario darle garantías al investigador. Una persona no va a dejar una carrera científica de 15 años por un contrato en Asturias de dos años. Sinceramente, a mí esto me da pena. Porque hay muchos españoles fuera y la mayoría quieren volver. Los que regresan lo hacen porque reniegan de la investigación.

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