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MANUEL JUNCO | Vicepresidente del departamento de refinería de la multinacional Jacobs

"La industria asturiana tiene enormes posibilidades de negocio en EE UU"

"En América hay que cambiar cada ocho años más de 200 tambores - de las plantas coquizadoras y allí no hay capacidad para fabricarlas"

Manuel Junco.

Manuel Junco nació en Cuba, pero su familia paterna es originaria de Parres y Porrúa, en Llanes. En 1991 llegó a Asturias de la mano de Fluor Daniel para liderar el proyecto de construcción de Du Pont en Tamón. Permaneció cuatro años y medio en el Principado antes de regresar a Estados Unidos. En la actualidad es vicepresidente del departamento de refinería de la multinacional Jacobs, la compañía con sede en Texas que busca proveedores en Asturias de la mano de Asturex y Femetal.

-¿Qué recuerdos tiene de su estancia en Asturias hace ya 25 años?

-Fue una gran oportunidad para mí desde el punto de vista profesional y personal. Abrí la oficina de Fluor en el Parque Tecnológico y contratamos a casi 300 personas locales para hacer la ingeniería en Asturias. Esa etapa de mi carrera profesional es la que más aprecio porque fue posible contratar a muchísimas personas jóvenes en su primer empleo. Mi esposa, Susan, y yo fuimos a bastantes bodas porque una vez que tenían trabajo entonces se podían casar. Y muchos de aquellos jóvenes son hoy en día altos ejecutivos en Fluor. Mi esposa y mis cuatro hijos lo pasaron estupendamente en Asturias y todos aprendieron a hablar el castellano muy bien, lo que les ha ayudado muchísimo en su carrera profesional.

-¿Por qué jóvenes? ¿No preferían a personas con experiencia?

-Necesitábamos hacer el proyecto en inglés porque se iban a comprar equipos y materiales en todo el mundo. Así que les dimos cursos intensivos de inglés y muchísima formación sobre cómo hacía Fluor los negocios. El Gobierno regional nos ayudó muchísimo para realizar este proceso. El éxito fue fenomenal y lo más interesante fue cómo estábamos entrenando a ingenieros en los sistemas más modernos que había entonces.

-Pero eso era un caldo de cultivo fenomenal para la competencia.

-Sí. Formábamos a unos 100 ingenieros al año contando con que algunos se los llevaría la competencia, pero eso era bueno para ellos, para España y también para nosotros, que trabajábamos con la expectativa de quedarnos con los mejores. Pero así es como se trabaja en Estados Unidos, es la mentalidad: identificar a los que tienen más talento y posibilidades e invertir en ellos.

-Uno de los problemas de Asturias es la fuga de los jóvenes con alto nivel formativo.

-Es bueno que se marchen y aprendan, pero luego tienen que tener la oportunidad de volver si quieren a su tierra, porque lo harán mejor formados, habrán aprendido otros idiomas y culturas. Y si no, hay que aprovecharlos allí donde estén, porque siempre podrán aportar cosas. En Asturias me sorprendió y me agradó ver el talento y la preparación de los jóvenes, pero no tenían experiencia. Se les formó y aprendieron rapidísimo. Muchos se fueron después a otras multinacionales y otros se quedaron. Pasa lo mismo en muchos sitios.

-¿Por qué vino Jacobs a buscar proveedores en Asturias?

-Jacobs en una compañía muy grande y muy buena, que está en pleno proceso de transformación y modernización. Yo estoy integrado en la división de petróleo y química y llevo las refinerías y petroquímicas, ramas con mucho futuro. Antes todo se hacía en China, pero la calidad no era muy buena. Así que decidimos buscar oportunidades en Italia y en España para diversificar la base suministradora para los equipos de refinería. Estamos desarrollando varios proyectos y la división de compras ha pedido ofertas a varias empresas asturianas, porque son competitivas y su calidad en el trabajo es muy buena. Se trata de fabricar en Asturias y traerlo a Estado Unidos, y la operación se ve favorecida por la caída del euro.

-¿Se ha perdido el complejo de salir a competir al mercado global?

-¿Sabe qué me ha sorprendido? Que muchas empresas que había conocido en mi etapa en Asturias están funcionando y haciendo equipos y construyendo empresa. Han sabido evolucionar, transformarse y adaptarse a los tiempos para ser competitivas.

-Uno de los problemas es que su tamaño es insuficiente para abordar proyectos internacionales.

-La importancia del tamaño depende del proyecto. Si es un macroproyecto de 5.000, 10.000, 15.000 millones de dólares, las empresas asturianas van a ser demasiado pequeñas para proporcionar material y equipos. Pero los que hacemos en Jacobs están por debajo de los 1.000 millones de dólares, y los tenemos de 200 y 300 millones en los que los que encajan muy bien. En Estados Unidos tienen enormes posibilidades.

-¿Quiere decir que además de con Jacobs podrían optar a negocios con otras compañías?

-Por supuesto. El mercado es tan grande, sobre todo en la costa del Golfo de México, que tienen muchísimas oportunidades. Lo que hicieron Asturex y Femetal de traer a esas compañías a Texas no sólo estuvo muy bien, sino que tendrían que repetirlo en 2017.

-¿Puede dar una idea de qué cosas pueden hacer las empresas asturianas?

-Muchísimas. Por ejemplo, en Estados Unidos hay unas 90 refinerías con más de 200 tambores de coquizadoras que hay que cambiarlos cada ocho o diez años. Son unas piezas inmensas y aquí no se pueden fabricar porque no tienen capacidad, no hay ese tipo de fábricas. Así que todos esos tambores hay que contratarlos fuera. Ahí tienen un campo enorme. Insisto, el viaje que hicieron fue muy positivo y deberían darle continuidad porque hay muchísimas oportunidades.

-Donald Trump ha dicho que todo se tiene que fabricar en Estados Unidos.

-Estaba enfocado a la situación china. No tiene nada que ver con España ni creo que les vaya a perjudicar. Nadie lo dice, pero el Gobierno de Obama ya les había puesto muchas trabas a los chinos porque vendían material y equipos por debajo de lo que costaba fabricarlo. Para importar de China hay que tener cuidado; se impusieron unos impuestos muy elevados.

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