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Maestros y Discípulos

Pulgar: "Investigar es el mejor trabajo del mundo, es creativo y engancha mucho"

David Pedreira y Javier Álvarez Pulgar, ayer, en el departamento de Geología de la Universidad de Oviedo. MIKI LÓPEZ

El área de Geología en la Universidad de Oviedo, dice Javier Álvarez Pulgar, vive un momento especialmente grave. No es por falta de alumnos ni de entusiasmo del profesorado sino que responde a la tendencia de los últimos años en que se ha producido un importante número de prejubilaciones sin que se hubiera iniciado el necesario relevo generacional. Algunos grupos han perdido un 90% de su personal, sostiene el catedrático de Geodinámica Interna. "Formar a un buen profesor cuesta años", advierte Álvarez Pulgar, cuyo grupo ha movido 2.280.201 euros para la Universidad de Oviedo en diferentes contratos públicos y privados en los últimos diez años. Si bien ellos se consideran unos privilegiados en el contexto de una ciencia menguante en fondos reconocen que el problema de España es "la falta de continuidad en los proyectos" de investigación.

"Tampoco se persiste en las ayudas doctorales, con unas convocatorias caóticas que dificultan la planificación de la carrera investigadora", detalla su discípulo David Pedreira quien, con 44 años ha logrado estabilizarse con un contrato de permanente pero no de funcionario. Está acreditado como profesor titular hace tiempo pero las restricciones en las tasas de reposición le han impedido alcanzar el ritmo de progreso en la carrera académica e investigadora de su maestro. Javier era profesor titular con 39 años y ya había ocupado el cargo de vicerrector. David ha vivido sendas estancias investigadoras en Canadá y Berkeley. Del sistema americano destaca que cuentan con muchísimo personal de apoyo. "Aquí tenemos una carga burocrática tremenda", argumenta Álvarez Pulgar quien ayer mismo empleó en estas tareas toda la mañana. "Es asfixiante y puede acabar con lo poco que queda de investigación", augura.

Su grupo presenta la trayectoria inversa a la tendencia al desánimo que comienza a cundir en la Universidad española, con proyectos de referencia vinculados al plan nacional de I+D, el plan regional de Ciencia y Tecnología y de consorcios europeos además de colaboraciones frecuentes con la empresa privada. Tras un proyecto enmarcado en la convocatoria "Consolider" ahora toca mantenerse. Pero eso, dice el más joven de los dos, implica "mucho esfuerzo y sacrificio". Tanto que él mismo ha logrado codirigir ya dos tesis con su maestro, los nietos científicos de Javier Álvarez Pulgar. Al final, dice David, que fue premio extraordinario de licenciatura y también de doctorado, lo que les anima a seguir cada día es "el impulso vocacional, pero se ha abusado mucho", advierte, "y con vocación no se alimentan bocas ni se pagan hipotecas".

El joven entra también a analizar la precariedad del profesorado universitario y cómo han empeorado las opciones de estabilización. "En 1985 la edad media de un profesor titular era de 33 años; en 2010 había subido a 47, no quiero ni pensar cómo estará ahora", subraya. David y Javier sueñan, no obstante, con nuevos proyectos, preparan nuevos desafíos, investigan campos nuevos en al frontera del conocimiento y también contemplan satisfechos la cantera del área: casi una decena de alumnos que sobreviven porque maestro y discípulo se empeñan en reengancharlos a la Universidad a través de los contratos de investigación que el grupo tiene con empresas. "Este es el mejor trabajo del mundo; es creativo y engancha mucho", sentencia Javier, quien en los últimos cinco años ha sido investigador principal en un grupo de la Universidad de Oviedo que integra, junto a otros nueve de universidades y centros de investigación de todo el país, en el proyecto denominado "Geociencias en Iberia: estudios integrados de topografía y evolución 4D- Topoiberia", con una financiación estratégica de 5,3 millones de euros. Además, de su trabajo en redes de investigación y observación sísmica suman registros de años en la Península Ibérica. Ayer mismo, relataban ante uno de los ordenadores que funciona como soporte básico de sus investigaciones, que se había registrado un pequeño terremoto de 3,2 grados en al escala Ritcher en Galicia, imperceptible al ojo humano. Sin embargo, esta actividad sísmica, constante, que registran en las estaciones distribuidas por todo el territorio asturiano también arroja algunas sorpresas. Uno de los grandes terremotos en el lejano Japón llegó a desplazar hasta 15 milímetros la corteza terrestre que pisamos en Asturias.

La actividad científica del grupo incluye estudios de sismicidad, sismotécnica y riesgo sísmico, entre otras técnicas de análisis. "A día de hoy podemos competir fuera", coinciden ambos. No obstante, reconocen que es necesario un apoyo extra para quien ahora comienzan su carrera investigadora. "Entre los 30 y los 50 años es el mejor momento para un investigador", arguye Álvarez Pulgar, quien reconoce que, si bien no todo el mundo tiene que ser catedrático pero sí exigimos unas condiciones mínimas". El discípulo sugiere planes de retorno del talento como los desarrollados en Cataluña o País Vasco, donde se ofrece "un salario y unas condiciones en función de cada persona. En Asturias sería imposible", asevera.

Más allá de los ranking en lo que coinciden los investigadores es que lo que se debe procurar es "atraer gente buena; no hay que inventar nada nuevo, sino preguntar a quien sabe". Ahora, entiende el catedrático de Geodinámica Interna, asistimos a "un momento delicado" porque nunca antes habían visto "gente tan desmotivada y en un clima de pesimismo" donde se prima lo individual sobre el trabajo de grupo. Como advertencia para el futuro lanzan: "Construir un sistema de ciencia eficiente cuesta mucho pero destruirlo muy poco". Las estancias en EE UU de maestro y discípulo les abrieron los ojos, en diferentes etapas, de cómo "en España estamos más tiempo en nuestros puestos de trabajo que nuestros colegas americanos con menos rendimiento". La burocracia, argumentan. "Hay gente que empieza a renunciar a proyectos; es insoportable", sentencian. Pese a todo, ellos resisten.

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