Una solución para Iraq, un país devastado por la violencia y el terrorismo, tutelado por potencias extranjeras y sumido en el desánimo. Fue la petición unánime con la que culminó ayer en Oviedo la Conferencia de Expatriados Iraquís, llegados a Asturias de los cinco continentes para denunciar la situación de su país y de toda el área de conflicto, un tablero de muerte en el que los grandes se juegan sus intereses económicos. En la foto, algunos de los participantes, al término de la sesión de clausura en el Palacio Calatrava.