"Pensé que me iban a matar", aseguró ante la Guardia Civil de Navia un vecino de Castropol, P. J. R. P., de 60 años, que el martes de la semana pasada sufrió varias horas de zozobra, secuestrado por su hijastro y la pareja brasileña de éste, torturado y golpeado con saña. El objetivo de los agresores, aseguró, era arrebatarle las escrituras de la finca y la casa que habían pertenecido a su mujer fallecida, y que ésta le había legado ante notario. Los dos presuntos secuestradores han sido detenidos por la Guardia Civil, aunque han sido puestos en libertad por la juez de Luarca, Marta Huerta.

Una decisión que los letrados de la víctima, Judith Gómez y Alfredo Rodríguez Blanco, del despacho VoxLegis, consideran peligrosa. Y es que el presunto agresor, D. Á. M, de 39 años, dueño de un club de alterne -dos de cuyas trabajadores le tienen denunciado por presiones-, fue detenido en 2013 como cerebro de la red de tráfico de drogas desmantelada en la "operación Kopa-Kopa", que se saldó con 53 arrestos y la incautación de más de un kilo de cocaína, otros 10 de hachís y medio de marihuana.

El relato del calvario sufrido por P. J. R. P. habla a las claras del riesgo que corre. El martes de la semana pasada, sobre las tres y media de la tarde, estaba trabajando en la finca que tiene en Folgueras (Coaña) cuando llamaron a la puerta. Era C. C. G. F. L., la compañera brasileña de su hijastro, quien "comenzó a gritar y amenazar, diciendo que estaba en una finca que no era mía, que no merecía estar allí y que la propiedad era de ellos". Un par de días antes ya habían tenido problemas, porque su hijastro arrambló con unas berzas.

Tras cruzar unas palabras con la brasileña, fue cuando apareció su hijastro, "de manera agresiva, y entonces cogió un bloque de cemento y le golpeó en la cabeza". El hombre cayó al suelo, sangrando, y allí comenzaron a darle patadas y puñetazos, mientras su hijastro insistía en que la finca no era suya, sin dejar de amenazarle. "Así estuvieron 15 o 20 minutos, yo trataba de tranquilizarles, pero incluso intentaron estrangularme", señaló a la Guardia Civil. Luego empezaron a golpearle con un palo y una barra de hierro. "Parecía que no tenían límite", añadió. Incluso le quitaron el móvil y llamaron a su actual pareja para decirle que habían encontrado su teléfono, pero que él estaba bien.

Dos horas de calvario

En todo momento no dejaron de exigirle las escrituras de la finca, pero él les decía que no las tenía allí. Estuvo tendido en el suelo a merced de sus agresores durante dos horas. Más calmados, le permitieron incorporares y asearse. Tenía la camisa manchada de sangre. Previsores, se la quitaron. Una vez vestido, lo llevaron fuera de la finca. Allí estaba el coche de su hijastro, en cuyo interior había un hombre al que no conocía y a la hija de su pariente, de once años. En el coche de la víctima se desplazaron hasta la vivienda de ésta, en Castropol. Allí le hicieron sacar las escrituras de la finca y la casa y las guardaron. También le hicieron escribir un documento en el que aseguraba que cedía libremente las propiedades que habían sido de su mujer fallecida, así como sus efectos personales. Luego se marcharon, no sin antes amenazarle de muerte si denunciaba los hechos.

Era tal el terror en el que quedó, que tardó dos días en denunciar los hechos. Finalmente se decidió y los agresores detenida. Los dos denunciaron que en realidad habían sido ellos los agredidos, y también su hija, "algo absurdo", según los abogados del denunciante, que reclaman protección para él. Y es que ayer mismo recibió un mensaje de su hijastro, con una velada amenaza: "Yo no engañé". P. J. R. P. acudió a la finca, pero se encontró allí a una gente que no conocía, quemando sus pertenencias y varios miles de semillas que tenía para cultivar setas. Sus letrados dicen que han podido cometerse varios delitos: detención ilegal -y posiblemente secuestro, porque no le dejaron libre hasta que le quitaron las escrituras-, lesiones, coacciones y amenazas.