Caso sobreseído. La denuncia interpuesta por un joven ruso-ucraniano contra la Policía Nacional por maltratos durante su detención ha sido archivado por la titular del Juzgado número 1 de Oviedo, al entender que los agentes utilizaron "la fuerza indispensable" para reducirle debido a su comportamiento agresivo y se negó a ser atendido por los servicios sanitarios antes de su ingreso en los calabozos. La Policía mantuvo desde el primer momento que las lesiones que presentaba se las provocó él mismo.

Volodymyr A. viajaba con su mujer en un coche en la tarde del último día de Reyes cuando casi colisionan con otro vehículo en la glorieta de San Lázaro. Según la versión de un guardia civil que estaba fuera de servicio y presenció los hechos, el joven ruso-ucraniano se bajó del automóvil, comenzó a golpear el otro vehículo y agredió al conductor y a su hijo, que viajaba con él.

La versión de Volodymyr A. es distina. Asegura que sólo intentó defender a su mujer y que no agredió a nadie, sino que se limitó a "distanciar" a los ocupantes del otro coche por temor a que agredieran a su esposa.

Sin embargo, su actitud violenta hizo que el guardia civil interviniera y lo redujera, manteniéndole sujeto con los brazos por detrás hasta que llegó la Policía Nacional. Según el atestado, el joven golpeó entonces a los agentes, y una vez dentro del coche policial rompió la ventanilla y empezó a golpearse la cabeza contra la mampara del vehículo.

La Policía le trasladó al ambulatorio de la Lila, pero cuando se le trasladó a Comisaría volvió a intentar agredirles y causó nuevos daños. Se llamó de nuevo a una ambulancia, pero rechazó ser asistido. De nuevo en el calabozo, volvió a provocar altercados.

Volodymyr, que en aquellos momentos acumulaba 14 antecedentes policiales y era "temido en San Lázaro", según sus vecinos, relató en su denuncia que, una vez en los calabozos, los agentes le bajaron el pantalón y le estuvieron "masacrando" durante varios minutos, mientras que otros policías miraban sin hacer nada y él permanecía esposado. con las manos a la espalda.

Según su relato, estuvo un tiempo sin conocimiento, y después le llevaron a otra estancia para que dejara sus pertenencias sobre una mesa, pero no le dejaron telefonear ni siquiera beber hasta el día siguiente.

La jueza entiende que en la detención se utilizó la fuerza necesaria y que las declaraciones de los agentes fueron contundentes.