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SALVADOR GARRIGA POLLEDO | Asesor del ministro de Educación, Cultura y Deportes y portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, y miembro del Comité Económico y Social Europeo

"El futuro de la legislatura dependerá del desenlace del desafío secesionista"

"El auténtico problema de la educación es que tiene más fuerza la Conferencia de Consejeros que el Consejo de Ministros"

Salvador Garriga Polledo. LNE

El político asturiano del Partido Popular Salvador Garriga Polledo (Gijón, 6 de agosto de 1957) es actualmente asesor parlamentario del ministro de Educación y portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo. Con él compartió durante casi veinte años tareas en el Parlamento Europeo, donde ambos tuvieron escaño. Garriga también forma parte del Consejo Económico y Social Europeo.

- ¿Cómo se ve la situación de Asturias desde el Congreso de los Diputados?

-Aunque uno no esté ya en la política electiva, sigo plenamente informado de los asuntos asturianos, a través de los medios de la región, de mis amigos diputados y senadores y de otros cargos asturianos de mi partido. Sigo viendo a Asturias como una promesa incumplida; escasos resultados, pero grandes esperanzas. Y con una de las juventudes más preparadas de España. Al final, algún gobernante dará con la tecla correcta para revertir el éxodo y el despoblamiento.

- Asesora al portavoz del Gobierno y ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, ¿en qué consiste su tarea?

-El ministro Méndez de Vigo ha sido mi compañero en el Parlamento Europeo durante dieciocho años. Yo diría que nos conocemos bastante bien y eso facilita mi trabajo. Mi tarea prioritaria es la asesoría política y parlamentaria. En el caso de un ministro con cuatro carteras (Educación, Cultura, Deportes y Portavocía del Gobierno) hay bastante que hacer. Y luego está la coordinación con las comunidades, que cada vez absorbe más tiempo.

- ¿Le ha servido su experiencia europea en la vuelta a la escena política española?

-Veinte años en Bruselas terminan marcándole a uno su manera de trabajar y entender la sociedad y la política, tanto en mis anteriores tres años del sector privado como ahora. Lamentablemente, sólo tengo ocasión de ejercitar mis conocimientos europeos cuando asisto con el Ministro a los consejos europeos. No me quejo, mantengo mi puesto en el Comité Económico y Social Europeo, órgano consultivo de la UE, donde puedo utilizar mi experiencia y mantenerme al día sobre la actividad legislativa.

- ¿Cuál es la gran asignatura pendiente en educación?

-Jean Monnet decía que si tuviese que empezar otra vez la construcción europea lo habría hecho por la cultura. Yo creo que si tuviésemos que empezar a diseñar nuevamente el Estado autonómico del 78 hubiéramos reflexionado muy cuidadosamente sobre la dispersión de competencias en materia educativa.

- ¿El problema es la dispersión de competencias?

-El actual sistema produce desigualdades educativas entre comunidades. Y eso no es aceptable ni propio de un sistema educativo moderno. El problema no es de financiación, ni de calidad de los profesores, ni de libertad educativa, ni de extensión de las becas y becarios. El problema es que en materia educativa tiene más fuerza la Conferencia Sectorial de Consejeros de Educación que el propio Consejo de Ministros. Por eso Méndez de Vigo ha lanzado un pacto económico y social por la educación en el Congreso, intentando establecer un consenso entre fuerzas políticas y comunidades autónomas, para producir un sistema estable, independiente de vaivenes políticos y de decretos discriminatorios, como el modelo lingüístico valenciano, parado por los tribunales.

- ¿La ausencia de mayorías es una oportunidad para ahondar en la cultura del pacto?

-No queda otro remedio más que convertirnos en artistas de la política de pactos. Por ejemplo, este Ministerio acaba de convalidar un real decreto ley sobre la copia privada que ha tenido el apoyo de la mayoría de las fuerzas, salvo Podemos y, curiosamente, Foro. Acostumbrado como estaba al Parlamento Europeo, donde las grandes decisiones se toman con mayorías de dos tercios, el ministro Méndez de Vigo se mueve como pez en el agua en este terreno pantanoso de la negociación y el compromiso. Además, esta minoría mayoritaria resucita la figura del diputado como componedor de mayorías, y eso es bueno para el Parlamento. En el lado negativo, resulta muy arriesgado llevar un proyecto de ley a la Cámara. Se sabe cómo entra pero no cómo va a salir.

- ¿Agotará Mariano Rajoy la legislatura?

-Como contestaría el propio Mariano, ¿cuánto debería durar una legislatura? Pues lo conveniente. Parece haberse constituido una mayoría estrechísima pero suficiente para sacar adelante los Presupuestos. Si se aprueban, no sería extraño alargar hasta 2019, año de municipales, autonómicas y europeas. ¿Por qué no también generales? Eso sí, sería un ahorro presupuestario. Todo dependerá de si la situación parlamentaria no se bloquea demasiado y del desenlace del desafío secesionista catalán y del comportamiento de quién debería defender la legalidad constitucional, sin plurinacionalidades ni tibiezas parejas.

- Usted fue diputado nacional antes de ser elegido diputado europeo. ¿Qué ha cambiado en el Congreso desde entonces?

-Fui diputado nacional entre 1990 y 1993, con 33 años. Tuve de compañeros de escaño y maestros a José María Aznar, Felipe González, Adolfo Suárez, Miguel Roca, Carlos Solchaga, Miguel Herrero, Gabriel Cisneros, Bandres, Borrell y Fernández Ordóñez, entre tantos otros políticos con mayúsculas. Ahora la oposición a Mariano Rajoy la hace Pablo Iglesias, ayudado por Irene Montero, Tardá, Rufián o similares. No querría olvidar aquel Congreso aunque pudiese. Hoy hay intervenciones que no podré olvidar aunque quiera. También hay sorpresas muy agradables en todos los partidos.

- La Transición se cuestiona desde algunos sectores...

-Todo es cuestionable, pero importan mucho las formas y el método. Es fácil cuestionar la Transición cuando muchos diputados en el 75 no habían nacido y no vivieron aquel ambiente tan difícil. Me conformaría con más lealtad institucional de los grandes partidos. La veo en Ciudadanos y me cuesta encontrarla en el nuevo PSOE. Tal vez no la he buscado bastante aún. Mi opinión ahora es la de un exdiputado del Congreso y del Parlamento Europeo que se pasa el día en las Cortes y disfruta tanto como cuando ocupaba escaño.

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